¡Estaba tan emocionada! Jacking la había invitado a la ciudad y también a la boda de su amigo. Sería su pareja y podría bailar con él toda la noche. No podía creerlo. Claro que no se iría en ese momento, ni siquiera averiguaría si había habitaciones libres.
No pasaron desapercibidas las miradas que Jacking le lanzó cuando subió a la habitación a verla. Pudo notar que la miraba realmente con deseo. ¡Escogería un vestido realmente sexy! Había bajado un poco de peso, lo que le favorecía. Teka la acompañó a la tienda. ¡Había vestidos maravillosos! Una asistente la ayudó a encontrar un hermoso vestido. Le escogió uno dorado, muy ajustado a su cuerpo, con su busto asomándose provocativamente por el escote. Lo que más le gustaba era el enorme escote en V que tenía en la espalda, y la cadena que colgaba de su cuello, justo en el centro de su espalda. La falda caía hermosamente hasta sus pies. También se compró unos zapatos del mismo color. Teka le escogió un bolso y algunasNetfis estaba muy nerviosa. Solo faltaban unas horas para su boda, y sus amigos seguían sin llegar. Trataba de mantenerse tranquila, pero le resultaba un poco difícil. Quería que ellos la acompañaran en el día más importante de su vida. Por fin llegó Bennu. — Amor, ¿ya llegaron? —preguntó una vez más. —Sí, cariño, se están arreglando en el hotel. Jacking los traerá a tiempo —respondió Bennu con voz calmada. — ¿Por qué no vinieron ahora? —insistió Netfis. — Amor, cálmate. Están muy cansados del largo viaje. Se arreglarán en el hotel y llegarán a tiempo. Vete a arreglarte ahora —le sugirió Bennu con el mismo tono de voz. — ¿Seguro que no me estás engañando, Bennu? ¡Fíjate que, si lo haces, soy capaz de rechazarte! —lo amenazó en broma. — Había escuchado que las novias siempre se ponen histéricas, y no podía creerlo. Hasta ahora que te veo —dijo sonriendo. — No te burles, cariño, que te puedes quedar sin dulce esta noche —lo amenazó con segunda intenc
Todos los habitantes de la manada La Maat Ra, junto a los de la manada Luna Nueva, se encontraban reunidos en la cueva de las ceremonias. Estaban vestidos de manera muy elegante; algunos llevaban los trajes tradicionales de Egipto, sobre todo los más viejos, mientras que los jóvenes optaban por trajes modernos.La cueva estaba iluminada, mostrando la belleza de su decoración. Horacio no había escatimado en gastos; su imaginación no tenía límites, además de que había leído los deseos de Bennu y Netfis, ayudado por Teka. Todos estaban expectantes. Amet se acercó a Horacio, notando su nerviosismo.— Horacio, ¿ya todo está listo? —preguntó Amet.— Sí, Amet, todo listo —respondió Horacio—. ¿Jacking ya llegó?— Sí, está allá cerca del altar —lo señaló Amet.&
Horacio, quien había sido el encargado de realizar y dirigir todo, al fin estaba libre. No había dejado de seguir con la mirada a su linda mitad durante toda la noche. Observó cómo el chico que la acompañaba la dejaba para abrazar y besar a otro chico, y suspiró aliviado; no era su novio.Caminó sigilosamente entre las parejas que bailaban y se acercó despacio a Julieta, que se había quedado sola por un momento. Se pegó a ella, la abrazó por la cintura, acercándola con fuerza a su cuerpo. ¡Mía! ¡Solo mía! le susurró al oído mientras enterraba su cabeza en su hombro, pasando la lengua por donde iría su marca.Julieta sintió un fuerte corrientazo que recorrió todo su cuerpo e hizo que su centro se contrajera. Se giró despacio para mirarlo. ¡No podía creer que fuera su mitad! ¡Hace muchos a&ntild
