¡Hola! Espero que la historia les esté gustando. Sus opiniones son muy importantes, no se olviden de dejar sus comentarios. Muchas gracias por leer.
A Maximiliano le intrigaba mucho esa mujer.Tenía algo, no sabía qué era, pero le recordaba a alguien y no sabía precisar a quién.—Entonces, ¿comenzamos? —le dijo y ella en lugar de mostrarse coqueta como lo haría cualquier mujer que iba a un club como el suyo en busca de nuevas experiencias, se levantó de un salto y comenzó a tirar de la tela de su vestido.Por más que lo intentaba, aquel pequeño trapito no daba para cubrirla mucho.—¿Comenzar? No entiendo qué habría que comenzar, creo que ya se me hizo un poco tarde —balbuceó nerviosa, pero él no estaba dispuesto a dejarla escapar en esa ocasión.—A descubrir lo que quieres del Carpe diem, cariño —le susurró en cuanto estuvo a su lado y ella volvió a caer en el asiento al intentar dar un paso atrás—. ¿Por qué tan nerviosa?Maximiliano encendió las pantallas y en ellas comenzó a mostrarse las diferentes zonas del club.—No estoy nerviosa —Zafiro intentó disimular su arranque anterior, se acarició el cabello con coquetería e hizo un
Delilah obedeció, lo hizo por las reacciones de su cuerpo, porque su mente le decía que huyera, pero los sonidos que salían de aquellos altavoces, su esposo mirándola de aquella forma y su voz cargada de deseo la tenía a un paso de entregarle todo. Sentía la humedad centrándose en un punto exacto de su cuerpo pidiéndole atención y su corazón acelerado por el nerviosismo y la expectación. Esa noche era Zafiro y no Delilah, se dejaría llevar sin remedio porque ya no creía poder hacer otra cosa. Sus piernas abiertas frente a Maximiliano no la hizo sentir expuesta como imaginó. Él la miraba de una forma que no sabía cómo catalogar, pero que la hacía sentir un cosquilleo en el vientre que iba creciendo por momentos. Toda esa exhibición iba destinada a su esposo y la forma en que él tragaba de modo enérgico la saliva y provocaba que su nuez de Adán se moviera en su cuello la hizo sentir poderosa. Maximiliano se sentó frente a ella, pero alejado para tener una visión completa de su cuer
—Ey, Max, ¿dónde vas? —Su amigo lo interceptó cuando salió detrás de Zafiro y el encontronazo evitó que pudiera dar con ella antes de que se escapara del club.—Ahora no, Marco, tengo que encontrarla. ¿Viste por dónde se fue? —preguntó, nervioso y muy frustrado porque no recordaba la última vez que había deseado tanto a una mujer y se le escapaba de esa forma.Su amigo le dirigió una mirada a su atuendo y comenzó a comprender lo ocurrido.—¿El gato intentando cazar a la ratoncita? No me digas, por las pintas que traes debes tener las bolas azules. —Maximiliano bufó e intentó esquivarlo, pero su amigo se puso de nuevo frente a él—. La gente te está mirando, no puedes salir corriendo de esa forma detrás de una cliente.—No habría necesitado correr si no te hubieras puesto en mi camino —se quejó y quiso regresar a su oficina para no escucharlo, pero tras lo ocurrido allí lo que necesitaba era aire fresco.—Me puse en tu camino porque estabas dando un espectáculo. ¿Qué te está pasando? ¿C
Delilah olvidó su moño mal hecho, su pijama y sus pantuflas. Primero le iba a preguntar a ese descarado quién era para presentarse en su casa y después le daría con la puerta en las narices. —Se está equivocando de casa y deje de mirarme así. —Escuchó a su hermana que pregunta quién era y Delilah miró al hombre y dijo—: ¡Un borracho! Pero no es papá. —¡Cómo que borracho! Solo estoy amanecido —bromeó él sin darle importancia a sus palabras—. Mi nombres es… —El señor Marco, ¿qué alegría verlo? —se entrometió Andrea y Delilah miró de uno a otro—. Si busca al señor Maximiliano no se encuentra aquí. —¿Al señor Maximiliano? —preguntó Delilah que continuaba sin entender quién era ese hombre y qué hacía en la puerta de su casa mirándola de esa forma tan descarada—. Ya la escuchaste, el pervertido Maximiliano no se encuentra en la casa y tampoco lo encontrará en otro momento porque no vive aquí. Andrea la miró con cara de espanto y no le extrañó porque incluso ella estaba sorprendida del
