Eugene frunció sus delgados labios y dejó la copa de vino que estaba llena de un líquido dorado en la mesa. Él se levantó.

Fern entró en la habitación y estaba a punto de cerrar la puerta con cerradura cuando apareció la imponente silueta del hombre. Él entró directamente en la habitación sin importarle nada.

A pesar de que esta era la habitación de Fern y su hija, también era el territorio de él. Ella no podía impedir que él entrara.

Ella no quiso mirarlo y se dio la vuelta de inmediato para caminar hacia la habitación. Una expresión fría permaneció en el rostro de Fern. “¿Necesitas algo?”. Ella se sentó frente al tocador.

Después de que Eugene cerró la puerta, se acercó a ella, sin preocuparse por la expresión fría en el rostro de la mujer.

Después de llegar detrás de ella, él estiró sus largos brazos y los colocó sobre el tocador. Se inclinó para acercarse más a ella y le habló al oído: “Sienna acaba de llamar. Vendrá a cenar con nosotros”.

El rostro inexpresivo de Fern finalm