En la habitación de los chicos, Marcus se mantenía en silencio, mirando cómo caía la nieve por la ventana. No podía comprender lo que le había sucedido. Toda su vida había amado a Angie, y ahora, de pronto, aparecía esta desconocida que, en un solo instante, lo cambiaba todo. Por mucho que buscaba ese amor loco que siempre sintió por Angelina, no encontraba un solo rastro de él. No sabía qué había sucedido, pero su corazón latía acelerado solo con pensar en esa hermosa desconocida.
—Marcus —lo llama Paul—, estás muy silencioso desde que salimos de París. ¿Te pasa algo? —Yo sé lo que tiene —habla Alex—, y tiene nombre: ¡Neiti! —¡¿Qué locuras dices, Alex?! ¡Todos sabemos que solo tiene ojos para Angie! —lo interpela Paul. —¡Eso creía yo! —habla Marcus, visiblemente afectado—. ¡Hasta que vi a esa chica en el aeropuerto! ¡No sé explicarlo, no me la puedo sacar de la cabeza! Cuando le di mi mano, sentí un fuerte corrientazo. Creo que al fin entiendo a Angelina con esoSe encuentran en el despacho revisando todo lo concerniente a la boda de Bennu. El tiempo ha empeorado; la nieve no deja de caer y los aeropuertos están cerrados. —Amet, tenemos que hacer algo para que los amigos de Netfis puedan llegar. No me perdonaría que ella estuviera triste en la boda —dice con seriedad. —Estaba pensando, Jacking —inicia Amet—. ¿Recuerdas la pista antigua del hotel? Ahora que está nevando fuerte, nadie nos vería si usamos nuestros poderes para ayudar a aterrizar el avión. ¿Qué crees? Horacio puede controlar y derretir la nieve de la pista, y tú puedes controlar el tiempo por un momento. Bennu y yo pararíamos el avión y Neiti haría que los humanos no se den cuenta de nada. —Es una excelente idea —estuvo de acuerdo el Alfa—. Avisa a los nuestros que el avión despegue. Los estaremos esperando. Amet se retira, dejándolo pensativo. Es un buen plan, pero deben ser muy coordinados. Si los amigos de Netfis no fueran humanos, podrían haberlos trasla
Un silencio se implanta por un momento, en el que el Alfa Supremo sigue intentando adivinar en qué lugar del vasto universo se encuentra su pequeña hermana. Cree que se ha cortado el contacto cuando la vuelve a escuchar. —Hermano, estoy en un avión rumbo a Nueva Zelanda. Con una chica, que se llama Neiti y otros amigos míos—responde para sorpresa del Alfa Supremo. — ¿Con Neiti? ¿Vienes con los amigos de Netfis? —pregunta con incredulidad. — Sí, ¿cómo lo sabes? —Le responde Merytnet. — Te estaré esperando en el hotel —dijo con una sonrisa de felicidad. — Y gracias por estar viva. — ¿Ru, mi hermano? ¿No es un sueño esta vez? —Escucha antes de cortar el link con ella. — ¡No linda, soy yo! ¡Soy yo mi hermanita, tu hermano mayor Horus! ¡Nunca más te separarán de mí! —Le asegura, lleno de felicidad. — ¿Lo prometes? —Insiste la voz de su hermana en la cabeza. — ¡Sí mi hermana, te lo prometo! ¡Te lo prometo Meryt! Descansa ahora bella, ya casi l
¡Estaba tan emocionada! Jacking la había invitado a la ciudad y también a la boda de su amigo. Sería su pareja y podría bailar con él toda la noche. No podía creerlo. Claro que no se iría en ese momento, ni siquiera averiguaría si había habitaciones libres. No pasaron desapercibidas las miradas que Jacking le lanzó cuando subió a la habitación a verla. Pudo notar que la miraba realmente con deseo. ¡Escogería un vestido realmente sexy! Había bajado un poco de peso, lo que le favorecía. Teka la acompañó a la tienda. ¡Había vestidos maravillosos! Una asistente la ayudó a encontrar un hermoso vestido. Le escogió uno dorado, muy ajustado a su cuerpo, con su busto asomándose provocativamente por el escote. Lo que más le gustaba era el enorme escote en V que tenía en la espalda, y la cadena que colgaba de su cuello, justo en el centro de su espalda. La falda caía hermosamente hasta sus pies. También se compró unos zapatos del mismo color. Teka le escogió un bolso y algunas
