El Alfa avanza pensativo; ahora entiende a su padre cuando le dijo que pusiera a su hermana en las cuevas de plata. Su poder lleva tantos años restringido que está a punto de explotar al salir. ¡Tenía que haberle dedicado más tiempo! Se reprocha mientras piensa en la mejor manera de ayudarla. El problema de su Luna lo ha tenido muy ocupado. ¿Estará bien? Se pregunta y decide comunicarse con ella:
— ¡Mi luna, mi luna! ¿Dónde estás, mi Luna? ¿Duermes todavía?— ¿Mi Alfa? —escucha la voz incrédula de Isis en su mente—. ¿Eres tú? ¡Puedo hablarte! ¡Era cierto! ¡Pensé que me habías engañado! ¡Pasaron muchas horas desde que te fuiste!— Mi luna, sé que no tienes noción del tiempo, pero era de noche cuando te dejé y ahora acabo de despertar —explica con suavidaUna oleada de alegría cálida inundó a Jacking por completo al enterarse de que su Luna los añoraba. Albergaba la esperanza de que la situación con su hermana se resolviera con prontitud; la perspectiva de reunirse con Isis y brindarle su compañía lo llenaba de un anhelo impaciente. Se prometió a sí mismo dedicarle más tiempo ese día, sumergirse en su presencia. Una chispa de inspiración lo iluminó: la llevaría consigo a la mente de Ast. La idea, fresca y novedosa, le pareció perfecta. Sería una oportunidad para que su Luna, en su soledad, encontrara en Ast un nuevo lazo, una conexión inesperada.Con la mirada, escudriñó la figura de su hermana, percibiendo un cambio sutil, una calma que se asentaba como un bálsamo sobre su espíritu previamente agitado. Con un gesto discreto, casi imperceptible, le indicó que salieran. La
Merytnert soltó a su hermano y se acercó despacio a Héctor, quien la observaba con agonía. Tomándole las manos con firmeza, le suplicó:— ¡Héctor, solo di que sí, por favor! ¡Después, solucionamos esto! —con una mirada intensa, le preguntó—. ¿Me amas, Héctor?— ¡Sabes que sí! Ese no es el punto —respondió Héctor, la seriedad marcando su voz. —Oh, respuesta errada —exclamó Horacio preocupado, al tiempo que por instinto se convertían en sus divinidades. —Di que sí Héctor o…Merytnert se separó de él, retrocediendo dos pasos, y en ese instante todo su cabello comenzó a electrificarse, como si una tormenta interna estuviera sobre ella. Sus ojos adquirieron un brillo blanco, cargado de energía eléctrica, mientras su voz, llena de
El Alfa Supremo lo observó por un momento, evaluando su resolución, y luego le preguntó el nombre de su lobo y de qué color era.— Mi lobo se llama Anker, mi Alfa —dijo Héctor, erguido, describiendo a su compañero con orgullo—. Es de color amarillo, con un diamante negro en la frente.— ¡Vaya, sí que eres la mitad de Nert! —exclamó Horacio, sorprendiendo a todos con su comentario.La atmósfera se llenó de una energía renovada, mientras cada uno de ellos se preparaba para lo que estaba por venir. La conexión entre Héctor y Merytnert, fortalecida por el amor y el poder, parecía estar destinada a enfrentar cualquier desafío.Todos se dirigieron a la cueva de plata, un lugar sagrado que impediría que los poderes de la princesa causaran estragos. Al llegar, el Alfa asumió el control de la situació
