Iba camino a la Constructora La Madrid, tenía todo listo, estaba realmente ansioso, por fin Sophía iba a estar en mis manos, bueno realmente en mis manos no, me sonreí con ese pensamiento, sino en mi cama como mi amante, porque si quería evitar la ruina de su querida familia, tenía que venderse a mí.
Un pequeño remordimiento iba surgiendo en mi interior y lo deseché, diciéndome “No tienes nada por lo cual arrepentirte, a las prostitutas se les paga para yacer con ellas y esa era la naturaleza de Sophía”. En esos momentos la odiaba con toda mi alma, pero no había dejado de desearla, tal vez si me acostaba y tenía sexo con ella día y noche por unas dos semanas lograría exorcizarla.
Liuggi iba a mi lado y me preguntó: — ¿Realmente estás seguro de lo que vas a hacer? ¿Por qué no la llamas y aclara
No había dejado de pensar en Sophía, mis pensamientos sobre ella eran recurrentes, no podía sacármela de la cabeza, la tenía en la sangre envenenando todo mi ser, estaba pensando oírla, no podía aguantar más estar alejado de ella, no sé que había provocado eso en mí, pero la sensación no era para nada agradable.Tal vez me había equivocado y había esperanzas para nosotros. Ella había calado profundamente en mí, sentía algo distinto por ella, que nunca había experimentado con otras mujeres, no podía engañarme, Liuggi tenía razón, debía darme una oportunidad, hablar con ella y arreglar todas nuestras diferencias, concluí contento.Betty, mi secretaria, interrumpió mis vacilaciones, diciéndome que mi cita de las nueve estaba esperándome, me sonreí comp
Me acerqué y comencé a besarlo suavemente, con timidez y Nick no pudo resistirse ante mi intento de seducción, respondió profundizando el beso y me alzó para que mi cuerpo hiciera contacto con el suyo, me llevó entre sus brazos y me recostó en el sofá sin dejar de besarme, demostrando con cada caricia cuanto me deseaba.Me quitó el vestido y el brasier, y se puso a jugar y a besar mis pechos, los succionaba hambriento, enviándome fuertes sacudidas en mi interior. Arqueaba mi espalda ofreciéndole mayor acceso mientras se deleitaba con mis pechos.Levantó su vista y la posó en mí con una mirada de ternura y con voz ronca. Me dijo: — ¡Mi Sophi! No tienes idea de lo que provocas en mí. Me enloqueces mi chiquilla hermosa — se apartó de mí y yo protesté.Él sonrió feliz a
Sentí la rabia bullendo en mi interior, ¡maldita zorra! Pensé, cuando iba a aprender que la naturaleza de esa mujer era la de un reptil como todas, no podía tener nada serio con ella, si no mi vida sería un infierno no podía olvidar eso, debía tenerlo siempre presente. Me controlé y esperé a que apareciera.Minutos después, ella salió con una gran sonrisa que iluminaba todo su rostro, como si lo que viera fuera lo más importante en su vida, y expresó: —Estoy lista Nick, soy solo tuya.No pude controlar mi enojo y señalé con dureza— ¿En serio? Tendría que encerrarte bajo siete llaves para que eso pueda ser verdad, porque como siempre vives derrochando simpatía con cualquiera que se cruce en tu camino.— ¿Qué te pasa Nick? ¿Por qué estás molesto? &
El dolor me atravesaba el cuerpo, me sentía desfallecer, no podía creer como Nick, en menos de unos segundos había destruido los momentos felices que habíamos estado pasando. Me levanté y corrí sin mirar atrás, me senté en la acera, abrazándome las piernas mientras las lágrimas rodaban por mi mejilla.Pensaba que Nick encontraba placer en insultarme, siempre me humillaba, no tenía reparo delante de quién lo hacía ¿Cómo podía estar enamorada de un monstruo así? ¿Es que no me valoraba, era masoquista? ¿Cómo podía permitirle tantas ofensas? ¿Cómo podía aguantarle tanto?Pero me tenía de manos atadas, porque si me iba de su lado él arremetería en contra de la empresa y eso afectaría a mis padres, eso no podía permitirlo, no me impor
Me quedé estática al darme cuenta de que había hablado más de la cuenta, lo observé y me miraba fijamente esperando mi respuesta, debí buscar una salida rápida en mi mente y cuando la ubiqué de inmediato expresé:—B-bueno—comencé nerviosa—p-porque d-debo tener energías p-para estas caminatas que me haces dar—. Él se sonrió y me besó, luego nos levantamos y fuimos caminando al ayuntamiento de la ciudad, luego a la iglesia de San Doménico.Cuando llegamos al hotel, me sentí muy mal y así pasé dos días con vómitos y mareos, por lo que no pudimos salir y él se quedó cuidándome con tanta ternura y esmero, que hizo saltar mis lágrimas. Quiso llamar al médico, pero se lo impedí, le achaqué mi malestar a que los helados que comimos me hab&i
Me quedé por un momento recriminándome por lo que acababa de pasar ¡Era un imbécil! No debí decirle esas cosas, pero era necesario que las dijera en voz alta, para poder creérmelas. Porque debía reconocer que estas habían sido las mejores semanas de mi vida. Sophía se había metido profundamente en mi alma, me impregnó de ella y a decir verdad estaba aterrado porque por primera vez no sabía de qué manera corregir mis errores y me sentía impotente de no poder hacer nada. Pero de algo estaba seguro, no quería perderla.La llamé, pero me ignoró, la seguí para poder conversar con ella, pero en ese instante sonó mi teléfono desviándome de mi propósito. Lo atendí sin mirar la pantalla y escuché una voz que pensé no volvería a escuchar en mi vida.— Hola, mi pr&iacu
El corazón se me aceleró, sentía que iba a salírseme por la boca y aunque me parecía un sueño hecho realidad no pude evitar quedarme un tiempo en completo silencio, pensaba que tal vez había escuchado mal. Sin embargo, dirigí mi rostro a él y se mantenía en espera de mi contestación, pero en vez de salir una respuesta afirmativa o negativa de mi boca, no pude evitar cuestionar su petición.—Nick: ¿Tú eres bipolar? —Pregunté preocupada de que su proposición se debiera a alguna situación temporal.—No mi amor. Nunca había estado tan seguro de algo en mi vida. Tú eres la mujer que siempre estuve buscando, que siempre esperé, con la que quiero compartir, mi corazón late más de prisa cuando estás cerca. Estoy loco por ti, creo que ocupas más del nove
Un mes despuésEstaba nerviosa, había llegado el gran día, cuando Nick y yo nos uniríamos en matrimonio, las últimas semanas habían sido de mucho estrés, primero llegar a un acuerdo del tipo de celebración que queríamos. Él me convenció de hacerla en La Toscana y yo de que no invitáramos a un gran número de personas, por lo cual nos limitamos a extender la invitación solamente a ochenta personas, en su mayoría familiares, algunas amistades tanto mío como de Nickólas y algunos de sus socios más importantes, porque si es por él hubiese invitado a media Europa a la celebración.Por otra parte, y por más que me negué, no pude evitar que contratara a un ejército de estilistas, maquilladores, diseñadores, quienes me preparaban como si fuese una novia de la realeza.<