El auto estacionaba frente a una amplia casa que a simple vista se veía imponente. Madelin y Edna una vez fuera del coche se quedaron asombradas ante la belleza de la misma, unos jardines florecidos eran encantadores a los ojos, podías pasar horas enteras deleitando la vista con los esplendidos colores. Se apreciaba el cuidado, Madelin notaba que les habían dedicado mucho tiempo.

-Buenas tardes, es un gusto saludarlas-.

-Buenas tardes-. Madelin extendía su mano para saludar a la afable mujer que las miraba con su amplia sonrisa.

-Por favor sigan-.

-Mi nombre es Madelin, ella es mi amiga Edna, pido disculpas por no llamarle para comunicarle que venía con alguien más-.

-Por favor, no tiene por qué disculparse, sigan…-.

-Gracias-.

Las condujo a una amplia biblioteca, era un salón con un ventanal de cristal, la luz de sol se filtraba por las cortinas blancas del lugar, un tocadiscos muy antiguo, hacia el honor de la música.

La mujer se disculpaba, en unos minutos el señor Leroy estaría pr