Él solo podía imaginar lo feliz que debía estar Sharon esa noche y lo hermosa que se veía con su vestido.

Ya no faltaba mucho. En un par de horas, ¡ella le pertenecería!

“Si necesitas algo, escúpelo. Si no tienes nada que decir, me gustaría volver a la fiesta”. En efecto, Xena estaba de mal humor.

Howard se burló: “¿Volver a la fiesta? ¿Puedes soportar verlos estar uno encima del otro?”.

“¿Por qué no puedo? ¡Soy yo quien se convertirá en la mujer de Simon mañana!”. Xena volvió a sentir un rayo de esperanza tan pronto como dijo esto en voz alta.

“No estés demasiado feliz. Aún es temprano. El acto aún no está hecho, así que puede pasar cualquier cosa”, le recordó Howard.

“Esa no es una opción. Prometí cooperar contigo, así que debes garantizar el éxito del plan. Si no puedo ser la mujer de Simon mañana, ¡me aseguraré de que las cosas tampoco terminen bien para ti!”. Xena estaba tentando a su suerte.

“Mi plan es impecable, pero dependerá de si puedes completar tu parte del trato ma