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Capítulo Uno: El acosador

•Rosse Stone.

Pasó casi un año después del accidente, aún no sé como estoy viva, muchas cosas pasaron, una de ellas era la gran mentira de mi madre para casarme con Carter, no sé como pudo hacer eso. Tuve que mudarme a la isla, ya que en la ciudad no podíamos estar, Mi madre se fue del país y no quería ser una carga más para mi abuela materna, también tuve que comenzar en un colegio nuevo, donde le añadieron un año más y donde tuve que hacer un examen y estar a la mitad del periodo, igual que los demás. En unos pocos meses pasaron muchas cosas, y la peor de ellas... 

Su muerte.

Aún siento como la culpa se apodera de mí, sino hubiera sido por mí, sí tan sólo le hubiera dicho que no a Carter; me hubiera ahorrado muchas cosas, hubiera evitado que él muriera. Él no tenía que morir.

Las lagrimas humedecen mis mejillas al recordar cada momento, nuestro primer baile, la primera mirada, y sus labios al encajar perfectamente con los mios.

—¿Estás lista, Rosse?—me pregunta  mi abuela, la madre de mi padre. Ella es una señora muy tierna y elegante, su cabello canoso y su piel blanca, es la tipica abuela que te consiente y prepara deliciosas galletas.

Rápidamente seco mis lagrimas y salgo de mis pensamientos —Eh, sí... Ya estoy lista.

Mi abuela toma mi mentón y me mira fijamente a los ojos—¿Aún piensas que es tu culpa?

—Lo es, sino fuera porque le propuse escaparnos a otro país, entonces el avión no se hubiera estrellado—las lagrimas corren una vez más por mis mejillas, y él trauma de recordar como el avión se iba desplomando y los gritos desesperados de las personas y su mirada... Él decía que todo estaría bien, pero no fue así.

Mi abuela me da un beso en la frente—Mi niña, nada es tu culpa, las cosas siempre suceden por un proposito—Ella limpia mis lagrimas y me regala una calidad sonrisa—Es hora de ir a tu primer día de clases.

Ahg... Sí.

El primer día una de las más prestigiosa institución de esta isla, y tengo sentimientos encontrados, recuerdo haber visto una foto en el teléfono de Justin una foto de Andrew con el uniforme de esta institucion. Los hombres usan pantalón y nosotras las mujeres una falda verde a cuadros, una camisa blanca y un bleiser con la insignia de la institución. Llegamos y mi abuela me deja justamente en la entrada, bajo del auto y acomodo mi falda,  seco mis manos con ella, ya que sudaban por los nervios de comenzar mi primer día de clases donde no conozco a nadie. 

Miro una pequeña banqueta que esta en un extremo del cercado de la institución, desde allí puedo observar  todo el patio,los chicos que hablan y ríen, otros en bancas leyendo algun libro y otros con auriculares puestos. Algunas miradas se centran en mí, ya que soy "La nueva", me siento extraña, me siento como una presa a la que quieren devorar. Bajo la mirada y juego con mis manos, escucho la campana sonar y me levanto para ir a clases, sin querer levantar mi mirada choco con alguien.

—Lo siento—digo en una voz poco audible.

Levanto mi mirada y me consigo con unos ojos color marrón claro con un destello amarillo y con un brillo unico, me separo un poco para acomodar mis gafas para mirar al chico enfrente de mí. Su piel es blanca y sus mejillas algo coloradas, sus pestañas y cejas son pobladas, su nariz perfilada me llevan a sus labios rosados y carnosos.

Él sonríe y me señala con su dedo indice—¡Yo te conozco!

Lo miro algo confundida—¿Tú? ¿A mí?

—Sí, tú eras del Blake South. Siempre te observaba.

«Okay... »

Me sonrojo un poco—¿Eres acosador?

Él se encoge de hombros—Tal vez—Él mira su reloj y me mira arqueando una ceja—¿Ya terminaste de observarme?

«Mierda.»

Admito que sí lo observaba, y recuerdo todas esas veces que sentía que alguien me observaba, las veces que sentía que alguien me seguía, incluso cuando llegué a casa de mi abuela, y ahora que él me dice eso, todo toma sentido.