Estaba feliz de que todo hubiera salido muy bien. Ahora solo faltaba entrenar a esos dos. Tendría que hacerlo él mismo, porque el poder de su hermana era muy fuerte, sobrepasando al de los demás; ella era una Alfa Real. Cuando jugaban de niños, era el único que podía controlarla y, en ocasiones, tenía que intervenir su padre. A Héctor debería enseñarle todo desde cero. Bueno, eso sería a partir de mañana; ahora iba a ver a su Luna.—¿Mat, crees que es buena idea llevar a Isis a ver a su loba Ast? —Le preguntó a su lobo dudando si a lo mejor resultaría algo bueno de eso. —No es mala idea —aceptó Mat. —Pero creo que deberíamos esperar unos días, para que nos extrañe más a nosotros. —¿Estamos siendo un poco egoístas, Mat? —preguntó Jacking preocupado. &mdash
Después de separarse, miró a Dakarai por un momento, luego se puso a explicar qué esperar de los baños termales para la salud de su esposa.—Ahora voy a ver a Isis —le dijo—. Ya hemos perdido mucho tiempo. Pero primero vamos a ver a su loba Ast. ¿Tiene algún consejo sobre cómo tratar con su pequeña hija loba?—A mi Ast, de pequeña, le gustaba mucho jugar a los escondites —respondió Dakarai, sonriendo como si recordara esos momentos—. Le digo esto por si no la ves; espere a que salga. También es muy juguetona, pero desconfiada. No se acerquen; déjala que sea ella la que venga. Es muy curiosa, y vendrá a su encuentro. Muchas gracias mi Alfa por todo esto que hace, ojalá logres resolver el problema de mi pequeña.—Gracias, mi suegro. Me has ayudado mucho —se despidió con un apretón d
Isis seguía sumida en el torbellino de preguntas y pensamientos que la llenaban de dudas, dejándola atrapada en un mar de interrogantes sin respuesta. Como en otras ocasiones, comenzó a tener un diálogo interno, creyendo que hablaba con su propia consciencia, aunque a veces sentía que esta tenía una voz propia, una personalidad distinta.—¿Por qué siento éstas mariposas en el estómago cuando lo veo? —se cuestionó con un suspiro ligero, aunque algo avergonzada.—¡Porque estás loca! —contestó su consciencia con un tono burlón, casi riéndose de ella.—¿Me gustará el Alfa Supremo? —insistió, con una mezcla de curiosidad y nerviosismo.—¡No te puede gustar, Isis! Él es un lobo, y tú eres humana, ¡qué disparate! —replicó su consciencia, taja
Isis lo miró con desconcierto. Su instinto le advertía de que el Alfa deseaba convencerla de algo serio. Pero ella estaba convencida de que era la parte humana y Ast, era la loba, no ella.—¿Qué quieres decir? —preguntó, frunciendo el ceño con evidente confusión.—Mi Luna, debes aceptar que tu loba, Ast, es parte de ti, y tú eres parte de ella. Son una sola. Hasta que no lo hagas sinceramente… —se detuvo un momento, mirando el impacto de sus palabras en ella, antes de continuar— …no podrán unirse. Ast está sola, y es solo una cachorra. Necesita que tú la ayudes a darse cuenta de que ha crecido.Isis sintió que la frustración se apoderaba de ella. Y dale con que soy una loba, pensó furiosa. ¿Es que acaso no le gustan las humanas?—¡Somos dos! ¡Ella es la loba y yo la humana! —contradijo
El Alfa Supremo sonrió de forma amplia al escuchar esas palabras, su victoria era evidente. Ella aunque confundida lo reclamaba como suyo. Sonrió complacido y se atrevió a preguntar:—¿Entonces, serás mi novia? —preguntó, con una mezcla de ilusión y triunfo.Isis, aturdida por la pregunta y por lo que sus propias palabras habían provocado, guardó silencio. No había planeado llegar a ese punto. Lo suyo con el Alfa Supremo había comenzado como un juego, un coqueteo inocente. No obstante, ahora se encontraba atrapada en algo más grande de lo que imaginaba. Mirando esos enormes ojos llenos de expectativa, no sabía qué hacer ni qué decir. Me he metido en un lío tremendo, pensó mientras su consciencia la reprendía con dureza: ¡Acláralo rápido!—¡No puedo ser tu novia! Me gusta el humano Jacking,