Me quedé por un momento recriminándome por lo que acababa de pasar ¡Era un imbécil! No debí decirle esas cosas, pero era necesario que las dijera en voz alta, para poder creérmelas. Porque debía reconocer que estas habían sido las mejores semanas de mi vida. Sophía se había metido profundamente en mi alma, me impregnó de ella y a decir verdad estaba aterrado porque por primera vez no sabía de qué manera corregir mis errores y me sentía impotente de no poder hacer nada. Pero de algo estaba seguro, no quería perderla.
La llamé, pero me ignoró, la seguí para poder conversar con ella, pero en ese instante sonó mi teléfono desviándome de mi propósito. Lo atendí sin mirar la pantalla y escuché una voz que pensé no volvería a escuchar en mi vida.
— Hola, mi pr&iacu
El corazón se me aceleró, sentía que iba a salírseme por la boca y aunque me parecía un sueño hecho realidad no pude evitar quedarme un tiempo en completo silencio, pensaba que tal vez había escuchado mal. Sin embargo, dirigí mi rostro a él y se mantenía en espera de mi contestación, pero en vez de salir una respuesta afirmativa o negativa de mi boca, no pude evitar cuestionar su petición.—Nick: ¿Tú eres bipolar? —Pregunté preocupada de que su proposición se debiera a alguna situación temporal.—No mi amor. Nunca había estado tan seguro de algo en mi vida. Tú eres la mujer que siempre estuve buscando, que siempre esperé, con la que quiero compartir, mi corazón late más de prisa cuando estás cerca. Estoy loco por ti, creo que ocupas más del nove
Un mes despuésEstaba nerviosa, había llegado el gran día, cuando Nick y yo nos uniríamos en matrimonio, las últimas semanas habían sido de mucho estrés, primero llegar a un acuerdo del tipo de celebración que queríamos. Él me convenció de hacerla en La Toscana y yo de que no invitáramos a un gran número de personas, por lo cual nos limitamos a extender la invitación solamente a ochenta personas, en su mayoría familiares, algunas amistades tanto mío como de Nickólas y algunos de sus socios más importantes, porque si es por él hubiese invitado a media Europa a la celebración.Por otra parte, y por más que me negué, no pude evitar que contratara a un ejército de estilistas, maquilladores, diseñadores, quienes me preparaban como si fuese una novia de la realeza.<
Estaba nerviosa, pensé que se echaría atrás y cerré los ojos solo esperando su negativa, cuando sentí sus nudillos en mi mejilla acariciándome— ¡Eres mía Sophi! Solo mía, jamás lo olvides, lo mío no lo comparto ¡Nunca voy a dejarte! —Exclamó en tono apasionado y posesivo.Seguidamente nos tomamos de las manos y Nick pronunció sus votos: —Yo, Nickólas Philipo Sebastini Papandreu, te tomo a ti Sophìa Alexandra Madrid Peralta como mi única y legítima esposa, me entrego a ti en cuerpo, alma y corazón y prometo serte fiel en la salud y en la enfermedad, en la fortuna y en la estrechez, en los momentos de júbilos y en las angustias, prometo amarte, protegerte y cuidarte por el resto de mi vida y hasta mi último momento de vida en esta tierra y aún más allá de mi mue
Salimos de nuestro viaje de luna de miel, tomamos el Jet de Nick con destino a Atenas, cuyo trayecto duró dos horas aproximadamente desde el lugar donde estábamos. Desde allí nos fuimos en helicóptero hasta una isla griega.Cuando partimos con rumbo a la isla me mencionó: —. Donde vamos a pasar nuestra luna de miel, es una isla de mi propiedad, heredada de mi abuelo materno, llamada Papandreu. Fue lo único que se salvó del despilfarro de mi madre, porque mi abuelo la puso a mi nombre antes de morir.—Tu abuelo debió tener mucho dinero para tener una isla con su nombre—comenté ingenuamente, pero al parecer mis palabras no fueron de su agrado, no me respondió, solo hizo una mueca.Al acercarnos a nuestro destino, la pequeña isla era un paraíso, con hermosas aguas azules, del majestuoso mar mediterráneo, con una aren
Estábamos sentados cerca de la piscina tomando unas bebidas refrescantes, cuando Nick recibió una llamada de la sede principal de su empresa en Roma, informándole de un problema que había surgido en una de las sucursales de su constructora en Londres, donde era requerida su presencia con urgencia, al parecer había habido un accidente en una construcción que había dejado a varios trabajadores heridos.Aunque aún nos faltaban varios días para terminar nuestra luna de miel, debimos suspenderla y preparar nuestro regreso —. Nick, ya que vas de viaje a Londres, quisiera ir a Barcelona a visitar a mi familia, para no quedarme sola en Florencia, es una ciudad que no conozco del todo, además estaré rodeada de desconocidos—propuse, pero por su gesto supe que la idea no era de su agrado.—Sophía, has aprendido a moverte suficientemente en Florencia, a
Sin pérdida de tiempo salí del despacho y subí a la habitación que ocupaba con el desgraciado de Nick. Busqué solo mi cartera, no podía llevarme ninguna valija, sino que quería que los hombres de seguridad o demás empleados de Nick se percataran de mi huida y le avisaran. Porque si eso pasaba, ellos le informarían de inmediato y este ordenaría que me impidieran la salida.Tenía que actuar de manera astuta, debía simular que iría a dar una vuelta por la ciudad y evitar por todos los medios que ellos quisieran acompañarme.Justo estaba terminando de guardar algunas cosas en mi cartera cuando sonó mi celular, al revisar la llamada se trataba de mi hermano.— Aló Mauro Andrés, hermanito. ¡Qué alegría escuchar tu voz! —Exclamé ansiosa, pero
Había pasado ese par de días con vómitos, mareos, sumado a la profunda tristeza que anidaba en mi corazón. Mauro preocupado por mi estado me convenció de ir al médico y aunque al principio me negué, luego de escucharlo terminé aceptando, porque en mis catorce semanas de embarazo solo había ido a chequearme una sola vez, luego de enterarme de la noticiaMi hermano llamó él mismo al centro de salud y pidió la cita con una ginecóloga y no conforme con eso me acompañó a mi primera ecografía.La doctora me dijo que todo estaba perfectamente, había entrado a la décima quinta semana, me mandó vitaminas y me dio un par de fotos del eco de mi bebé, tanto Mauro como yo estábamos emocionados.Al salir de la clínica, me tomó del rostro y llenó de besos mi cara dici&ea
Su rostro pálido daba la impresión de que se desvanecería en cualquier momento, se quedó estática por unos segundos y cuando reaccionó, hizo amago de zafarse de mi agarre, pero la sostuve con más fuerza.—Nick, me estás haciendo daño—manifestó con una expresión de preocupación.—¿Daño Sophía? ¿Y qué hay de lo que me estás haciendo a mí? Te fuiste de la casa sin que nadie se percatara ¿Y para qué? Para venirte...—allí me interrumpí porque mi enojo estaba saliéndose de control, inhalé por la nariz y exhalé por la boca seguido, buscando la manera de apaciguar mis demonios y continué hablando—O vienes conmigo en este momento o juro que le destrozaré el rostro y la vida al maldito desgraciado ese—. Espeté con vi