-Elena o Elaine. Sufría una maldición, no podía mirar por la ventana, así que colocó aquel espejo de manera estratégica, precisamente lo que ella miraba era el reflejo de Camelot, por eso tejía las aventuras del rey Arturo y los caballeros de la mesa redonda…Un día mientras veía el espejo, vio el reflejo de Lancelot…Elena se enamoró súbitamente y de tal forma, que giró hacia la ventana para verle. Sabía que la maldición la llevaría a la muerte antes del amanecer, se apresuró a embarcarse para ir a Camelot y ver a su amado caballero, justo antes del nuevo día…pero murió. Esa es mi parte favorita, la hice con tanto realismo…y pensar que un poema y un cuadro cobraron vida-.- “Cansada estoy de las sombras” dijo la dama de Shalott…es lo que se vive a diario ¿O no es así? -.-Usted lo ha dicho con tanta credibilidad…sí. Definitivo, uno se cansa de las sombras, hasta un delgado y creído árbol da buena sombra-. Marla sonreía, le encantaba esta adorable mujercilla. Sintió los aplausos de aque
Domingo, cuatro y media de la tarde, un pequeño retraso, pero nada que pudiera detener la hermosa boda, la flamante novia caminaría por el arco de bellas rosas blancas, los invitados eran un número muy pequeño de amigos íntimos de la pareja.Leila se colocaba la pulsera de perlas, obsequio de su madre, entró en el salón donde su madre se miraba al amplio espejo, giraba para tomar un bello arreglo, se cruzaron sus miradas, Olivia caminaba en dirección a las escaleras bajando con tranquilidad.Aparecía en el amplio jardín, se hizo señas al musico, la marcha nupcial se dejaba llevar por el viento, todos se colocaron en pie para ver pasar la novia, un delicado, y hermoso vestido color blanco crema, resaltaba la belleza de sus ojos, era una mujer hermosa, elegante, sofisticada.Leila tomaba lugar en primera fila junto a Shelby, Adrián y la hermana de Ángelo.Cuando su madre avanzaba por el corredor de pétalos, todos tornaron sus miradas a Olivia. Leila miraba a Horacio, quien, del lado izq
Ciara se cruzaba de manos para hacerse rogar, su hermano era bien insistente.-Bien…pero…te cobraré- Martin despeinaba su cabello para llevarla a la pista donde ahora bailaban amenamente.Todos allí bailaban, pudo notar que Kat y George se deslizaban alegremente, su cuñado, unos invitados que eran amigos y familiares de Ángelo.La sobrina de Olivia era una chica bonita, delicada, sencilla, habían platicado un buen par de minutos.Veía a su madre con su soledad tratándola de disimular, quizás un viaje le hiciese bien.Liam su amigo estaba en la ciudad, una salida a caminar, tomarse algo, o sencillamente hablar, le haría como terapia a su corazón.Ella jamás se imaginó que la separación llegaría a ellos, pensó que estarían juntos siempre.Comenzaba a subir las amplias escaleras, iba sin ninguna prisa, los cuadros eran realmente joyas de arte, piezas únicas, se quedaba contemplando uno que pertenecía a su madre “Bosnia” era una pintura hermosa, mamá sí que tenía el toque, el don, un tale
Se levantaba del aquel suelo, limpiándose el rostro, se intentaba calmar, respiraba y exhalaba, tenía que calmarse, no era un lugar para formar una situación que arrollara a todos.Bajaba a prisa, de hecho, Horacio apenas estaba llegando a las ultimas escaleras, pasaba veloz junto a él, en la primera puerta que estaba abierta, entró y cerró con seguro. Era un salón de lectura, se sentaba respirando agitada, debía calmar todo en ella. Tomaba su cartera de mano, maquilló su rostro, se colocaba labial, buscaría agua en la cocina.Cuando salia de la habitación, un mesero pasaba con varias copas, se tomaba dos.Respirando, comenzaba a ir en dirección a los jardines, como la tarde había ido decayendo, había unos farolitos encendidos, que fueron perfectos aliados para ella.-Hija, estábamos tomando fotos, brindando, y la chica que cantó fue la mejor parte, oh, es maravillosa, te la perdiste-.-Si mamá…lo siento-.-Uh…pilluela, primero tu marido, luego tú-. La voz de Marla era un susurro.Sus
