Mientras seguía estimulando su clítoris, comenzó a introducir un dedo suavemente. Netfis se sobresaltó, pero inmediatamente se adaptó al placer que esa nueva sensación le proporcionaba. Una corriente eléctrica recorrió su cuerpo, que se arqueaba ante las atenciones de su pareja.
Él aumentó el ritmo de su lengua, alternando con sus dedos. Los gemidos de Netfis se intensificaron, y su cuerpo comenzó a temblar. Aunque ella misma se había provocado orgasmos antes, lo que estaba sintiendo ahora le parecía irreal. No pudo contenerse y gritó pidiendo más hasta que estalló como un volcán, inundando la boca de Bennu, quien fue disminuyendo gradualmente el ritmo mientras subía besando su cuerpo sensible hasta llegar a sus labios para darle un beso apasionado. Su corazón aún latía desbocado y su cuerpo temblaba, mientras las coHacía varias noches que Hor, su lobo interior, no le permitía dormir. Se veía obligado a salir a correr hasta que el animal se agotaba. Durante esa semana había incrementado las horas de entrenamiento con la esperanza de calmarlo, pero nada parecía funcionar. El lobo permanecía inquieto, olfateando constantemente el aire y aullando sin cesar a la madre Luna.El día anterior había sido particularmente agotador, con Hor manteniéndolo en constante movimiento. Se había retirado a dormir temprano, cayendo rendido casi al instante. Fue entonces cuando el sueño comenzó: se encontraba en una fiesta concurrida cuando, al mirar hacia una escalera, la vio descender cual reina. Sus ojos no pudieron apartarse de aquellas largas y estilizadas piernas que se asomaban por la hendidura del vestido plateado, que llegaba casi hasta su cadera.Su mirada ascendió, quedando c
Isis se despertó aquella gélida mañana en la mansión de la manada La Maat Ra, con la inquietante sensación de que todo lo que había soñado la noche anterior había sido más que un simple sueño. Las imágenes de lobos gigantescos y ojos dorados aún danzaban en su mente. Se había cansado de llamar a su lobo imaginario Mat, pero él no aparecía, dejando solo el eco de su voz en el espacioso dormitorio.El calor que había experimentado la noche anterior había desaparecido, aún así decidió darse un largo baño. El agua fría de la antigua bañera de mármol acarició su piel, proporcionándole un placer momentáneo. El contraste entre su temperatura corporal y el agua helada le recordó era grande.Al fin decidió terminar el baño, dejando tras de sí una sensaci&oa
Por fin había terminado su celo. Tanto él como su lobo estaban agotados de estar encerrados. Jacking llamó a su beta Amet para que lo liberara. Cuando lo vio, le asombraron las grandes ojeras que tenía. Le preocupaba su hermano. ¿Qué le estaría pasando?—¿Qué te sucede, Amet? ¿Por qué estás tan demacrado? ¿Es por lo del conjuro de sumisión? ¿Algún efecto secundario? —lo llenó de preguntas, realmente preocupado.—No, Jacking, no pasa nada. Un poco de sueño, nada más —contestó Amet con voz cansada.—Amet, ¿sabes que a mí no me puedes engañar? —preguntó Jacking mirándolo fijamente, intentando descifrar qué le ocurría—. Te conozco muy bien, y sé que no es eso. Cuando quieras decírmelo, estaré esperando. Sab
Los tres primos volvieron a su forma humana y se sentaron a contemplar el agua en la colina junto al lago, el lugar donde la manada se reunía durante la luna llena. Horacio se entretenía haciendo olas y remolinos en la superficie cristalina, mientras sus compañeros permanecían inusualmente silenciosos y taciturnos. Jacking, percibiendo la preocupación de sus primos, decidió romper el pesado silencio.— ¡Vaya sorpresa que nos tenía reservada la mitad de Bennu! ¡Jamás imaginé que tuviera semejante poder! —comentó, intentando distraerlos de sus pensamientos.— ¡Es verdaderamente increíble! —concordó Amet—. Hacía años que no me encontraba con alguien que compartiera un poder similar al mío. Solo tú, Jacking, aunque nunca te ha gustado mucho acompañarme en esas tareas.—Vamos, Amet, sabes que no me agra