Angelina caminaba alegremente rumbo a Netfis, que le hacía señas, llamándola con la mano. De repente, un hermoso joven la agarró violentamente por la cintura y la reclamó: ¡Mía! ¡Solo mía! Ella todavía no podía reaccionar. Intentó separarse de él, empujándolo con todas sus fuerzas en el pecho, pero le fue imposible. Sintió cómo él olfateaba su cuello y un corrientazo recorrió su cuerpo.¡Es mi pareja destinada!, pensó. ¡Por fin llegó! Se relajó y lo envolvió con sus brazos por el cuello, atrayéndolo hacia ella y ofreciéndole sus labios. Se dejó besar apasionadamente. ¡Era todo lo que siempre había querido sentir con un hombre! ¡Que su cuerpo lo reclamara, lo deseara con todas sus fuerzas!¡Este es mi hombre!, pensó, sintiendo su centro contraerse con cada movi
Llevaban volando muchas horas. Su padre solo quería que atendieran a su madre con unos doctores de su confianza. Isis todavía no había asimilado lo sucedido, ni comprendía cómo había sido el accidente de su madre. Solo podía ver que estaba vendada por todas partes, apenas si se le distinguía el rostro. Al recorrer con la mirada a los presentes, notó que su padre y algunos de sus hombres también estaban heridos.— ¿Papá, desde cuándo estás en la isla? —preguntó intrigada.— Hace dos semanas, hija —respondió sin demora—. Estábamos en los asentamientos arqueológicos al norte.— ¿Por qué no me llamaste? —insistió curiosa. Era algo inusual en su padre.— Tu madre no me lo permitió. Dijo que te lo había prometido —le explicó mientras acariciaba su ros
La respiración de su padre se hizo más acompasada y, con voz suave, mientras le acariciaba la cabeza, le reveló que ella era la reencarnación de la diosa Isis. Que era la reina y diosa de todos los dioses, con el poder de resucitar a los muertos. También, sería una gran maga en el futuro con grandes poderes.Según continuó explicando, ella tenía el poder de crear magia de la nada. Pero, sobre todo, y era la razón fundamental por la que la perseguían, poseía el poder otorgado por el mismo dios Ra de poder curar a los dioses y a todos los seres sobrenaturales existentes.—Eres como una madre para todos ellos —aseguró con los ojos brillantes de orgullo y prosiguió—: Por eso el amuleto de Wadjet, la hija de Ra, el dios del sol, funcionó contigo...Se detuvo un momento, tomó sus manos y las besó con veneración. Cu
Isis suspiró todavía con incredulidad, pero deseando que todo fuera verdad y que pudiera curar a su pobre madre sin importar en lo que se convirtiera. Además, si era verdad toda esa loca historia, y era una loba, tenía que enfrentar ese miedo. También tendría muchos poderes y se defendería de ellos. Su padre mandó a desocupar la parte del maletero del avión y pidió a sus hombres que no dejaran pasar ni salir a nadie de esa parte. Todavía les quedaban ocho horas de viaje.Lo vio comenzar a realizar conjuros. Apoyó sus dedos en su frente, y ella sintió un gran calor que recorría su cuerpo. Luego, una gran fuerza renació dentro de ella. La podía sentir, era libertad. Y escuchó una voz en su cabeza.—Hola, Isis —le recordaba la voz de Mat, pero era más dulce.—Hola, ¿quién eres? —preguntó en
Después de revisar toda la frontera, el Alfa se refugió en la colina de la luna, ese lugar sagrado donde se comunican con los espíritus. Contempló el lago congelado, cuya superficie cristalina reflejaba el cielo encapotado. "Mi madre luna", pensó con nostalgia, "no se deja ver hoy". La nieve caía incesante, como un velo blanco que la ocultaba de su vista. Mat se agitaba en su interior, ansioso por regresar, por separarse y refugiarse en el cuarto secreto, ese espacio místico donde sus esencias podían dividirse.Se dirigió a la casa, sintiendo el crujir de la nieve bajo sus pies. Justo cuando se concentró para pronunciar el antiguo conjuro de separación, una energía familiar pero urgente atravesó su ser: alguien estaba invocando al Alfa Supremo. La transformación fue instantánea, aunque las señales llegaban distorsionadas, como susurros en la tormenta. Sali&oacut