Aida y Horacio habían llegado a su destino final, una chica del hotel les recibía, los señores Kent, luna de miel y aniversario. La chica tenía un acento maravilloso, Aida hablaba perfectamente el italiano, Horacio no lo hacia de la misma manera que ella, aunque como dijo en tono jocoso, me haré entender a la perfección. Pero su francés era impecable, seductor y volcánico.El botones les conducía a sus habitaciones, cuando la puerta se abría ante ellos, quedaron maravillados, un hermoso balcón amplio y lleno de plantas, un pequeño comedor para tomar el desayuno, la habitación tenia un gran jacuzzi, sala, bar a su disposición, y tres restaurantes, en la mañana después de las 10 había una salida a museos, como también cena en un restaurant marroquí del hotel, tenían reservación.Horacio le daba una buena propina al joven quien haciendo ademán se despedía deseándoles una feliz estadía.El baño era impecable, hermoso, y con todo lo que necesitaban, se darían un baño, y se recostarían, era
Calixto y Raquel no paraban de reír. -Jajaja…maravilloso, eso sí que para nada es sensual, que pareja, ¿Temen expresar sus sentimientos en público? ¿Les da pena que alguien los escuche? Querida, maravillosa es la noche que vamos a tener, ya verán cómo les encantará el lugar donde les invitaremos, se quitarán tanta formalidad, romper la rutina resulta alentador, porque de lo contrario…entra una tercera en discordia, a nosotros casi nos pasa, nuestra relación no era divertida, le faltaba la chispa, la vida, y lo más importante. La seducción…-. Horacio los miraba con cierta gracia en el rostro, Aida esbozaba una sonrisa, con ojos de; ya podemos irnos… eran dos personas bastantes graciosas, risueñas y con su toque de locura. La guía indicaba que pasarían a otro punto de la ciudad, esta vez lo harían en el transporte del hotel. Tomaron algunas fotos de los lugares, Aida siempre cámara en mano, tendría mucho trabajo en el estudio a su regreso. Llamaría más tarde a su madre para saber có
Leila tomaba lugar en el sillón, mientras tomaba un cigarro de la pequeña caja de su madre.-Creo que fumaré uno también-.-Adrián es un hombre encantador, estuvimos platicando anoche, además es guapo y rico-.-Es un caballero, y si, tiene varias empresas, su padre está orgulloso-.- ¿Y tú? -.- ¿Yo? Jajaja... tengo una hija talentosa que haría maravillas en su profesión, te conté que tiene una buena oferta en Paris, pero la querida de mi corazón, no se ha tomado la molestia porque debe ser una completa molestia para ella, en leer el contrato, es increíble que aun tenga las puertas abiertas, no desestiman que quiera tomar el puesto-.- ¡Que tonta! -.-Pensé lo mismo que tú, fíjate-. Olivia terminaba su cigarrillo, Leila algo le escondía y era porque temía su reacción, sentía que algo ocultaba…aunque había soltado pequeñas luces, era casado y con familia, y según podía deducir, alguien conocido. Pero no quería discutir mas con Leila, no reconocería que no estaba correcto, pero estaría
Los días pasaron tan rápidos y veloces, la estadía en Portofino fue sencillamente espléndida, la comida, la música, todo les había envuelto en un halo de amor y reconciliación con ellos mismos. Habían disfrutado de los paisajes, las pequeñas terrazas, ver los pequeños barcos en horas de pesca, sus hermosos rincones coloridos, llenos de vida,La última noche antes de regresar a Venecia para preparar sus maletas para el regreso, cenaron en La Terrazza, la imponente vista hasta la colina, les dio esa sensación de logro, cuando finalmente llegaron al lugar, con esas impresionantes vistas sobre la bahía de Portofino. Horacio durante la cena sugirió que era un lindo lugar, quizás podían trasladar su vida allí, realmente valdría la pena, a lo que Aida le observó con sumo interés, hace unos años atrás esa idea había sido total y nefastamente rechazada por el, ahora le hablaba de las mil maravillas que podían construir allí, una vida de cero…no tan así, ella podría abrir su estudio, continuarí
