Capítulo 3

¿Por qué lo haces?...

Digamos que te creeré…

Ahora responde!!!

    El ambiente dentro del auto era pesado y muy silencioso, iba junto a Anastasia de camino a la academia de ballet, pero por alguna razón, a pesar de que nuestro destino ya no estaba muy lejos, aún no había intentado decir ni tan siquiera una palabra.

    Recostada en el respaldo del asiento trasero del auto, con la cabeza apoyada de lado en la ventana, observo todo aquello que se iba acercando y alejando de mi campo de visión. Pareciese que en realidad tuviese algún interés en lo que se encuentra de camino hacia la academia, pero la verdad era solo una excusa para poder distraerme y dejar de pensar en esa tarde...

La pulsera...

La foto...

Y la extraña manera en que todos quieren tratar de ocultarme "algo"

    Todas aquellas cosas que me atormentaban, seguían retumbando en mi cabeza, aun no entiendo por qué tuvieron que reaccionar así, no pudo simplemente alguno decir:

"Si, bien Violeta verás, la pulsera es..."

    No tengo idea tan siquiera de que respuesta esperaba de su parte pero todo era mejor que un silencio, mejor que nada y definitivamente mejor que la estúpida excusa que ambos me dieron para evadir mis preguntas. ¿A caso les cuesta demasiado ser normales? 

Aunque...

     No es que yo sea la persona más normal de mundo, ¿pero, al menos pudiesen ser menos raros?

    — ¿Por qué a mí? —Sin darme cuenta digo esto último en voz alta tal y como si estuviese sufriendo la mayor pena de mi vida, ganándome una expresión de asombro en el rostro de Ani, algo así como: "¿Te volviste loca?"

    A este paso debería estar acostumbrada a mis arrebatos y mis locuras en general, pero por algún motivo aún no termina de adaptarse.

Y por lo visto si sigo así algún día dará por sentada la idea de que estoy loca

Y no creo que ese día sea muy lejano...

    — ¿Violeta que te ocurre?— Me pregunta 

    —Nada, solo pensaba en voz alta, eso es todo— Me explico rápidamente volviendo a mi anterior posición junto a la ventana y continúo observando hacia el exterior a través de ella. 

Unos minutos más tarde llegamos a la academia...

    Sin mucho preámbulo entro en la sala donde se encuentran los vestidores y los casilleros para las chicas procediendo a dejar mis cosas en el que me corresponde

    Un poco irritada me recuesto en la puerta del casillero pasándome la mano por la nuca:— ¿Por qué me pasa esto, por qué tiene que afectarme tanto?— Me pregunto a mí misma en voz alta como si buscase el consuelo de alguien más.

    Sin más preámbulo salgo de la sala y me dirijo al teatro de la academia. Al llegar tomo mi posición en la clase junto a Anastasia y esta comienza, tras pasar unos minutos entre giros, saltos, flexiones y piruetas, finalmente nos conceden un pequeño descanso, por lo que me pareció perfecto para saciar la sed que mantenía a mi garganta tan seca como el mismísimo desierto del Sahara. 

    Abandono el teatro dirigiéndome nuevamente a los vestidores a por mí botella de agua y regreso de vuelta con el resto de bailarines. Al llegar un gesto repentino impulsado por el cansancio, me hace caer sentada en el suelo con los pies cruzados, quedando de frente a los asientos del público y...

Espera un segundo...

¿Eso es una persona?

    Entre-cerré los ojos intentando ver un poco más allá de la espesa oscuridad que caía como un manto sobre esa área del teatro.

Es...

¡Es Max!

    Mi rostro solo daba lugar a la perplejidad y mis ojos ya no tenían forma de abrirse más. En ese momento no sabía cómo reaccionar, me costaba entender lo que pasaba

¿Qué hace Max aquí? 

    Luego de unos segundos mirándolo, los cuales transcurrieron a la velocidad de la luz, Max pareció darse cuenta de que lo había descubierto porque a tan sólo unos segundos de haberlo visto se levantó del asiento y corrió escaleras arriba en dirección a la salida, perdiéndose detrás de ella luego de cerrarla con un torpe tirón. 

...

    —Aún no logro comprender que es lo que estaba haciendo ahí—. Le digo a Anastasia mientras estábamos sentadas en mi cama

    Ya habían pasado cerca de dos o tres horas desde que había visto a Max en la academia y realmente no lograba tranquilizarme. Aun me costaba entenderlo...

¿Por qué estaba ahí, qué se supone que buscaba?

    —Todo esto debe tener una buena explicación, no te enfrasques en ello—. Dijo Anastasia tratando de tranquilizarme—  Alguna de las chicas que estudian en la academia junto a nosotras debe ser su hermana o algo así— Agregó 

    —No es posible–. Negué rotundamente sería demasiada casualidad y además él no tiene hermanas— Solté torpemente para luego taparme la boca con las dos manos.