—Nana —susurró su hermana en cuanto Marco se fue detrás de Andrea a la cocina, al parecer su empleada tenía un gran cariño por ese hombre—. Es uno de mis jefes, ¿y si me quedo y me reconoce como la que le echó la bebida encima a tu esposo? Mejor me voy.Delilah no había pensado en eso, pero no quería quedarse a solas con ese hombre.—No te marches —le pidió.—Te haré caso, iré a recoger mis cosas a casa y vendré a vivir contigo. Ya no volveré a ese lugar porque un día me acabarán por reconocer como tu hermana y te meteré en problemas.Aquella noticia la hizo muy feliz y le quitó el malestar que tenía desde la noche anterior.—En cuanto me libere aquí iré a ayudarte. —La abrazó con rapidez y le dio un beso en la frente—. Te quiero, ahora corre y date prisa.Aurora agarró su teléfono, su bolso y salió corriendo.Salía por la puerta cuando Marco regresó con Andrea y se fijó en que su hermana escapó dando un portazo.—¿Tenías compañía? —preguntó demasiado curioso.—Era mi hermana, pero tu
—¿Se puede saber qué es eso que van a repetir? —siseó Maximiliano y se veía tan tenso y enfadado que Delilah sintió un escalofrío.Se frotó los brazos y Marco que se encontraba junto a ella en lugar de apartarse, se acercó más.—Me habían dicho que no estabas en casa, creí que ya no vivías aquí, amigo —pronunció Marco con toda la calma, como si la actitud de Maximiliano no fuese con él.¿Qué hacía su esposo allí? ¿Cuándo había entrado y por qué estaba solo con una toalla?Max apretó los labios en una línea y mostró los puños a ambos lados de su cuerpo.Se veía molesto y Delilah intentó obviar que su esposo estaba casi desnudo en la sala de su casa.Era todo un espectáculo para la vista y sus ojos querían recrearse en aquel cuerpo, pero no pensaba permitírselo, aunque no pudo evitar que los pensamientos de lo ocurrido la noche anterior ocuparan su mente y se le acelerara el corazón.Delilah carraspeó para que ambos hombres dejaran de retarse con la mirada.¿Sería posible que Marco tuvi
Delilah se desesperó, sentía que le iba a dar un infarto fulminante al verlo marcharse hacia su habitación. Su plan iba a fracasar antes de comenzar solo por ser una descuidada y una desordenada. Si no hubiera llegado en la noche lamiéndose las heridas, habría guardado todo en lugar de echarse a llorar. No podía permitirlo, tenía que impedirlo como fuera. —¡Ni se te ocurra! —gritó y salió corriendo detrás de él. Maximiliano se detuvo al escuchar su grito y se dio la vuelta para ver a qué se debía su histeria. La expresión de su marido en ese momento era de incredulidad al verla acercarse corriendo con más energía que una atleta profesional. La mirada de Maximiliano recayó en sus pechos, que incluso le dolían por la forma en que se movían libres por no haberse puesto un brasier. La veía con deseo y aquella mirada la desestabilizó. Estaba próxima a llegar a su objetivo cuando una de las pantuflas de gato se salió de su pie y voló hasta su esposo. Aquel hombre, que al parecer c
—Delilah, quítate y déjame pasar —dijo Maximiliano, su risa había sido sustituida por un semblante serio. Al parecer ya no le estaba gustando que ella no le permitiera entrar en su habitación. —No lo haré, no tienes derecho, es mi privacidad, mi espacio seguro y no vas llenarlo con tus… Con tus hormonas masculinas de pervertido —graznó ya sin saber qué excusa ponerle. Si él entraba y veía la peluca y el vestido, ella iba a necesitar un cohete espacial para poder huir a otro planeta. No era el momento de que se enterara porque la única que se vería como una desesperada que buscaba su atención sería ella y no soportaría esa humillación tan grande. —¿Qué estás ocultando? —lo escuchó gruñir demasiado cerca de su rostro y su aliento le erizó la piel—. ¿Es otro hombre? ¿No me digas que Marco te interrumpió y ya estabas con otro? —Y si así fuera, ¿qué? No tienes derecho a reclamarme nada —dijo con menos seguridad de la que esperaba. Su tono de voz era nervioso y no se atrevía a mirarlo