Callia Dimitrakis Abrí los ojos lentamente, y cuando extendí mi mirada vi a Foster dormido, se veía relajado, a pesar de sus rasgos severos, era hermoso, capaz de provocar en mí muchas sensaciones y no era la primera vez que las estaba experimentando con él, ya me había dado cuenta desde hace mucho, cuando estuve consciente de la atracción que podía existir entre un hombre y una mujer. Incluso intenté olvidarlo con otro hombre, Fernando, pensando que podía sentir lo mismo, pero no fue así, a pesar de que me agradaba no saltaban chispas entre nosotros, aparte él no parecía interesado en mí, por eso desistí de esa absurda idea. Foster era el hombre más atractivo del mundo, pero yo era una chiquilla y la diferencia de edad entre nosotros era mucha, y solo había sido hasta ahora que me había dado cuenta de que él sentía algo por mí. Me estiré en la cama de manera perezosa y observé el desorden de las sábanas que habíamos dejado atrás durante la pasión desenfrenada de la noche anterior.
Foster LewisSalí de allí con el corazón destrozado, no podía creer que siendo un hombre maduro, abogado, que había ganado casos millonarios, ahora me había dejado usar con una chiquilla manipuladora y calculadora, estaba molesto conmigo mismo, queriendo acabar con todo a mi paso.Llegué al edificio donde estaba mi oficina, tenía tantas ganas de sacarme la frustración que no me importó la forma de hacerlo.Conmigo trabajaba una abogada que había pasado meses coqueteándome, y como no me gustaba involucrarme con empleados, nunca le había prestado atención, pero creo que el momento ameritaba hacer una excepción. Así que apenas llegué le di una orden a la secretaria.—Dile a Milena que la quiero en mi despacho ¡Ya! Y tú tienen el resto del día libre.—Señor Foster, pero… —comenzó a decir mi secretaria y yo la detuve.—No hay pero que valga, vaya y cumpla mi orden.No pasó mucho tiempo en que la abogada entró a mi despacho, sin dejar de mirarme con deseo, los primeros tres botones de su b
Callia Dimitrakis.La noticia que me acababa de dar el médico sobre mi embarazo me dejó muda, sentí que la respiración me faltaba, traté de calmarme para poder llevar aires a mis pulmones, porque en ese momento sentía que podía caer sin aire al suelo.Mi mente se llenó de una mezcla de emociones, y no sabía cómo reaccionar. Había llegado a la clínica con la preocupación de unos síntomas estomacales, algún virus persistente, sin embargo, ahora me enfrentaba a la noticia de que estaba esperando un bebé.Por esos momentos de mi boca no salió ninguna palabra, solo me quedé tranquila escuchando, pero sin prestar atención al médico que me daba detalles sobre mi embarazo.Mi mente estaba abrumada por el impacto de la noticia. Un torbellino de pensamientos se arremolinó en mi cabeza. ¿Cómo podía estar embarazada en medio de todo el caos emocional que vivía? ¿Qué iba a hacer ahora? ¿Foster querría al bebé? ¿Estaba preparada para ser madre, y no una cualquiera, sino una buena?, pensé.El médico
Callia Dimitrakis.Uno de los guardias de seguridad me acompañó junto con mi madre al auto, mientras caminaba, el dolor en mi vientre se intensificaba, me ayudaron a subir al vehículo y mi madre condujo a toda prisa hacia la clínica más cercana. Cada minuto que pasaba me parecía una eternidad, al mismo tiempo mi mente se llenaba de temores y preguntas sobre la salud de mi bebé. Rogaba al cielo porque estuviera bien.Cuando llegamos a la clínica, mi madre me acompañó hasta la recepción, donde una enfermera nos atendió de inmediato. Ella le explicó la situación y nos llevaron a una sala de examen. Mientras esperábamos al médico, mi madre se veía tranquila, en cambio yo estaba cada vez nerviosa y ansiosa por conocer la causa de la hemorragia.Finalmente, el médico llegó y realizó una serie de exámenes y ultrasonidos. Su expresión se volvió seria mientras observaba la pantalla del monitor. La tensión en la habitación era palpable.—¿Está bien mi hijo? —pregunté sintiendo mi corazón, enco