Netfis estaba muy nerviosa. Solo faltaban unas horas para su boda, y sus amigos seguían sin llegar. Trataba de mantenerse tranquila, pero le resultaba un poco difícil. Quería que ellos la acompañaran en el día más importante de su vida. Por fin llegó Bennu. — Amor, ¿ya llegaron? —preguntó una vez más. —Sí, cariño, se están arreglando en el hotel. Jacking los traerá a tiempo —respondió Bennu con voz calmada. — ¿Por qué no vinieron ahora? —insistió Netfis. — Amor, cálmate. Están muy cansados del largo viaje. Se arreglarán en el hotel y llegarán a tiempo. Vete a arreglarte ahora —le sugirió Bennu con el mismo tono de voz. — ¿Seguro que no me estás engañando, Bennu? ¡Fíjate que, si lo haces, soy capaz de rechazarte! —lo amenazó en broma. — Había escuchado que las novias siempre se ponen histéricas, y no podía creerlo. Hasta ahora que te veo —dijo sonriendo. — No te burles, cariño, que te puedes quedar sin dulce esta noche —lo amenazó con segunda intenc
Todos los habitantes de la manada La Maat Ra, junto a los de la manada Luna Nueva, se encontraban reunidos en la cueva de las ceremonias. Estaban vestidos de manera muy elegante; algunos llevaban los trajes tradicionales de Egipto, sobre todo los más viejos, mientras que los jóvenes optaban por trajes modernos.La cueva estaba iluminada, mostrando la belleza de su decoración. Horacio no había escatimado en gastos; su imaginación no tenía límites, además de que había leído los deseos de Bennu y Netfis, ayudado por Teka. Todos estaban expectantes. Amet se acercó a Horacio, notando su nerviosismo.— Horacio, ¿ya todo está listo? —preguntó Amet.— Sí, Amet, todo listo —respondió Horacio—. ¿Jacking ya llegó?— Sí, está allá cerca del altar —lo señaló Amet.&
Horacio, quien había sido el encargado de realizar y dirigir todo, al fin estaba libre. No había dejado de seguir con la mirada a su linda mitad durante toda la noche. Observó cómo el chico que la acompañaba la dejaba para abrazar y besar a otro chico, y suspiró aliviado; no era su novio.Caminó sigilosamente entre las parejas que bailaban y se acercó despacio a Julieta, que se había quedado sola por un momento. Se pegó a ella, la abrazó por la cintura, acercándola con fuerza a su cuerpo. ¡Mía! ¡Solo mía! le susurró al oído mientras enterraba su cabeza en su hombro, pasando la lengua por donde iría su marca.Julieta sintió un fuerte corrientazo que recorrió todo su cuerpo e hizo que su centro se contrajera. Se giró despacio para mirarlo. ¡No podía creer que fuera su mitad! ¡Hace muchos a&ntild
Angelina caminaba alegremente rumbo a Netfis, que le hacía señas, llamándola con la mano. De repente, un hermoso joven la agarró violentamente por la cintura y la reclamó: ¡Mía! ¡Solo mía! Ella todavía no podía reaccionar. Intentó separarse de él, empujándolo con todas sus fuerzas en el pecho, pero le fue imposible. Sintió cómo él olfateaba su cuello y un corrientazo recorrió su cuerpo.¡Es mi pareja destinada!, pensó. ¡Por fin llegó! Se relajó y lo envolvió con sus brazos por el cuello, atrayéndolo hacia ella y ofreciéndole sus labios. Se dejó besar apasionadamente. ¡Era todo lo que siempre había querido sentir con un hombre! ¡Que su cuerpo lo reclamara, lo deseara con todas sus fuerzas!¡Este es mi hombre!, pensó, sintiendo su centro contraerse con cada movi
Llevaban volando muchas horas. Su padre solo quería que atendieran a su madre con unos doctores de su confianza. Isis todavía no había asimilado lo sucedido, ni comprendía cómo había sido el accidente de su madre. Solo podía ver que estaba vendada por todas partes, apenas si se le distinguía el rostro. Al recorrer con la mirada a los presentes, notó que su padre y algunos de sus hombres también estaban heridos.— ¿Papá, desde cuándo estás en la isla? —preguntó intrigada.— Hace dos semanas, hija —respondió sin demora—. Estábamos en los asentamientos arqueológicos al norte.— ¿Por qué no me llamaste? —insistió curiosa. Era algo inusual en su padre.— Tu madre no me lo permitió. Dijo que te lo había prometido —le explicó mientras acariciaba su ros