“¿Y tú... estás de acuerdo?”, ella preguntó de manera vacilante.

Sus ojos se encontraron. El hombre no respondió de inmediato, eso solo hizo que ella se sintiera aún más nerviosa. ¿De qué estaba nerviosa?

¿Acaso ella no quería divorciarse de él? Después de todo, su matrimonio no era más que un pacto.

Sin embargo... si se divorciaban, ¿quién tendría la tutela del niño?

“¿Quieres divorciarte de mí?”. Él se inclinó hacia ella mientras le preguntaba en voz baja.

Él estaba tan cerca de ella que sus respiraciones se entremezclaban. Ella sentía que entraba en un trance momentáneo mientras agitaba su cabeza y dijo: “No, no quiero el divorcio”.

La idea se le había ocurrido de repente. Si se divorciaban, ella podría perder la tutela de su hijo. Por lo tanto, ella nunca accedería a un divorcio.

Los ojos de Simon brillaron mientras sus labios sensuales se curvaban hacia arriba en una sonrisa. “Así es. Parece que no te has olvidado de nuestro acuerdo”.

“Pero tu hermana...”.

“Ya me he ocupa