Sharon no sabía qué decir, pero aún así lo persiguió. “Oye…”.

Ella llegó al apartamento una vez más, sintiéndose momentáneamente aturdida. Después de todo, ella no esperaba volver a poner un pie aquí después de que se fue ese día.

Se quedó de pie junto a la puerta de la habitación, mirando cómo Simon colocaba con cuidado a su hijo en la cama y lo arropaba.

Parecía que se había adaptado completamente a su papel de padre. A pesar de que estaba lejos de ser competente, las cosas que podía darle a Sebastian eran más que cualquier cosa que ella pudiera darle.

Los dos salieron de la habitación y se dirigieron a la sala. Afuera seguía lloviendo y las gotas de lluvia golpeaban la ventana de vidrio, produciendo ruidos.

Sharon bajó su mirada y dijo: “Entonces... supongo que estará durmiendo aquí hoy. Puedes quedarte con él por la noche. Me iré ahora”.

Simon se había quitado el abrigo hace un momento y tenía puesto una camisa negra metálica con toques de gris debajo. Dos de los botones de s