Perfecto Violeta, tu deja que tu tú  torpe se encargue de todo...

    — ¿Y tú cómo lo sabes?— Anastasia preguntó dudosa con una expresión de "Juuuuum" en su rostro

    —Emmm, no lo sé, solo lo supuse— Agregué rápidamente

    No es que hubiese hurgado en su expediente del colegio ya que la secretaria es mi amiga ni nada por el estilo.

Bueno si...

Lo hice...

¿Qué puedo decir?, soy curiosa.

Pero en mi defensa, no hurgué solo en el de Max...

También lo hice en los de Kael y Kevin...

Prevención, nada más que eso.

    Solo intentaba informarme en caso de que fueran peligrosos o algo así, nada de segundas intenciones.

Aunque viéndolo bien eso tampoco apelaba mucho a mi defensa

    —Bueno como sea, solo deja de pensar en eso pequeña— Se pone de pie saliendo de encima de  la cama, me besa la frente y camina hacia la puerta 

    —No soy pequeña, somos gemelas ¿recuerdas?— Me defiendo ante su —al menos para mí— ofensivo comentario y le lanzo una almohada que tomé de la cabecera de la cama.

Se apresura y sale de la habitación para luego asomar su cabeza por el marco de la misma:— Pero nací primero—. Dice con una amplia y divertida sonrisa y luego se marcha finalmente.

    No bastó un minuto más para que volviese a pensar en Max, la verdad si me causa una enorme curiosidad saber qué hacía ahí y exactamente a la misma hora de mi clase. 

¿Cabía la posibilidad de que fuese por mí?

¿Max podría...?

No, por dios Violeta no pienses en cosas absurdas

    Salgo de mis pensamientos voluntariamente y me recuesto sobre el suave colchón. Pasaron unos segundos y no me moví.

Nada...

    Solamente permanecí quieta sobre la cama mirando hacia el techo sin razón alguna, como si buscase las respuestas que tanto me hacen falta en el blanco impecable que llenaba mi campo visual. Posteriormente tomé mis audífonos que yacían sobre la mesita de noche, saqué mi teléfono del bolsillo lateral de la bolsa de entrenamiento y escuché mi canción favorita hasta quedarme dormida.

Y bueno...

No hace falta nombrarla, ya todos saben cuál es 

Max

    Allí estaba en el fondo del teatro donde Violeta practicaba, escondido justamente en esa zona donde la oscuridad llenaba cada rincón de las gradas, mientras la observaba ejecutar esos suaves y delicados movimientos que se unían en una danza perfecta. De repente recordé el día en que me conoció, bueno… en el que ella creía haberme conocido, ese día pensé que me mataría por haber tocado su casillero

Y aunque no fue a propósito, al parecer el destino quiso que nos encontráramos de nuevo

    Salgo voluntariamente de mis pensamientos y me percato de que los chicos estaban en medio de un descanso, inmediatamente ruedo mi vista sobre los bailarines y es ahí justo cuando observo a esa chica bajita de pelo rubio sentada en el suelo con los pies cruzados

 ¡¿Qué?!

¿Me está mirando?...

M****a me está mirando, ya me descubrió!!!

    Al darme cuenta de esto actúo inmediatamente recogiendo mi mochila y me las arreglo para salir lo más rápido que puedo de su campo de visión.

    Llegué a mi auto en menos de lo que mi cerebro pudo procesar y sin pensármelo dos veces, entré en él, arranqué y conduje fuera de ahí. Unos minutos más tarde llegué a casa, como de costumbre estaba vacía, mi padre estaba de viaje y como no tengo hermanos no tengo por más nadie que preocuparme. Subí a mi habitación e inmediatamente tiré mi mochila al suelo justo al lado de la cama y me tumbé en ella.

    Nunca me imaginé que Violeta fuera a darse cuenta de que estaba ahí, es decir... llevo haciéndolo desde hace ya un tiempo y nunca lo notó, ¿por qué tuvo que hacerlo hoy?

    Me doy una ducha caliente, ceno algo de comida precocinada y me recuesto en la cama, al pasar unos minutos atravesando el remolino de preocupaciones y pensamientos atolondrados que yacía dentro de mi cabeza, finalmente me quedé totalmente dormido 

Violeta

    Aún estoy dormida pero unos toques en mi puerta me despiertan inmediatamente, era mi madre, ya había pasado más de una semana desde que mis padres se fueron de viaje así que ya regresó, pero mi padre aún sigue en Canadá. 