Paso a un lado de él sin decir nada y sigo por un pasillo donde hay unos casilleros, al final del pasillo  hay otros dos pasillos, y no se cual tomar para ir a mi clase, Pedro aún así siento su mirada.

Él sabe que estoy perdida.

—Oye...—grita desde el principio del pasillo, el cual ya estaba solitario. Se acerca y abotona su bleiser—¿Estás perdida, no?—sonríe y me quita el pequeño papel que había sacado de mi mochila —Leyes. Bien, te llevo.

Él camina adelante de mí por él pasillo de la derecha, noto lo alto que es, y lo tan baja que soy, observo como se ve el color de su cabello a la luz del sol que entra por las ventanas del largo pasillo. Su cabello es un castaño muy claro que a la luz del sol se ven algunos destellos de rubio.

Él mira por él rabillo del ojo—Rosse, es una chica observadora.

Eso me deja perpleja, ¿Como él sabe mi nombre?. Yo era la invisible mejor amiga de la chica popular, esto ya me está asustando.

—¿Como es que sabes mi nombre y yo no sé él tuyo?—le pregunto al estar al mismo ritmo de sus pasos.

—Listo, esta es tu clase—dice abriendo la puerta.

—Hey, pero yo quiero...

—Señorita Stone... Cinco minutos tarde, pero al fin llega—me interrumpe el profesor.

Me tenso y entro al salón—Gracias...—musito mirando mal al chico acosador.

Él me guiña él ojo y se va,  entro al aula de clases y todos me miran, voy a tomar asiento pero el profesor me detiene.

—Señorita Stone, por favor... Sería bien que sus compañeros de clases la conocieran, así que preséntese.

Y es aquí cuando me pongo nerviosa, no me gusta hablar en público, no me gusta ser el centro de atención, pero no quiero tener problemas al hacerle caso omiso al profesor.

Suelto una pequeña bocanada de aire y aclaro mi garganta—Soy Rosse, tengo diecinueve años, nací en la ciudad, pero me vine a esta isla a estudiar Leyes.

—Muy bien señori...

La puerta se abre de golpe interrumpiendo al profesor, y es otra vez el acosador. Él pasa como perro por su casa hasta llegar donde estoy, me entrega un broche con una nota

—Se te había caído—me guiña él ojo y lo miro algo confundida.

El broche que me entregó era un regalo que mi abuelo me había dado al cumplir diez, pero no entiendo como mi broche pudo haberse caído.

—Gracias, señor Rowland, es mejor que se retire—El acosador se va, y el profesor me mira—Puede tomar asiento junto a la señorita Erickson.

Tomo asiento y saco mis cosas para tomar apuntes de lo que el profesor comienza a escribir.

—Veo que te topaste con Saíd—dice la chica a mi lado.

—¿Saíd?—pregunto al escuchar un nombre tan extraño, ya que nunca lo había escuchado.

—Sí, Saíd. Él es muy popular en esta institución, él entró a mitad del pasado periodo de clases, y se volvió muy popular por sus altas notas y por lo guapo... Muy guapo que es.

—¿Te gusta?

Ella se ríe muy alto y algo nerviosa.

—¿Está muy bueno el chiste, señoritas?—pregunta el profesor con un tono de voz muy serio.

—Lo siento, profesor—digo apenada.

Ella se vuelve a reír y se presenta—Soy Rachelle.

Le sonrío—Un gusto, soy Rosse.

—Rosse... Lindo nombre.

—Gracias.

***

Las primeras horas de la mañana de clases pasaron rápido, ahora solo tengo que concentrarme en las siguientes clase, que no me llamen la atención, y ponerme al día con las tareas.

Llegó la hora de receso y saco mi almuerzo de mi mochila, y como la nueva en la institución que no tiene amigos busco una mesa apartada de los demás para comer. Mientras disfruto mi almuerzo una llamada entra a mi teléfono y lo saco del bolsillo interior del bleiser.

Llamada entrante de Emily<3

Me alegran tanto las llamadas de Emily, y desde que hizo la locura de casarse a escondidas con Justin, e irse a italia hace cinco meses la he extrañado mucho.

—¡Heeey, miren a la colegiala super sexy!—dice Emily en un tono muy juguetón.

