Un día después—Prefiero estar torturándome viendo por quinta vez esa película favorita de Artem, que estar aquí —se quejó por milésima vez, y su queja resonó en el bullicio del centro comercial. Bufé, consciente de la impaciencia que destilaba en cada palabra.Debido a que supe con poco tiempo sobre nuestro viaje, me vi en la necesidad de salir a comprar ropa tanto para los niños como para mí. Así que llevábamos más de dos horas inmersos en el bullicioso centro comercial, explorando las tiendas y adquiriendo todo lo que pudiera necesitar durante nuestra estancia en Grecia.—¿En serio? Porque no quiero quejas si después compro algún traje de baño demasiado revelador —bromeé, provocando un fruncimiento en su ceño mientras me miraba confundido.—¿Por qué me quejaría? Es tu cuerpo. Aunque sea mío, lo vistes como tú quieras —respondió con un tono de voz que dejaba traslucir su seguridad y posesión.—¿Y las miradas? —quise saber, girándome para buscar un traje de baño de dos piezas. Sentí
—¿Cómo celebran la navidad en Italia? —Indagó Andrea, mientras yo seleccionaba cuidadosamente los ingredientes para los platos tradicionales que tenía en mente. —La vigilia di Natale (Nochebuena) generalmente se celebra con una cena a base de pescado y mariscos. Es tradición evitar la carne roja en esta ocasión, y, por supuesto, no falta la pasta. —Ambas reímos—. La mesa debe de estar repleta, es un momento agradable en familia impregnado del espíritu navideño. Los regalos son un elemento esencial —expliqué, mientras observaba de reojo cómo Lena lidiaba con Lia en brazos—. ll Pranzo di Natale, el almuerzo de navidad, también es celebrado. Generalmente, se opta por carne asada en esta ocasión. ¿Y en tu país?—En Colombia, la tradición es similar, pero la cena suele incluir carne roja o blanca. Preparamos platillos navideños como buñuelos, natilla, todo acompañado de buena música y charlas animadas.Me detuve un momento para inspeccionar el carro y noté que no había nada que represent
—Darko, llegué —grité apenas entré, arrepintiéndome al instante, pues mi hermosa princesa se levantó con curiosidad en sus ojos.Escuché risas procedentes de la cocina, acompañadas de algunas maldiciones por parte de Darko. Algo me decía que lo que vería no sería de mi agrado.—¿Artem? —pregunté, entrando apresuradamente a la cocina— ¡¡Artem!!— grité horrorizada al contemplar la escena.Todo su cuerpo estaba cubierto de merengue y harina. Los dos idiotas no eran la excepción. Pensé que Xander era sensato, pero ahora veía que era igual o incluso más estúpido que mi esposo.La cocina entera estaba llena de harina, y había huevos partidos esparcidos por el suelo.—Mamá —susurró Artem sorprendido.Mi corazón dio un vuelco al escuchar esa simple pero poderosa frase, capaz de matarme de amor. Era una melodía que sonaba realmente bien, y amaba escucharla de su boca.—Isabella —dijeron al unísono los dos hombres.—¡¿Qué rayos pasó aquí?! —grité iracunda—. Soy yo la que limpio para que vengan
Tal vez debería hablar del tema más tarde, pero no sabía si para entonces tendría la voluntad para hacerlo. Inhalé profundamente, tratando de prepararme para abordar este delicado tema.—Pensé que lo tenías bajo control, pero hoy llegué a la conclusión de que no es así —fruncí el ceño, buscando las palabras adecuadas—. ¿Siempre tienes que asesinar a alguien antes de que hagas el amor conmigo?Él entrecerró los ojos, escrutándome detenidamente, y finalmente asintió.—Tengo todo bajo control. La manera en que lo hago no es relevante; además, hay muchos factores que influyen. No siempre implica quitarle la vida a alguien; a veces, simplemente no hago nada. ¿Por qué la pregunta?—Es en serio, ¿crees que podré vivir sabiendo que, para compartir intimidad con mi esposo, alguien tiene que morir? —pregunté, dejando que la preocupación resonara en mi voz—. No soy egoísta, y las vidas humanas son importantes para mí. ¡Maldición, soy médico!Sus ojos se ablandaron ante mi angustia, y un suspiro
