La miré un rato a los ojos, viendo cómo comenzaba a ser devorada por las llamas sin inmutarse. Su hermosa piel comenzó a arder mientras ella seguía mirándome sin emitir una sola queja. Iba a girarme para marcharme y no ver cómo era consumida por las llamas, pero su voz me detuvo.
—Sé que no me vas a creer, Mat, pero yo te amo. Sé que voy a morir ahora, pero tú jamás podrás ser feliz, porque tú y yo somos uno —dijo con una tristeza que no entendía—. Tú eres el orden y yo el desorden. Tú eres la calma, y yo la locura. Yo soy todo lo contrario a ti, Mat, por eso no podemos vivir uno sin el otro. Y voy a regresar, Mat. Tarde o temprano, volveré. Y haré de tu mundo, y de todos aquellos que te importen, un infierno. Porque está en mi naturaleza. No puedo hacer otra cosa.Diciendo esto, lanzó su último suspiro. Pero el caosDespués del susto en el festival de las flores, Isis se sentía más tranquila. Para decir verdad, no salía de la casa. Había llamado varias veces al hotel para ver si tenían habitaciones disponibles, pero aún nada. En realidad, no quería irse. Mat le había dicho que creía que fuera de allí no podría seguirla. Y ella no entendía por qué, si era su lobo imaginario. Debería poder seguirla adonde fuera.A Jacking apenas lo veía, y cuando lo hacía, siempre encontraba esa mirada fría que la aterrorizaba y la estremecía a la vez. Cada día, le gustaba más ese hombre, mientras que ella le gustaba menos. Se esmeraba por vestirse provocativamente, pero hasta ahora, no había salido un elogio de sus labios. Y sufría en silencio. Ahora entendía por qué su querida mejor amiga Antoni lloraba tanto cuando le rom
En ese momento, Jacking logró recuperar el control de su cuerpo, apartándose bruscamente antes de que los labios de Isis alcanzaran los suyos. Sin mediar palabra, salió precipitadamente de la cocina, azotando la puerta tras de sí. Corrió hasta las cuevas, conjurándolas para encerrarse en una de las habitaciones. Las llaves de las rejas volaron lejos, asegurando su aislamiento.Isis permaneció inmóvil en medio de la cocina, desconcertada por su reacción. Cada encuentro con Jacking la dejaba más confundida sobre la verdadera naturaleza de aquel hombre. Subió a su habitación y se dio un largo baño con agua fría, intentando calmar el torbellino de emociones que la embargaba. Al acostarse, el sueño la envolvió rápidamente.Mientras tanto, Jacking se había refugiado en la cueva, luchando contra su propia excitación. Cuando finalmente lo
Los preparativos de la boda lo tenían completamente alterado. Bennu siempre había sido un hombre reservado, poco dado a la conversación. Sin embargo, su compañera Netfis era todo lo contrario, y lo estaba volviendo loco con sus innumerables peticiones. Él se limitaba a asentir a todo, tanto para mantener la paz como para hacerla feliz.El Alfa Amat le había advertido que ese no era el camino correcto, que debía mostrar más dominio. Pero después de haberla esperado durante tanto tiempo, Bennu no quería arriesgarse a hacerla infeliz. Además, el temperamento de Netfis era explosivo; su costumbre de decir las cosas de frente la podría meter en serios problemas cualquier día.A diez días de la boda, casi todo estaba listo. Solo faltaban algunos muebles por llegar a la casa. El lugar le agradaba enormemente; podrían estar solos hasta la llegada de los hijos,