Volteo los ojos y sonrío—Deja lo pervertida, no estoy de humor.

—Nunca lo estás, creo que te hace falta una buena...

—Callate, Emily.

—No me dejaste terminar, iba a decir que te hacen falta una buena galleta oreo.

Me río un poco—¿Y Justin?

—Está en la cocina, esta vez le toca preparar el almuerzo.

Me levanto para botar la envoltura de mi emparedado y la nota que había olvidado leer cae al piso, le muestro el pequeño papel doblado a Emily.

—¿Que es?¿Que dice?—pregunta Emily con curiosidad.

—Aún no lo sé.

Ella voltea los ojos—Pues, averigüalo—dice con obviedad.

Al hacerlo siento como mi mejillas arden, y miro a Emily y luego las letras algo garabateadas del acosador.

"Te estaré observando siempre.

Pd: te ves tan hermosa distraída.

PosPd: No te sonrojes tanto."

—¡¿Que dice?!¡¿Que dice?!—me pregunta Emily emocionada.

La campana suena así que corto la llamada rápidamente dejando a Emily con la duda, todos los estudiantes se dirigen a sus aulas, acomodo mi blazer y voy a mi aula de clases, me consigo con mi compañera y ella me regala una sonrisaacomodando sus gafas.

—¡Acompañame!

—¡¿A Donde?!—pregunto algo aturdida ya que no podía faltar a una hora de clases.

—Saíd, está practicando—susurra en un tono muy pícaro—Quiero verlo mientras lo hace, ya que no aproveché mientras jugaba futbol.

Pongo los ojos como plato—¿Practica dos deportes?

—No, cariño. Él practica todos los deportes.

Wow.

Con razón su cuerpo es tan atlético, hace que su bleiser se vea ajustado en la espalda y brazos. Rachelle tira de mi brazo para caer al suelo, gateamos por debajo de la ventanilla de la puerta para que el profesor no vea, al pasar ella me levanta de un tirón para salir corriendo, Rachalle me lleva casi arrastras por los pasillos de la institución.

—¡Allá esta, mi amor!—dice Rachalle corriendo hacia la cancha, dejándome atrás.

«Primer día, y ya estoy saltando horas»  pienso.

—Tengo que salir de aquí, pero ¿por donde?—susurro para mi misma.

Rachelle me ha llevado por muchos pasillos para entrar a la cancha de basquet, así que trato de buscar la salida,  camino por un pasillo donde al final esta una puerta.

La salida.

O eso creo, pero me doy cuenta que no es una salida, sino unos vestidores, esta algo solitario, así que como siempre la curiosidad se apodera de mí, abro la puerta y camino por el largo con columnas de casilleros que hacen pequeños pasillos en ellos, escucho un ruido y me detengo escondiendo mi cuerpo con uno de los casilleros.

«Los fantasma no existen, los fantasmas no existen» repito en mi mente.

Mi corazón está acelera, así que asomo la mitad de mi rostro para ver el causante del ruido, en un instante mis ojos se fijan en esa espalda tan marcada, en como poco a poco se va subiendo la camisa blanca, mi respiración se entrecorta y me sonrojo al ver tal escena.

Un jadeo sale de mis labios, tapo mi boca con ambas manos y cierro mis ojos.

«Mierda y más mierda»

Siento la presencia de alguien justamente a mi lado, decido abrir uno de mis ojos, y allí esta él con una sonrisa arrogante dibujada en sus labios, mi corazón esta por salir de mi pecho al verlo tan cerca de mi.

—¿Ahora quien es la que me acosa?—me pregunta con arrogancia.

—Yo no te estoy acosando.

Él se echa a reír—Entonces eres una pervertida por estar de observadora en los vestidores de HOMBRES—dice enfatizando en la palabra hombres.

—Me perdí, vine acompañar a una chica a vert...— me percato de lo que voy a decir así que me alejo un poco de él—Solo me perdí, pero ya me voy.

—¿Ah, sí?—se pasa la mano por sus labios a ver que los miro mucho—¿Por qué tan nerviosa?

Me río sarcasticamente y bufo—No estoy estoy nerviosa.