    —Violeta despierta, son la 7:30, si es que lo recuerdas hoy es lunes, llegarás tarde—. Grita por detrás de la puerta 

    Al escuchar la hora que había dicho mi madre me exalto girándome sobre la cama sin darme cuenta de que estaba justo en el borde así que para mí desgracia caigo al suelo cual saco de papas, gruño de frustración y me levanto dirigiéndome al baño para darme una refrescante ducha matutina, al salir, lo más rápido que puedo, rebusco entre las perchas que hay dentro de mi armario, eligiendo un vestido rojo vino que combiné con unas botas negras de tacón alto que habían bajo él en la superficie baja del armario, después de eso simplemente me peino el cabello un poco pero opto por dejarlo suelto analizando el hecho de que el tiempo precisamente no me sobraba.

    Si, sé que no me gusta usar vestidos muy a menudo pero hoy en lo que menos podía pensar era en eso…

    Bajé las escaleras hacia el comedor, desayuné rápidamente lo que encontré y partí hacia el colegio con Anastasia 

    Justo al llegar, ambas bajamos del auto y debo decir que si no tuviéramos el cabello distinto pareciéramos la misma ya que hoy estamos vestidas exactamente igual, Anastasia va a la biblioteca a por un libro que necesitaba y yo fui a mi casillero a por el cuaderno de Derecho Romano.  Abro mi casillero, cojo el cuaderno y al girarme ahí estaba parado…

Robert… 

El típico chico popular del colegio por el que todas las chicas mueren

    Es un pesado, lleva detrás de mí desde que estábamos en la escuela media, y se obsesionó conmigo porque soy la que más difícil le ha sido de conquistar y que hasta el momento no ha podido

    — ¿Qué quieres?, tengo que irme—. Digo sin humor rodando los ojos

   —Solo una cosa, es simple, me das un beso y te dejo pasar, hoy estas muy guapa— Dice con un tono sugerente acercándose a mí 

   —Déjame pasar—. Retrocedo un paso  

   —Es solo un beso—. Me agarra fuerte del brazo y me empuja contra el casillero

No puedo entender cómo es que el pasillo está lleno y nadie hace nada, es increíble cómo pueden llegar a temerle a semejante imbécil 

    Lentamente se fue acercando a mí a lo que respondí cerrando forzosamente los ojos, por un momento pensé que iba a besarme pero escuche una voz masculina que me sacó de mi lapso mental—: ¡Suéltala! ¿acaso no oíste que no quiere?—. Dice Max mostrando una actitud calmada con las manos en los bolsillos 

    — ¿Sí?, ¿y tú quién eres?—. Gira la cabeza con una expresión de maleante en el rostro

Ridículo!!!!

Me mira y sonríe levemente—: Su novio

    Robert levanta las manos en señal de rendimiento cambiando la expresión de su rostro y apenas me suelta corro a los abrazos de Max.

Espera… ¿Por qué hice eso? 

    No sé lo que haya sido eso, ni de qué manera sucedió, pero de algún modo no tengo intención de soltarlo. Me sentía totalmente a gusto entre sus brazos, el calor que emanaba su cuerpo era realmente reconfortante y a pesar de que no me tocó en ningún momento y mantuvo su posición fría con las manos sumergidas en sus bolsillos, sentía que me protegía…

Pero luego fue raro…

    A penas Max perdió de vista a Robert, zafó mi agarre de él bruscamente y se giró para marcharse. Sin darle tiempo para irse le agarró del brazo y lo giro hacia mí.

    — ¿Por qué estabas en el teatro el sábado, por qué eres así todo el tiempo, por qué tienes que defenderme, por qué lo haces?—. Le reprocho entre gritos sin hacer alguna pausa entre mis palabras.

    Las personas que estaban de camino por el pasillo me miraban como si estuviese loca pero era a lo que menos le daba importancia, al menos en ese momento no lo hacía. 

    — ¿Por qué quieres saberlo, qué solucionarás con eso? A caso no te han dicho ya que no deberías hacer tantas preguntas—. Lanza de sopetón haciendo evidente el agobio en sus palabras para luego soltarse de mi agarre con un brusco tirón y alejarse de mí desapareciendo de mi campo de visión a través de repleto pasillo.

     Me quedé congelada, atónita, sin poder ni saber cómo reaccionar al respecto, sin decir nada.

¿Qué digo?...

¿Qué se supone que deba decir ahora?

¿Por qué tiene ese poder de borrar todas las palabras de mi mente?...

    Hasta este momento solía conectar el hecho de la pulsera con Kael y Kevin pero por alguna razón no lograba hallar el lazo que unía a Max con ellos, ahora tenía la certeza de que algo había y aunque no estaba segura de qué, sabía que me ocultaban algo. 

Una cosa…

    Una sola cosa los conectaba a los tres en el mismo punto, todos se empeñaban en ocultarme algo, todos insistían en que no debería hacer preguntas y que lo mejor es que no supiese nada, pero… ¿qué era esto tan importante?

    Que era tan importante para que decidieran mantenerme al margen.

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