Layla.
Levanto los ojos del mar de papeles que tengo delante cuando Lucrecia toca a la puerta con otra taza de café y una caja hermosamente envuelta en folios de regalo. Estoy despierta desde la madrugada, sencillamente no podía dormir porque tengo estos planos dando vueltas en mi cabeza, con tantas ideas y detalles que finalmente me levanté y me vine al estudio, lista para hacer realidad ese sueño del que Thiago ha estado hablando sin parar.
Una casa que rodea un pequeño lago. ¿Locura? Por supuesto, pero me encanta el desafío. ¡Cómo construir toda una casa alrededor de un lago de ciento diez metros de diámetro! Es la clase de proyectos que siempre soñé con hacer. He estado tan metida en esto,
Thiago_ Si me vas a pegar hazlo en serio. _ dice Grillo sobándose la barba justo en el lugar donde acabo de golpearlo, pero el condenado no da ni un paso atrás, es una maldita pared _ No te lo devuelvo nada más porque ya te di tu anticipo hace un mes._ Pedazo de mierda. ¿Cómo dejas que se vaya sola? _ lo tomo de las solapas de la camisa y lo zarandeo un poco _ Mínimo debiste irte con ella.Levanta una ceja porque al parecer no se esperaba lo que acabo de decirle. Estoy desesperado porque Layla pueda dejarme para siempre, pero me preocupa mucho más su seguridad. Quien sea que haya mandado esa nota que le provocó el accidente todavía es
Layla— ¡Esto es una broma! ¿Verdad? — golpeo la mesa con las palmas abiertas y me levanto, pero Grillo empuja la silla detrás de mis rodillas y me vuelve a sentar.— Layla esto es importante. Es la mejor forma de proteger a Theo. — Thiago, sentado delante de mí como si esto fuera un careo policial, intenta convencerme de algo que jamás haría.— ¡Primero muerta! ¡No te firmaré ni un cochino papel! ¡No voy a permitir que me quiten a Theo! — vuelvo a levantarme y siento el borde de la silla contra mis pantorrillas que me obliga a sentarme de nuevo.
ThiagoTodo lo que puedo recordar es que corremos. Corremos como locos y no es por escapar, es que sencillamente ya no queremos estar aquí. El vestido de Layla pasa por aeropuerto, se tropieza con todo en el avión, nos asfixia en el auto de regreso a casa y antes de que pueda poner de nuevo los pies en la realidad ya estamos en Montecarlo.Theo ha estado todo este tiempo en mis brazos. Me sonríe y juega con sus figuras de acción. Todos reímos tanto que creo que se siente contagiado. Jamás he visto a Layla tan feliz como cuando me dijo que no en la iglesia. Esa es la mujer que amo. Esa es la alegría que siempre quiero ver en ella, y creo que Theo puede percibirlo también porque no ha dejado de abrazarla y hacerle ca
Layla—¡Bueno días, bebé dormilón! — saludo y me cago de la risa porque dos voces completamente diferentes me contestan.— ¡Buenos días! — dicen al unísono los dos hombres de mi vida y me besa uno en cada mejilla.Anoche estuvimos viendo películas hasta tarde porque obviamente después de tanta azúcar Theo no cerraba los ojos ni por chiste, y terminamos quedándonos dormidos unos encima de otros como si fuera un juego de Twister.Thiago se estira y Theo trata de darle un beso pero solo le bosteza sobre un ojo. Se miran y se r
Thiago.Respiro profundo porque no quiero armar un escándalo; Layla y Theo están en la alberca y me interesa que se mantengan tan ajenos a esto como sea posible. Estoy preparando el resto de mi vida para enfrentar las consecuencias de lo que hicimos, porque puede parecer una tontería, pero sé que Russo no se quedará tranquilo. Si mi propio padre mostró los colmillos después de cinco años de tenerme engañado, no creo que Russo Stafford, que jamás ha escondido quién es, se quede tranquilo… pero parece que ahora esa es la menos de mis preocupaciones.Grillo entra mirando que Layla no esté conmigo y sin decir una sola palabra me extiende la nota que ha llegado hace unos minutos a la entrada
LaylaAbro los ojos.Me duele tanto la cabeza que apenas puedo mover el resto del cuerpo.La luz me hiere lo párpados pero no puedo dejar de intentarlo…Muevo las manos y me encuentro con una superficie suave y rara. No puedo distinguirla, las puntas de los dedos me cosquillean y me anulan el tacto.Intento recordar algo antes de este maldito dolor de cabeza:Hoy es martes… creo.
Thiago— ¿Cómo no se te ocurrió decírmelo? — quiero matarlo, quiero ahogarlo con mis propias manos pero el muy hijo de puta es tan grande que sería inútil — ¡¿Cómo no me lo dijiste, cabrón?!Grillo mira al suelo mientras Layla se apoya en el escritorio del despacho de la mansión. Russo se ha quedado gritando en la biblioteca y honestamente no sé si alguien lo ayudó, no me interesa.— No era relevante. — me responde Grillo con la mirada en el suelo pero sé que no es por mí, es por Layla. Le importa diez veces más lo que ella piense que lo que pueda pensar yo.
LaylaBusco la mano de Thiago y siento a mi derecha la presencia de Grillo. No ha venido nadie más.El equipo de asalto atrapó a los hombres que entraron en nuestra casa, estaban todos en el galpón abandonado, supongo que le hicimos un favor a Percy al deshacernos de sus secuaces, no quería pagarles de cualquier forma. Todos fueron entregados debidamente a las autoridades, pero no antes de que Grillo se divirtiera rompiéndoles los huesos. Quisiera decir que fue un ojo por ojo por lo que sucedió con Andro y con Romo, pero lo cierto es que ni se acerca._ Tengo miedo. _ confieso.E