—¿Sí?—se acerca lentamente hasta donde estoy para luego tomar con sus dedos mi mentón y levantarlo. 

Quito su mano de mi mentón y sonrío—Si me disculpas... Me retiro—doy media vuelta y sigo mi camino, pero me detengo para voltearme y mirarlo—Ah... Y eso conmigo... No funciona—le guiño el ojo y salgo.

Dejo al acosador detrás de mí, y trato de buscar el camino a mi aula de clases entre tantos pasillos, pero me pierdo entre dos pasillos otra vez. Escucho los pasos de alguien detrás de mí, y es él.

—¿Te consigo un mapa, un Gps, o algo?

—La verdad, la verdad... Sí—digo con algo de pena.

—Es el primer día de clases y ya te estás saltando clases. No te creía así luego de verte como una pervertida observandome—pongo los ojos como plato y él lo nota, lo cual hace que se ría con arrogacia—¿Que clases tienes ahora?

—¿Matematicas? Creo—dudo,  ya que no tenía mi horario de clases.

Él voltea los ojos—Hablaré con la directora para conseguir tu horario de clases.

Sonrío—Gracias. Eres muy amable, de verdad.

Le sigo el paso, y al verlo me da curiosidad de saber más de él. Tengo tantas preguntas que hacerle, como: ¿Por qué me miraba? ¿Por qué se sabe mi nombre?¿Por qué esta aquí?

Aclaro mi garganta—¿Como conseguirás la información de mi horario de clases?

—Soy él presidente del comité estudiantil de esta institución.

—¡Wow!

—¿Y tienes tiempo para todo?

Él se encoje de hombros—Uhh... Sin que suene tan arrogante... A pesar de que práctico todos los deportes de aquí, se podría decir que sí.

—Wow... Eres todo un deportista organizado.

Él se ríe un poco—Algo así—me mira y ve como juego con mis dedos—¿Como es que llegaste hasta acá?

Suspiro—Es una larga historia...—Él me mira con atención mientras caminamos—Tuve un accidente donde tuve amnesia, y la cura de ello fue venirme a un lugar tranquilo como este, pero no fue tan tranquilo hasta que mi madre usó la situación peligrosa en la que estaba metido mi padre, para arreglarme matrimonio con un hijo de uno de los políticos más importantes de este país, pero no me casé ya que me había enamorado de alguien más, mi madre usó todo a su alcance para separarme de él, pero no pudo ella, sino el destino. El chico del que me había enamorado habíamos decidido fugarnos, pero tuvimos un accidente aéreo, el avión se desplomó por un daño en uno de los motores, y las luces y el maday... Y... Y...—comienzo a hiperventilarme un poco al recordar todo, pero respiro profundo para calmarme—El chico del que me había enamorado y otras cincuenta personas más murieron en ese accidente, luego de eso mi padre se metió en algo más que no debía para pagar unas deudas, pero perdió todo, y nos quedamos en la calle, y me tuve que venir a vivir con la madre de mi padre, pero en estos momentos mantemos un perfil muy bajo ante todos.

Él me mira con asombro—¿Como es que me cuentas todo eso sin conocerme?

Sonrió y me encojo de hombros—No lo sé, me inspiras confianza.

Y es así, hay algo de él que me inspira confianza, sus ojos muestran algo que te hace confiar en él, te dan seguridad, y es algo raro, no siempre puedo ver eso en las personas, no soy de contarle mis cosas fácilmente a una persona.

Él sonríe—Listo ya llegamos, solo espera unos minutos.

Luego de que esos minutos se convirtieran en casi una hora, Él sale con algunas hojas.

—¿Que es esto?—le pregunto confundida.

—Son todas las clases que verás, allí te dice donde estarás, y que profesor te dará todas y cada una de tus clases.

—Gracias... Bueno... Aquí puedo ver él mini mapa de la institución, y ya se donde veré mi proxima clase—paso un mechón detrás de mi cabello y sonrío—Nos vemos luego, Saíd.

Él me mira con asombro—¿Como sabes mi nombre?

Lo miro y no digo nada para dejarlo con la duda, ya que este juego lo pueden jugar dos. Después de llegar al aula que me tocaba veo a mi compañera con mi mochila.

