Capítulo 2

Samantha.

(...)

—Amor no sabes lo feliz que me has hecho —Fabián me llena de besos y eso me encanta de él, me encanta toda su ternura.

—Amor, somos dos porque desde este momento tú me has hecho la mujer más feliz del planeta —hablo entre labios.

—Eso me gusta escuchar porque eres una reina y te mereces que te consienta y te dé todo lo que mereces.

Ahora todos nos encontramos en casa de Fabián, todos los invitados están en el jardín y Fabián organizó una gran fiesta.

—Amor hay muchos invitados y no me dijiste nada de toda esta organización de fiestas, yo pensé que iba a hacer pequeña.

—Oye, no hables de dinero, aparte es nuestra boda y nosotros nos merecemos esto y más.

—Está bien, mi queridísimo esposo —agarro su mano y lo jalo hacia la celebración para estar con los invitados.

—Vamos a bailar mi queridísima esposa —me señala la pista—, tenemos que aprovechar cada momento juntos.

—Claro mi cielo —alza un poco la voz porque la música cada vez asciende.

Ambos estamos bailando y todos los invitados nos aplauden, luego poco a poco las parejas están entrando a la pista a bailar. Mi padre le pide a Fabián que si puedo bailar una pieza con él y ambos asentimos que sí.

—Hoy dejas de ser mi niña ante todas estas personas, pero para mí tú siempre seguirás siendo mi niña —susurra cerca de mi oído.

—Gracias, papito —se me hace un nudo en la garganta al tener presente que ya no viviré con ellos—, no sabes lo feliz que estoy, me siento la chica más afortunada del mundo.

—Si mi niña, hoy es tu día y quiero que lo disfrutes, Samantha cualquier cosa que se te ofrezca o cualquier consejo que tú quieras, aquí estaré para ti mi niña.

—Gracias, padre y te recuerdo que yo jamás los abandonaré y cuiden a mi pequeña hermanita.

Siempre pensando en mi hermana, no quiero que la descuiden y si me refiero a cuidarla, es que no la consientan mucho, no es envidia, lo que quiero es que ella se enfoque en sus estudios.

—Claro que la cuidaré mi niña, dime cuándo se van de luna de miel.

—Hoy, papá, terminado la fiesta nos iremos, pero Fabián todavía no me quiere decir en qué país pasaremos la luna de miel.

—Lo más seguro es que sea una sorpresa, pero de antemano te pido que te cuides mucho y no te preocupes por nosotros —sonríe, eso me dice que mi padre es cómplice de esa sorpresa.

—Disculpe suegro, quiero bailar esta pieza con mi linda esposa —mi amado esposo hace acto de presencia, mi padre con un asentimiento le cede el lugar.

—Amor, no quiero que estemos separados mucho tiempo.

—No estés tan desesperado esposo, ya tendremos para muchos ratos —ronroneo cerca de su oído.

—Es que me vuelves loco esposa mía —jadea, dejándome un beso húmedo en el cuello.

—Amor qué momento más lindo estoy viviendo, sabes siento que todo esto es un cuento de hadas y no quiero que termine nunca —suelto un fuerte suspiro.

—Esto es lo mágico de nuestro amor, y te prometo que desde hoy en adelante tus días serán mágicos como este día.

—Yo sabía esposo mío que no me equivoque en casarme contigo y ser tu única mujer.

—Y yo no me equivoqué en escoger a una bella dama y verás esposa mía cómo todos los días te demostraré lo exquisita que eres.

***

Pasamos bailando, riendo, partiendo el pastel, luego me reuní con todos los invitados para tirar el ramo, todas las jovencitas saltaban de emoción por ser una de ellas que atrapé el ramo.

—1, 2 y a las 3…… —lance el ramo, todas las chicas saltaban de emoción y veo que lo atrapa un chico alto, fornido, tez blanca, rubio, ¡wao!, tiene muchos tatuajes, bueno eso es lo que logró ver, pero hay algo raro, jamás había visto ese chico.

—Amor tú conoces a ese chico, porque jamás lo había visto —me acerco a Fabián y me quedo asombrado porque él está nervioso al ver a ese hombre.

—Tranquila, amor, él es un socio del trabajo —¿Mmm?, eso no es suficiente porque sus palabras dicen una cosa y sus gestos otra.