POV DARKO ROMANOV Varios golpes resonaron en la puerta, sacándome de mi ensimismamiento. Mis ojos se abrieron con rapidez y parpadeé varias veces, agradeciendo mentalmente a quienquiera que estuviera al otro lado. Estaba a punto de cometer una locura de la que probablemente me arrepentiría amargamente si mi amada Isa salía lastimada. Con una mezcla de sorpresa y molestia, me disponía a cubrir mi dolorosa polla mientras dejaba escapar un par de maldiciones, pero antes de que pudiera siquiera reaccionar, las manos de Isa me detuvieron con fuerza. Fruncí el ceño, observándola con desconcierto. —¿Quién es? —preguntó. En cuestión de segundos, sus dedos se aferraron con firmeza alrededor de mi polla y suspiré. —Soy yo, Masha, señora Isabella. Lamento interrumpir, pero Lia ha despertado —anunció con respeto, aunque la urgencia tintaba su tono. Isa asintió, aun cuando sabía que no la vería. Sentí cómo sus manos continuaban su camino, explorando con destreza mi falo. Mi ceño se frunció a
Desperté al percibir unos murmullos susurrantes a mi lado. Quise maldecir en voz alta, pero la pequeña conversación entre estos dos individuos atrapó mi atención de inmediato. Opté por fingir que continuaba sumida en un sueño ligero, ocultando mi observación detrás de mis párpados entrecerrados.—¿Qué me darás de cumpleaños? —preguntó mi esposo con un matiz de expectación.—No tengo, papá —se quejó Artem en un tono infantil.—¿No tienes qué? Tacaño.Pude imaginar que en esos momentos mi bebé hacía un puchero adorable.—Dinero —susurró.—Oye, eres pequeño y tal vez aún no entiendas la magnitud de lo que diré, pero trata de entender —musitó con una ternura que me conmovió.—Sí, papá —respondió obediente.—Lo mío es tuyo, y soy dueño de muchos... castillos y un país muy, muy grande. Ciudades, hombres que nos cuidan de los malos y poseo dinero infinito. Así que lo que quieras, papá te lo comprará. ¿Está bien?Un silencio tenso se apoderó del ambiente, como si el peso de la oferta fuera de
Artem nos empezó a hablar de un programa de muñecos que vio la otra noche y de cómo le gustaba tanto que quería que Santa se lo trajera para tenerlos en su habitación. Sus ojitos brillaban con emoción, contagiándonos con su entusiasmo infantil.Darko, con su característica atención paternal, sacó su teléfono y lo mostró.—¿Cuál de estos programas es? —preguntó.Artem, entusiasmado por la atención de su padre, señaló emocionado en la pantalla con una risa juguetona, sus ojos brillaban con pura alegría.—¡Paw patrol! ¡Mira, son perritos! —exclamó con un brillo travieso en su mirada.—¿Qué más deseas que te traiga Santa? —inquirí, buscando alimentar la magia del momento.—Tres carros, dos motos, dos cuatrimotos, una casa en el árbol, montones de juguetes y ropa como la tuya, papá. Pero no de niño —añadió, frunciendo ligeramente su pequeño ceño, lo cual me hizo derretir de ternura—. También quiero...—¿Tienes más deseos, pequeño? —exclamé, genuinamente sorprendida por la extensión de su l
Había sido una idea estupenda. No habíamos tenido la oportunidad de disfrutar de una cita romántica, y sentía que era el mejor regalo que le podría dar, especialmente en un lugar tan mágico como Grecia. Para la ocasión, había alquilado un lugar privado con una impresionante vista al mar. Contaba con una piscina y todo el espacio había sido decorado meticulosamente con pequeñas velas, luces titilantes y esparcidos pétalos que conferían al ambiente un encanto mágico.Darko era tan diferente cuando estaba con las personas que le importaban, mostrándose más suelto, más relajado, más humano. Cuando vi el brillo en sus ojos al descubrir mi sorpresa, supe que había logrado crear un momento único.Nos sumergimos en una atmósfera encantadora, disfrutando de la cena a la luz de las velas mientras las olas rompían suavemente en la costa. Me sentía agradecida por la oportunidad de compartir este instante especial con él, lejos de las tensiones y el caos del día a día.Como otra sorpresa, había or