—Oye... ¿Donde estabas?

La miro mal—¿Todavia lo preguntas? Me dejaste sola y no sabía como devolverme, o por donde hacerlo.

Rachelle me mira algo apenada—Lo siento, es que...

—Querías ver a Saíd, lo sé—sonrío

Ella hace un puchero y se cruza de brazos—Que por cierto, no era él.

«Lo sé, yo lo estaba viendo como sexymente se subia la camisa blanca» 

Debo admitir que Saíd es muy guapo, que sus ojos son los ojos más únicos que he visto, y que sus labios son muy tentadores, pero no, no debo pensar en eso, literalmente no estoy hecha para tener algo con alguien, me enamoré y no resultó nada bien.

Rachelle suena sus dedos para sacarme de mis pensamientos—¿Rosse?

—¿Sí?—pregunto aún perdida.

—Estabas en plutón, no respondías.

Cuando voy hablar el profesor entra al aula de clases, y comienza hablar acerca de lo que se tratará la clase, para darme una pequeña introducción, para luego dar la clase, él da algunos apuntes, así que abro mi libreta para escribirlos.

—Bien, alumnos, como sabrán su futura carrera con la carrera de Investigaciones Criminalisticas Centrales del País, ó abreviado sería ICCP—El profesor anota la abreviatura en el pizarron—Esta pequeña preparación que le daremos en este nuevo año añadido, será muy productivo para ustedes. Pero lo que vengo a decirles como tal, es que los alumnos tendrán algunas clases mezcladas, me refiero que algunos alumnos de la ICCP verán algunas clases con ustedes, y ustedes con ellos—El profesor acomoda sus gafas—¿Entendieron?—Todos asentimos, él continúa—Okay, La primera tarea será en pareja—Hace una pausa para causar un pequeñito suspenso sin sentido—Pero... Yo asignaré las parejas.

El profesor asignas las parejas, dejandome a mí por fuera, ya que la clase pasada, él no contaba con mi presencia, de nuevo me siento tan incomoda en este lugar, todos me miran como la extraña al verme tan sola en medio de la clase.

—Señorita...

—Stone—digo con timidez.

—Disculpe, apenas me informaron que usted era nueva en mi clase, así que tendrá que hacer su tarea sola.

Un risa suena por todo el aula—Uuh... La nueva tendrá que hacer la tarea sola—comenta. Otras risas resuena en el aula, así que volteo para ver la chica que hablaba, una pelinegra de cabello corto de ojos grises y piel blanca, me mira y se ríe, había otra chica igual a ella, por lo que veo son mellizas.

Solo la miro y respiro profundo para no caer en discusión, no ahora, no quiero ganarme a nadie como enemigo aquí, no me conviene, estoy aquí por una beca escolar y no quiero perderla por nada del mundo, y mucho menos por un comentario tan estupido.

Miro al profesor—No se preocupe, me gusta hacer mis cosas solas.

—Esta bien, ya que la hará sola entonces tendrá que ser entregada en un periodo más largo en conside...

La puerta se abre interrumpiendo al profesor, mostrando a Saíd acomodandose su bleiser, entra al aula mostrando una sonrisa y una actitud muy relajada al profesor, él ve un asiento libre justo a mi lado y se sienta. No se porqué me estoy poniendo nerviosa con solo sentirlo a mi lado, ni siquiera trato de mirarlo, solo tengo mi mirada fija al frente.

—Señor Rowland, me alegra que haya llegado, usted hará un informe completo sobre la carrera de Leyes y la de ICCP en pareja, y lo hará con la señorita Stone.

«Esto tiene que ser una broma» pienso.

Saíd me mira y sonríe pícaramente, el profesor da por finalizada la clase al sonar la campana, recojo mis cosas y sólo siento la presencia de Saíd mirándome.

—¿Se te perdió una igual a mí?—le pregunto.

Él se echa a reír—De echo sí, pero como ya la encontré, no la perderé de nuevo.

Mis mejillas comienzan arder pero trato de ocultarlo—Te espero en mí casa, espero y no llegues tarde.

—No lo haré si me dices que estas perdida—me guiña el ojo y paso a un lado de él.