Kate acomodaba el mechón de su cabello, recordándole que las cosas siempre se veían grises cuando arreciaba la tormenta, pero después con el paso de los días, siempre un pequeño destello de sol aparecía inquieto en el atardecer.¿Hasta dónde quería de verdad tomar su rumbo?-Creo que cuando estés reposada podrás ver mejor todo, si deseas divorciarte, sea cual sea la razón…te apoyaré, soy tu amiga Marla, eso no va cambiar-.Marla le miró perdida en sus lágrimas que bajaban por su perfecto rostro, las líneas dejaban huellas, no quería ni sentía deseos de hablar, nada para opinar, se sentía tan abrumada, pero como Robinson lo veía, era perder el tiempo en razonar. Este matrimonio había llegado a su final. Hace tiempo las cosas venían difíciles, Robinson solo tenía ojos para el televisor, la oficina, sus inversiones, la cama y la almohada.Muchas veces había jugado un poco con la imaginación, aceites, masajes, caricias, pero sin resultado, esa intimidad había caducado hace tiempo, quizá s
Marla tomaba su bolso y sombrero, sus lentes combinaban perfecto con su pena, si se encontraba con Robinson mejor pasar de largo, total era su ex marido, nada tenían que hablar, los abogados hacían mejor ese trabajo.Aida se quedó unos pocos segundos en silencio.-Mamá, iré por ti al aeropuerto…. Aida se percataba que Marla le colgaba, sin decir más.Horacio en aquel momento se despertaba.-Mis padres se divorciarán, la verdad es que no tengo idea que les sucede, parecían felices, lo dije…parecían, no lo eran, en fin, mi madre estará en casa unos días, quiere buscar un apartamento-. Aida caminaba por la habitación en dirección al baño, se quedó varios minutos, en realidad solo estaba sentada con su mente en blanco.Unos pequeños toques en la puerta le hicieron reaccionar.-Cariño ¿Estas bien? -.-Lo estoy, saldré en unos minutos-.Se miraba al espejo mientras vertía agua fresca en su rostro ¿Qué hacer? Lo único que debía, apoyar a mamá.El vuelo había despegado tan solo dos horas ante
Aida acomodada en pequeño almohadón de cuello, descansaba totalmente relajada, pensaba en todo lo que estaba pasando, parecía como si una gran avalancha de problemas comenzara a salir de todos los rincones, aunque no podía negar que en varias cosas su padre tenía la razón, también su madre tenía sus puntos; Quizás los dos habían dejado de amarse, y el amor se fue decayendo…meditó varios minutos, su madre necesitaría todo su apoyo, era vital que no se derrumbara, y continuara como siempre llevando las mareas y los vientos con aire de humor. Sabia como lograrlo.La vida tenía sorpresas, algunas aparecían de la nada.-Te veo muy pensativa Aida-.Ella se sorprendía en aquel instante, Horacio llevaría algún par de segundos mirando su expresión que ahora era algo sombría.-Solo pensaba como se van desmoronando las cosas, sin que lo puedas evitar-.-Entiendo-. Él lo tenía más que claro, pues también estaba en esa lista de derrumbes, de un momento a otro la montaña cedería. Se sintió con ansi
En su habitación Marla guardaba su última pieza de ropa, la puerta se abría de par en par, la mujer de la limpieza le entregaba unas prendas, un par de zapatos deportivos y una toalla limpia. Todo estaba en orden y aseado. Le entregó una buena propina.Se sentaba sobre la cama, mientras miraba una pequeña foto que estaba en su cartera de mano, era ella y Robinson, eran jóvenes, hermosos y soñadores, ahora no quedaba nada.Ella era demasiado insoportable, volcánica, Robinson demasiado apagado y frio. Dos combinaciones que solo daban un agonizante bostezo, ¿Que más podía decir?No veía la hora de llegar, es seguro que Aida le diría varias cosas, pero ni tenía deseos de sentarse a escuchar palabra alguna, ni siquiera su misma voz. Las cosas estaban dichas, asumirlas, aceptarlas, encontrarse con ella misma, ¿Reflexionar? Pero…a esta altura de su vida, no le quedaban deseos de sentarse a relajarse, hacerse preguntas y contestarlas…se casaron tan jóvenes, miraba la fotografía, quince años a