Mientras seguía estimulando su clítoris, comenzó a introducir un dedo suavemente. Netfis se sobresaltó, pero inmediatamente se adaptó al placer que esa nueva sensación le proporcionaba. Una corriente eléctrica recorrió su cuerpo, que se arqueaba ante las atenciones de su pareja.Él aumentó el ritmo de su lengua, alternando con sus dedos. Los gemidos de Netfis se intensificaron, y su cuerpo comenzó a temblar. Aunque ella misma se había provocado orgasmos antes, lo que estaba sintiendo ahora le parecía irreal. No pudo contenerse y gritó pidiendo más hasta que estalló como un volcán, inundando la boca de Bennu, quien fue disminuyendo gradualmente el ritmo mientras subía besando su cuerpo sensible hasta llegar a sus labios para darle un beso apasionado.Su corazón aún latía desbocado y su cuerpo temblaba, mientras las co
Hacía varias noches que Hor, su lobo interior, no le permitía dormir. Se veía obligado a salir a correr hasta que el animal se agotaba. Durante esa semana había incrementado las horas de entrenamiento con la esperanza de calmarlo, pero nada parecía funcionar. El lobo permanecía inquieto, olfateando constantemente el aire y aullando sin cesar a la madre Luna.El día anterior había sido particularmente agotador, con Hor manteniéndolo en constante movimiento. Se había retirado a dormir temprano, cayendo rendido casi al instante. Fue entonces cuando el sueño comenzó: se encontraba en una fiesta concurrida cuando, al mirar hacia una escalera, la vio descender cual reina. Sus ojos no pudieron apartarse de aquellas largas y estilizadas piernas que se asomaban por la hendidura del vestido plateado, que llegaba casi hasta su cadera.Su mirada ascendió, quedando c
Isis se despertó aquella gélida mañana en la mansión de la manada La Maat Ra, con la inquietante sensación de que todo lo que había soñado la noche anterior había sido más que un simple sueño. Las imágenes de lobos gigantescos y ojos dorados aún danzaban en su mente. Se había cansado de llamar a su lobo imaginario Mat, pero él no aparecía, dejando solo el eco de su voz en el espacioso dormitorio.El calor que había experimentado la noche anterior había desaparecido, aún así decidió darse un largo baño. El agua fría de la antigua bañera de mármol acarició su piel, proporcionándole un placer momentáneo. El contraste entre su temperatura corporal y el agua helada le recordó era grande.Al fin decidió terminar el baño, dejando tras de sí una sensaci&oa
Por fin había terminado su celo. Tanto él como su lobo estaban agotados de estar encerrados. Jacking llamó a su beta Amet para que lo liberara. Cuando lo vio, le asombraron las grandes ojeras que tenía. Le preocupaba su hermano. ¿Qué le estaría pasando?—¿Qué te sucede, Amet? ¿Por qué estás tan demacrado? ¿Es por lo del conjuro de sumisión? ¿Algún efecto secundario? —lo llenó de preguntas, realmente preocupado.—No, Jacking, no pasa nada. Un poco de sueño, nada más —contestó Amet con voz cansada.—Amet, ¿sabes que a mí no me puedes engañar? —preguntó Jacking mirándolo fijamente, intentando descifrar qué le ocurría—. Te conozco muy bien, y sé que no es eso. Cuando quieras decírmelo, estaré esperando. Sab
Los tres primos volvieron a su forma humana y se sentaron a contemplar el agua en la colina junto al lago, el lugar donde la manada se reunía durante la luna llena. Horacio se entretenía haciendo olas y remolinos en la superficie cristalina, mientras sus compañeros permanecían inusualmente silenciosos y taciturnos. Jacking, percibiendo la preocupación de sus primos, decidió romper el pesado silencio.— ¡Vaya sorpresa que nos tenía reservada la mitad de Bennu! ¡Jamás imaginé que tuviera semejante poder! —comentó, intentando distraerlos de sus pensamientos.— ¡Es verdaderamente increíble! —concordó Amet—. Hacía años que no me encontraba con alguien que compartiera un poder similar al mío. Solo tú, Jacking, aunque nunca te ha gustado mucho acompañarme en esas tareas.—Vamos, Amet, sabes que no me agra