Al salir mi abuela ya esta esperándome en la salida, subo al auto para darle un pequeño beso a mi abuela, me coloco mis audifonos y reproduzco Payphone–Maroon5 en mi teléfono para mirar el camino hasta dormirme.

Llego a casa y entro a mi habitación para tomar un baño, y poder descansar, me siento en el borde de la cama para quitar mis zapatos al igual que mi bleiser y desabotonar mi camisa. Miro mi teléfono y lo desbloqueo para entrar en w******p, veo la lista de personas que tengo en la bandeja de entrada y bajo hasta lo ultimo para encontrar un mensaje:

Drew<3: Perdona lo de esta noche, pero tienes que entenderme que eso no me lo esperaba, pero espero que tengas una buena vida, yo me ire de tu vida  y así puedas tener un buen comienzo.

La canción de photograph se va reproduciendo mientras leo todos los mensajes antiguos, siento que aunque no lo llegué amar tanto como él quería, no lo valoré, jugué con él, yo tenía que decirle la verdad, y no irme de la isla tan repentino, sin explicaciones.

«Todo es mi jodida culpa»

Siento unas inmensas ganas de llorar de soltar todo mientras leo los mensajes, y aún más al ver la foto que él me envió con aquella rosa, y con esa frase:

 “Para qué cambiar algo que ya es arte? Mira que tu brillo no tiene que ser apagado por impresionar a alguien más".

Saco todo lo que tengo, solo lloro, hundo la cabeza en mi almohada y grito para sacar todo aquello que no pude sacar, para llorar todo lo que no pude hacerlo, para dejarlo ir de una buena vez, mi rostro se humedece al igual que mi almohada por un largo rato, mis ojos arden y siento que ya no puedo llorar más hasta dormirme.

***

En lo profundo de mi sueño puedo sentir como la puerta de mi habitación se abre, hago caso omiso y me acomodo para quedar boca arriba para seguir disfrutando de mi sueño, pasan unos cuantos minutos cuando escucho a alguien aclarararse la garganta.

—Quien sea quien se esté aclarando la garganta; ¿Se podría ir al carajo y aclararse la garganta en el?—digo somnolienta.

Se echa a reír muy bajo, pero aún así lo escucho, pero sigo en lo mío.

—Tu baba está corriendo por tu mejilla, deberías limpiarla—dice una voz ronca en un tono muy burlón.

Sobresalto de la cama y frotó mis ojos para ver quien es, y sí, es él...

Saíd.

Mi sujetador, al igual que mis pequeños pechos estaban al descubierto y él solo esta allí, y al parecer tiene un buen rato en mi habitación, Saíd tiene una mirada pícara y una sonrisa en sus labios. Cubro mis pechos con una sabana y le lanzo una de mis almohadas y la esquiva fácilmente.

—¡Eres un pervertido!—espeto—¡¿Como m****a entraste?!

—Por la puerta, duh...—se ríe.

Volteo los ojos—No dije por donde, dije que Como lo hiciste.

—Ah, pues, tu abuela lo hizo, ya sabes... Tu familia y la mia se conocen, tu abuela conoce muy bien a la mia, y la confianza esta, ya que me ha visto crecer.

Me levanto y cierro la puerta de mi habitación—Sientate donde quieras, me iré a bañar, y ni se te ocurra entrar a mi baño.

Él suelta una risa—Tranquila, tampoco soy como algunas chicas que entran a los vestidores de hombres para acosarlos mientras se visten.

Le saco el dedo para entrar al baño, pero no antes de llevarme un poco de ropa. Después de unos minutos salgo del baño vestida con mi enterizo de unicornio que tanto me gusta. Saíd me mira y se ríe por lo bajo.

Arqueo una ceja—¿De que te ríes?

—De nada, reina unicornio.

Le hago mofa y comenzamos adelantar un poco la tarea que el profesor nos había asignado. Después de un rato de concentrarnos en la tarea ya era tarde y Saíd se tenía que ir.

Salimos de la habitación y lo acompaño hasta la puerta.

—Hasta mañana, procura que cuando venga tu sujetador no esté—Él me guiña el ojo y se va.

Que idiota, y lo peor es que me sonrojé.

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