Mala atravesó el caótico camino de periodistas hasta llegar al interior del hospital, siendo escoltada por sus guardaespaldas. A medida que avanzaba, podía sentir las miradas curiosas y los flashes de las cámaras apuntándola. La tensión en el ambiente era palpable, pero ella no podía concentrarse en
Moe se echó la capucha de la chaqueta sobre la cabeza y se asomó con cuidado para salir de la habitación sin que nadie los viera. Antes de irse Kainn abrió una de las gavetas del carrito de urgencias y sacó una jeringa que le pareció apropiada. Se la metió en el bolsillo y siguió a Moe. Sigilosament
Cuando la camioneta se detuvo frente al hospital, Chris tenía el corazón acelerado, y una mezcla de ansiedad y esperanza. Subió en el ascensor de servicio y fue directamente a la habitación donde el médico que lo había atendido desde un principio ya lo estaba esperando. —¡Listo, bebé a salvo! —dijo
—Sí. Voy a estar perfectamente, nada de qué preocuparse —le aseguró—. Ahora solo tenemos con concentrarnos en que Charlie está bien y está contigo y ya siempre va a ser así. ¿De acuerdo? Mala asintió mientras nuevas lágrimas salían de sus ojos. —Gracias —susurró desde el fondo de su corazón—. No t
Mala miró a su alrededor mientras hacía la única maleta que estaba dispuesta a llevarse. Solo seleccionó lo necesario, y por más que las chicas insistieron, ella no aceptó llevarse nada que no necesitara realmente. Sabía que Chris estaba tomando aquella decisión porque todo se había acabado, pero po
Moe y Kainn avanzaron con precaución a través del espeso bosque hasta llegar a un pequeño invernadero que los dos conocían muy bien. A medida que se acercaban, los gritos groseros de una mujer resonaban en el aire. La tensión se palpaba en el ambiente, pero los hombres ya iban preparados para lo que
—Esta vez yo me ocuparé —declaró Kainn mientras salían del invernadero y él apagaba las luces y cerraba con llave—. Vete tranquilo. ¡O mejor, vete nervioso y haz algo al respecto! No puedes dejar ir a Mala así, Moe. Caminaron hasta la casa y Chris pasó a saludar a sus sobrinas, que estaban más que
Mala estaba parada en el andén del tren Eurostar, sosteniendo a su bebé en brazos. A su lado su amiga Jovana apoyó la cabeza en su hombro y juntas miraron el enorme mapa de las rutas que había en la pared. —¿Estás segura de que quieres venir conmigo? Sabes que esto implicará un cambio completo en n