—Buenas, buenas, buenas… —enfatiza—, ¿cómo están los novios?—el chico tatuado se acerca hacia nosotros y yo me pongo tensa porque hay algo de él que me da mucho miedo.

—Felices —solo eso dijo Fabián y todos los invitados observaron toda la conversación.

—Que bueno y no se imaginan el regalo que les traje, pero puedo hablar contigo en privado Fabián —se dirige a Fabián después de examinarme de arriba hacia abajo.

—Samantha puedes decirles a los invitados que nosotros nos retiramos y que todos quedan en su casa —ordena, sin verme al rostro—, que disfruten de la fiesta y que nos disculpen, pero nosotros nos tenemos que ir porque creo que nuestro vuelo saldrá en unas horas.

¿Qué está pasando aquí?

—Si amor…

—Perfecto Fabián, ya que todo está solucionado es mejor que nosotros nos apresuremos —Fabián le señala la entrada de la casa, el chico tatuado asiente y ambos se dirigen hacia la casa.

Al ver que ellos se iban me voy donde está el chico que dirige la música para pedirle el micrófono. —Gracias a todos por venir —respiro profundo, trato de controlar mi nerviosismo—, pero les tengo que informar que llegó el momento que los novios se retiran para su viaje de luna de miel—al escuchar eso todos empiezan aplaudir, pero en cambio mis padres nos les pareció buena la noticia, dado que veo que vienen hacia mí.

—Hija, pero tú dijiste que se iban después de la fiesta —protesta mi padre.

—Eso pensé  papá y lo que pasa es que Fabián en última hora se enteró de que el avión saldrá pronto.

Espero que todo lo que me dijo Fabián sea cierto y no por la presencia del hombre tatuado.

—Mi niña, entonces no los atrasamos y que Dios los acompañe, los bendiga y los proteja.

—Gracias, padres y ustedes igual se me cuidan —me abalanzo hacia los brazos de mi madre y de mi padre.

—Adiós mi niña y llámanos cuando puedan, no se preocupen por la casa que nosotros nos encargaremos —entre lágrimas me despido de mis padres.

Me dirijo dónde está mi esposo y que bueno que todo el equipaje ya esté listo para no tener ningún inconveniente con el atraso del viaje.

Rafael.

[Flashback]

Vamos en camino a casa del imbécil que me debe mucho dinero, nadie en esta vida me queda debiendo nada, siempre se lo cobró hasta con su vida, el muy pendejo pensó que a mí se me iba a olvidar esa deuda. ¡Está muy pendejo si piensa que soy un santo samaritano! Mi dinero es mi dinero y nadie en este puto mundo me roba.

—Jefe, están todos los invitados —al bajarme del auto, Juan me da un informe de la situación que hay dentro de esa casa—, que hacemos, lo esperamos o entramos a darle la bienvenida a su otra vida.

—Juan, como se te ocurre que nos quedaremos aquí, tenemos que entrar para felicitar a los recién casados —en mi rostro se dibuja una enorme sonrisa—, dile a los hombres que observen toda la casa y que el adicto no escape.

—Jefe, hay muchos invitados y todo esto huele a mucho dinero —me advierte.

—Sí, Juan, el muy maldito se gastó todo mi dinero —decido avanzar y entrar a la celebración de la que tiene tiempo de caducidad.

—Jefe ahí está el maldito, y todos contentos —Juan sigue mis pasos—, mire a la mujer que tiene, pobre no sabe lo que le espera —entrando puedo ver que la mujer se ve maravillosa con ese vestido, veo cuando lanza el ramo, pero jamás esperé que ese maldito ramo cayera en mis manos, dicen las viejas que el que atrapa el ramo en una boda es el siguiente en casarse, antes podía creerlo, pero ahora digo que es una maldita farsa porque mi único amor es Liz. 

—Buenas, buenas, buenas, ¿Cómo están los novios? —no tuve otra opción que hablar, ya que tuve que ser yo el que atrapará el ramo, se lo doy a Juan que lo tenga porque de parte de mí lo lanzo, pero aún no quiero ser el show.

El muy pendejo del adicto sabe quién soy y sé pone de lo más nervioso, le dije que necesitaba hablar con él y después pienso llevarlos a un mejor lugar. Entramos a la casa y él está que le tiembla todos los huesos.

[Fin del Flashback] 

—Señor déjeme que le expliqué —su nerviosismo en su voz me causa náuseas.

