La señora Diana,mi suegra nunca se tomó el tiempo para conocerme,ella no soportaba mi presencia y no lo disimulaba.

Ella vino a buscarme a mi departamento y yo tan ilusa que pensé que había decido darme una oportunidad o que al menos ya estaba cambiando de parecer y empezaba a aceptarme cómo la esposa de su hijo.

—¡Doña, Diana!,pase por favor.

Ella me dio un frío vistazo de pies a cabeza,su sonrisa era frívola y su labios se curvaron,la expresión de su rostro me convenció de que ella no venía en son de paz,su ceño fruncido lo decía todo.

¡Dime, Amira!, ¿cuánto dinero necesitas para apartarte de mi hijo?

Ella abrió su bolso de diseñador y sacó la chequera.Me sorprendió la pregunta tan directa y me sentí ofendida por la insinuación. Tomé aire y respondí con calma–Señora,entiendo que pueda tener preocupaciones sobre nuestra relación, pero déjeme asegurarle que no tengo ningún interés en separarme de Mark y mucho menos en su dinero. Mi amor por él es genuino y no tiene precio.

¡Pamplina