Las manecillas del reloj caminaban a pasos lentos, las horas se hicieron largas, Aida Delmon se sentía atrapada en un pozo sin salida, pozo que cada vez le llevaba más profundo. Eran las cinco en punto, debía levantarse y estar en pie para la junta de las siete. No estaba segura de sí las fuerzas le darían, en concreto las del corazón.Se retiraba las sábanas acomodando sus cabellos, nada en ella tenía fuerza alguna, sus piernas estaban vestidas de debilidad, las lágrimas volvieron a salir, se acurrucaba con tristeza profunda. Horacio venia hacia ella y le abrazaba.-Aida. Nos iremos lejos, lejos de todo lo que nos rodea, solos por siempre-.- ¿Solos…? No creo que sea…-. Se sobresaltó mientras miraba la amplia habitación, era una alucinación, quizás eso sería lo que esperaba muy en el fondo de su ser, irse lejos, mudarse, abandonarlo todo. Caminó hacia la sala de baño y con cuidado ingresaba a la ducha, los vidrios estaban allí testigos de su amargura. Salía envuelta en su bata, toma
Horacio se sentaba en su amplio escritorio, firmando varios documentos, en aquel momento, Jim ingresaba.-Señores Kent que sorpresa verlos-.-Jim, es un gusto…pasamos por aquí a despedirnos, regresamos a casa, es hora de volver-.-Es una verdadera lástima que se marchen, se les extrañará-.-Jim que lindo de tu parte, saluda a tus padres de nuestra parte-.-Gracias les daré sus saludos…Horacio te dejo la carpeta con todo listo, Emma tiene ya listos los presupuestos, esperamos que los revises-.-Lo haré ahora-.Jim se despedía de los Kent, por alguna extraña razón, el ambiente era por decir, algo tenso.-Bien hijo, nos vamos a plantar, tomar té y vivir nuestra vida en paz-. Kat y George se colocaban en pie, le abrazaron y salieron de la oficina, al llegar a la calle miraban por unos minutos el edificio.-Que lo ampare la vida-.-Y que lo ampare bien, esa chiquilla va fuera del rumbo cariño-.Se tomaron la mano, el taxi que justo pasaba por allí fue abordado por el buen par de abuelos Ke
El auto llegaba en punto a la Mansión, Olivia se colocaba de pie mientras tomaba su bolso.-Estaré fuera una semana, nuestro viaje nos llevará a Egipto, espero que soluciones tus cosas Leila, y…no quiero más escenas en mi casa, tales como aquella del domingo, la verdad es bochornoso lo que sucedió, y lo tienes claro…bien, no quiero que te quedes en casa, tienes tu espacio, tampoco deseo ver a Horacio aquí, no sueñes con reuniones y amante a bordo, menos si es el esposo de alguien cercano a esta casa…cuídate hija-. Le extendía la mano tomándola del brazo.-Mamá…me parece injusta tu aptitud… ¿Quién te lo dijo? -.-Cariño, las paredes suelen tener oídos y ojos, no soy tonta-.-Vaya…cámaras de vigilancia…espías, niñeras…-. Leila torcía su boca.-Me parece deplorable tu acción. Pero creo que no vienes precisamente a contarme de tu ahorcada relación con el esposo de Aida-.Caminaba hacia la salida, el personal llevaba las maletas al coche. Su esposo Ángelo saludaba a Leila.-Bien que se ent
El despertar fue algo lento, sus ojos estaban cansados y su mente agotada. No se habían cruzado en la noche con Horacio cuando ella llegaba a casa, no había absolutamente nadie, por lo visto la casa continuaba en un vacío impresionante.Se colocaba su bata alrededor de la cintura, tenía una tarea pendiente, empacar sus maletas, viajar a Nueva York, y hacer su trabajo, esperaba la revista en manos para ver sus fotos, igualmente su columna que salia dos veces por semana.Miraba el gran vacío del comedor donde una vez fue centro de risas, reuniones, cumpleaños, grados de los chicos, cena en familia, ahora era una mesa, con ocho sillas, todas desocupadas.Se quedaba mirando por las ventanas de la sala el jardín y las débiles gotas de lluvia, en pocos meses llegaría navidad y con ella la soledad.Quería pedirle a todos que no deseaba arbolitos de navidad, ni luces, muñecos, empacar regalos, o hacer cenas exquisitas, esperar a nadie para el budín, o ir por la manzana con maletas a cuestas,