Callia Dimitrakis.Sentía que me estaba ahogando, intenté apartarlo de mí, pero Foster seguía apretando con fuerza mi garganta, mientras no paraba de insultarme, sus ojos inyectados de sangre, parecía como poseído, y yo no podía entender el porqué de su actitud.¿Por qué hablaba como si yo hubiese sido la culpable de haber perdido a mi hijo? ¿Acaso cree que yo quise perderlo? ¿Qué en mis manos estuvo salvarlo y no lo hice?, no entendía su reacción.Sentía que el aire ya no pasaba a mis pulmones y comencé a sentirme mareada, todo se fue oscureciendo, pensé que iba a morir, de pronto caí al suelo, mientras no dejaba de toser y luchaba por respirar, escuchaba un zumbido en mis oídos, y allí escuché la voz histérica de mi madre.—¡Aléjate de mi hija! No voy a permitir que le hagas daño… le dije a ella que no eras un hombre bueno y ahora lo acaba de comprobar por sí misma, vete en este momento o te juro que voy a llamar a la policía —la escuché decir mientras golpeaba a Foster.Segundos de
Foster Lewis.Vi como Harley, la aseadora, bajó la mirada y se disculpó, sintiéndose incómoda por la situación.—Lo siento, señor, mi intención no fue incomodarlo. Solo entré a limpiar, no me di cuenta de que estaba aquí. No se preocupe, me retiraré de inmediato.La mujer se dio la vuelta y salió de la habitación apresuradamente, dejándome solo y con una extraña sensación.—¡Eso no puede ser! Solo es un leve parecido —me dije pasándome la mano por la cabeza en un gesto de frustración.Me vestí lo más rápido que pude y salí a buscarla a mi oficina, creí que la encontraría, pero no estaba y el despacho no había sido limpiado.Suspiré y vi una montaña de documentos que necesitaba revisar. Tomé el primero, traté de concentrarme leyendo las primeras líneas, pero no lo logré, porque mi mente seguía divagando, pensando en Callia y en la misteriosa cicatriz de la aseadora, Harley.Sin poder contenerme, me levanté y salí a buscarla desesperadamente, necesitaba verla una vez más, causó tanta s
Harley SmithLos días fueron pasando, y mi enfrentamiento con Foster apenas comenzaba, como para evitar verme con él comencé a acudir a altas horas de la noche, pero en la mañana él terminaba llamando a mi supervisor para decirle que la empleada de limpieza no había ido a asear su oficina y luego mi jefe terminaba llamándome para regañarme y por más que le decía que ya había dejado todo listo, no me creía y me ordenaba volver a ir.Terminé limpiando dos veces, en la noche y en la mañana y para completar mi martirio, mientras estaba aseando, él iba ensuciando todo a su paso, como un huracán de suciedad, dejaba vasos, los papeles encima del escritorio, incluso como se dio cuenta de que me molestaba el olor a cigarrillos, comenzó a fumar en su oficina, tirando las cenizas en cualquier lado a propósito.“Desgraciado, patán, mala gente, ojalá te atragantes con el humo y termines enfermo de los pulmones”, decía en mi interior con rabia.Ese día decidí ir en la mañana a limpiar, porque no qu
Harley Smith.Los días siguientes, Foster me mostró una versión suya que me gustó bastante, se portó caballeroso, me buscaba para pasear, ir al cine, cenar, y cada día que pasaba me agradaba más estar en su compañía, me encantaba su sonrisa, pasar horas conversando, sin embargo, no podía evitar sentir ese temor de que pudiera de cierta manera hacerme daño.No dejaba de preguntarme que me había ocurrido en el pasado para que siempre tuviera esa sensación de miedo en mi interior, como si temiera que alguien pudiera hacerme daño, por eso no dejaba de mirar constantemente a los lados, tratando de estar alerta para poder protegerme. Me costaba confiar en las personas. En ese momento, caminábamos por el parque tomados de la mano, cuando Foster se detuvo de pronto y se quedó viéndome con curiosidad. —¿Qué te pasa Harley? ¿Te preocupa algo? ¿Por qué tengo la impresión como si temieras que algo pudiera ocurrirte? —preguntó.Me quedé pensando en las palabras de Foster, reflexionando sobre mi