El peso de su responsabilidad, de sus errores, de cada momento desperdiciado comenzó a aplastarlo. La rabia hacia sí mismo crecía como una bestia incontrolable en su interior, alimentada por siglos de remordimiento contenido… De repente, el Alfa se levantó de un salto, irguiéndose en toda su imponente estatura bajo el cielo nocturno. Su presencia se alzó majestuosa en la Colina de la Luna, donde la luz plateada del astro nocturno bañaba su figura con un resplandor sobrenatural. Sus ojos dorados brillaban con intensidad, contrastando con la penumbra de la noche.Amet, sin titubear un instante, se puso también de pie. La brisa nocturna agitaba sus ropas mientras enfrentaba la majestuosa presencia de su Alfa en aquel lugar sagrado para la manada. En sus venas corría la misma sangre sagrada, aunque en menor medida, y su propia aura, más sutil pero igualmente poderosa, se manifestó
Jacking se detuvo justo frente a su despacho, necesitaba pensar todo con claridad. No podía permitirse distracciones, por ello debía encontrar la manera de deshacerse de la humana Isis. Recordó que la investigación que había ordenado realizar sobre ella debería haber llegado ya. Al abrir la puerta y entrar, sus ojos se posaron en el libro sagrado que reposaba sobre la mesa. ¿Qué hacía allí? Estaba seguro de haberlo guardado en el cuarto secreto. Se acercó lentamente con todos sus sentidos agudizados. Podía percibir que alguien había estado allí. ¿Pero quién tendría el poder de tocar el libro sagrado de los Alfas Supremos y con qué intención lo habría hecho? —¿Mat, quién crees que estuvo aquí? —preguntó a su lobo. Entonces se percató de que Mat había estado demasiado tranquilo. Con todo lo ocurrido, solo lo había sentido al convertirse en Alfa Supremo y durante su breve conversación anterior. —Mat —lo llamó al ver que no respondía—, ¿te sucede algo? Si
"Humanos", murmuró mientras sus ojos recorrían el informe una y otra vez, incrédulo ante los resultados. La revelación era desconcertante: no había nada intrínsecamente malo con su mitad. El problema radicaba en otra parte: su pureza la hacía vulnerable. Su alma inmaculada y su cuerpo sin mácula la convertían en el recipiente perfecto, un lienzo en blanco listo para ser corrompido. Era precisamente esa inocencia lo que la transformaba en el objetivo ideal para ser poseída por su enemiga. La ironía no escapaba a su comprensión: aquello que hacía especial a su mitad era también lo que la ponía en mayor peligro. Un alma pura, un cuerpo sin mancillar, características que en cualquier otro contexto serían virtudes, ahora se presentaban como potenciales debilidades a explotar. Se dirigió a la clínica para consultar con la bruja Teka-her y Aha, consciente de que ellos poseían mayor conocimiento sobre el tema. Al llegar, le informaron que la pareja se encontraba atendi
Mat yacía junto a la cama de su luna, resistiendo el impulso de acostarse con ella. El sueño erótico había intensificado su deseo, y su aroma lo estaba enloqueciendo. Esta nueva energía le preocupaba. No podía dejar de preguntarse: ¿Por qué una humana tenía el amuleto de Wadjet? ¿Quién se habría apoderado esta vez de su linda Luna? Tan inocente y pura que era. ¡Despierta, Mat!, se reprendió a sí mismo. ¡Recuerda que podría albergar a nuestra enemiga! Los recuerdos lo asaltaron: ¡Isfet, cuánto te amé! ¿Por qué me traicionaste? Pudimos haber sido tan felices... Habría puesto el mundo a tus pies. Si querías poder, ¿por qué no me lo pediste? ¡Te lo habría dado todo! Un movimiento inquieto en la cama lo puso en alerta. Isis lloraba desesperadamente, sumida en otra pesadilla. Aunque se mantuvo distante, observó cómo la luz emanaba de su pecho y la envolvía, sin lograr calmar su llanto. Entonces, escuchó su nombre entre sollozos. Mat, ¿dónde estás? ¡Dijiste que s