—Cállate puto adicto —exploto en tan solo segundos—, no gastes tus palabras hasta que llegue el momento—doy un paso hacia delante—, solo una cosa te diré y es que cuando llegue tu zorra quiero que le digas que se tranquilice y que darán un paseo antes de irse de luna de miel.

Pretendo que esa mujer se entere del tipo de rata con el que se ha casado, es obvio que ella piensa que es un ángel o el hombre ideal.

—Jefe las camionetas están listas para cuando venga la señorita —Juan interviene porque sabe que no soporto ver a los que no me quieren pagar y en este momento estoy haciendo fuerza de voluntad para no matarlo aquí mismos.

—Ya mi amor, ya me despedí de todos los invitados —¡y aparece la reina!

—Que bueno porque llegué a pensar que nunca vendría —exclamo, con una pizca de ironía.

—Amor vamos —el drogadicto se dirige hacia ella—, en las camionetas ya están las maletas y los señores nos llevarán.

—Pero Fabián, tú no me dijiste nada y no sé por qué este cambio tan repentino, me puedes explicar qué está pasando —la mujer se pone altanera, tiene su carácter, pero espero ver eso cuando se entere con la clase de rata con la que se ha casado.

—Después te explico Samantha y mejor avancemos y no hagamos esperar a los señores —toma de su mano.

Ah, esa mujer si ya me estaba hartando con sus preguntas estúpidas.

***

En todo el camino todos íbamos en un rotundo silencio, nadie hablaba nada y solo la mujercita y el adicto se mataban con la mirada, porque al parecer la mujercita no es tonta como pensé y sabe que no vamos en dirección al aeropuerto.

—Llegamos jefe —anuncia Juan.

—Tú sabes que hacer —bajamos del auto y Juan con otros hombres escoltan van por la parejita del año.

A pocos pasos entro a la bodega, es una que tengo fuera de la ciudad para asuntos de mercancía o la ocupo para este tipo de cosas especiales.

—Fabián, puedo saber que hacemos aquí —escucho los reclamos de la mujer y me causa gracia.

—Ahora si explícame miserable, dónde está mi dinero —la mujer de él se voltea a verlo, pidiéndole explicación.

—Por favor señor, permite que Samantha se vaya, ella no tiene nada que ver con lo que le debo —se arrodilla pidiéndome piedad.

—¿Qué? Tú le debes Fabián, dime qué es lo que está pasando.

—Cállate mujer, que se me está acabando la paciencia —grito, de lo exasperado que me tiene esta mujer—, y te informo que las preguntas aquí las hago yo.

Chasqueo mis dedos en señal para que mis hombres saque sus armas.

—Tranquilo señor, no nos mate —empieza las súplicas de piedad, pero lamentablemente no tengo ganas de perdonar—, no tengo su dinero, pero puedo hacerle una oferta.

—Cómo que no tienes mi dinero, tú sabes muy bien que nadie juega conmigo —bramo.

—Mi oferta es que te daré la mitad del dinero y la otra mitad te la puedes cobrar con Samantha.

Será que escuche bien, ¡está vendiendo a su mujer!

—Que te sucede Fabián, yo soy tu esposa —la mujer sale del shock que le estaban provocando las armas para reaccionar y procesar lo que el drogadicto acaba de decir. 

—Cállate Samantha, tú te vas porque te vas porque yo no moriré por tu culpa —el drogadicto empieza a gritarle—, y si te escogí como esposa es para venderte a él o a otro postor que de una buena suma de dinero por ti—la mujer se queda con la boca abierta.

—Así que la estás vendiendo —niego entre risas—, no me digas que de adicto pasaste a trata de blancas, aparte que podía esperar de un adicto como tú.

—Señor acepte, usted puede hacer lo que quiera con ella —dice sin tener pelos en la lengua—, y el resto del dinero se lo entregaré ahora mismo—sisea, se levanta e intenta dar un paso adelante, pero mis hombres se lo impiden—. Y si no la quiere, déjeme que la vaya a vender a otro lugar y así recuperar todo su dinero.

Qué es lo que haré con este puto drogadicto, al parecer la pobre mujer no sabe con qué animal se metió, está asustada y llorando. Tengo que pensar, además no importa si los mato a los dos o si dejo ir a la mujer, pero el problema es que más adelante ella podría ser un problema para mí, pero no me vendría mal si la suavizo y que se gane mi confianza y luego pensaré si le doy la libertad.

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