Isis, sin embargo, bajó la mirada, arrepentida de haber preguntado. No quería decir nada más sobre ese hecho. Después de todo, su beso le gustaba mucho.
—Por nada, mi Alfa —respondió rápidamente, con un dejo de evasión en su tono. Su mente y la voz en su cabeza parecían coincidir por primera vez. ¿Para qué averiguar ahora? No iba a ganar nada con eso; sería mejor dejarlo para más adelante. El Alfa Supremo, aunque disfrutaba de las sutilezas de ese juego entre los dos, tenía en mente un propósito distinto para aquella ocasión. Ese día, estaba decidido a ayudar a Isis a recordar una parte crucial de su vida. Los años antes de los cinco, esos en los que había sido una loba. Su mirada se tornó más seria entonces. Se acercó a ella, observándola con decisión y ternura. Isis, a su vez, lo mir&oacutEl Alfa, al notar el desconcierto de su Luna, suavizó su tono y la tranquilizó con una calma firme que le era natural.—Mi Luna, eso ya quedó en el pasado —aseguró con ternura—. Ahora me tienes a mí. Estoy aquí para acompañarte a enfrentar esas memorias. Podemos atravesarlas juntos, mi Luna. Eso es lo que quiero proponerte: que me permitas ayudarte a recordar esos fragmentos olvidados. Solo así podrás comprender que, además de ser humana, eres una loba.Isis lo observó en silencio, pensativa, mientras la tensión en sus hombros se hacía evidente. Su mente le susurraba que quizás, si aceptaba recorrer esos recuerdos, su loba, Ast, despertaría para guiarla; tal vez, aprendería finalmente a transformarse en humana, poniendo fin a esa incertidumbre que la desgastaba. Sin embargo, el miedo la paralizaba. Temía tanto volver a vivir esa mem
El Alfa Supremo comenzó a actuar. Primero, transmitió energía a través de sus manos, como una corriente cálida y reconfortante que fluyó hacia ella. Luego, con calma y solemnidad, empezó a conjurar a los dioses. En cuestión de instantes, proyectó una imagen frente a ambos: Isis adulta, con una expresión firme aunque nerviosa, y él, a su lado, tomados de las manos.La escena cambió rápidamente, transportándolos a lo que parecía ser un campamento en medio de la selva. La claridad y el detalle de la visión eran impactantes. Allí, la madre de Isis excavaba junto a un grupo numeroso de trabajadores en lo que parecía ser un sitio arqueológico. Su padre, por su parte, revisaba unos papeles dentro de una tienda cercana. La pequeña loba cachorra, Ast, correteaba despreocupada, persiguiendo a un conejo que saltaba de un lado a otro cerca
Isis temblaba furiosamente entre los brazos del Alfa, su miedo palpable, como si el peligro fuera real una vez más. Él la abrazó con fuerza y no permitió que apartara la mirada.—Debes seguir mirando, mi Luna. Esta es tu historia. —La mantenía firme, constante, siendo su refugio en medio de la tormenta de recuerdos.La escena continuó y, de repente, apareció su padre, pero ya no en forma humana, sino como un lobo enorme y majestuoso. Sin dudar, atacó al lobo rogue que intentaba llevársela. El impacto fue brutal, obligando al atacante a soltarla. En ese instante, la pequeña Isis se transformó en la cachorra Ast y, sin vacilar, saltó al cuello del mismo lobo que tenía a su padre atrapado contra el suelo, sujetándolo por el cuello. Los gruñidos y sonidos del combate llenaban el aire mientras la pequeña loba defendía a su padre con todo lo qu
El Alfa asintió, complacido con su decisión, y con firmeza la condujo hacia el siguiente paso de su viaje interior. Todo hasta ese momento estaba saliendo mejor de lo que había esperado. Su Luna le había demostrado que era más valiente de lo que hasta ahora había visto. Creyó que por ser la niña caprichosa y mimada que hasta ahora le había demostrado que era, se iba a oponer a todo. Pero no, su Luna confiaba en él y había facilitado el trabajo de ayudarla a comprender que era un ser sobrenatural. Isis todavía sentía el miedo residiendo en su interior, pero ahora también había una certeza que comenzaba a arraigarse profundamente: era una loba. Y no solo eso, sino que empezaba a aceptar con alegría esa parte de sí misma. Aún tomada de la mano del Alfa, comenzaron a caminar hacia las memorias donde permanecía la cachorra Ast, la ot
Estaba muy nervioso. Desde que se levantó, sentía a su lobo Anker inquieto. Salió a correr, marcando todo el territorio, pero de nada sirvió; su intranquilidad aumentando fue constante. Su padre había querido que hiciera entrenamiento, pero había dejado al beta que lo hiciera.No poder comunicarse con su mitad como lo hacía normalmente lo estaba matando. Se cansó de timbrar su teléfono sin obtener respuesta. Llamó a Net, quien estaba entrenando, pero sentía que algo estaba pasando con ella. Finalmente, decidió ir a verla. Entró a su casa justo para oír los gritos de su nana.—¡Alfaaaaaa! ¡Rápido, algo le pasa a la señorita Merytnert!Vio a Alfa, junto con los demás, salir corriendo, y los siguió. Al llegar a la cocina, se encontraron con Merytnert, cuyos ojos azules oscuros y el diamante dorado en su frente r
Héctor la observó sorprendido y, al mismo tiempo, con admiración. Sonrió como un tonto al ver cuánto la amaba, al punto de no dudar en compartir sus poderes con él. Se sentía asombrado y asustado; no sabía si iba a poder soportarlo, pero no lo demostró.—Entonces, Amet, eso quiere decir que puedo transferir parte de los poderes de mi hermana a él —continuó preguntando el alfa con atención—. Como son mitades, se consolidarán y completarán uno al otro.—¡Exacto! —confirmó el beta, deteniéndose para mirar al alfa con el ceño fruncido antes de continuar—. ¡Pero tendrían que consumar su unión hoy mismo, con la marca!¿Qué dijo? ¡Me tengo que casar hoy! pensó Héctor, tratando de encontrar una explicación a tanta prisa. No es que no quisiera casarse, pero s
Él estaba emocionado por el amor que Merytnert le demostraba delante de todos. Ella solía ser muy dulce con él en privado, mostrándose más seria ante los demás, pero ahora no se reprimía y expresaba el gran amor que sentía por él. Esa demostración de amor le dio fuerzas para seguir soportando lo que fuera necesario con tal de no perderla.— Estoy bien —se apresuró a asegurar Héctor—. Me siento extraño y bien a la vez. Con mucha energía. Nunca antes había experimentado tal fortaleza y vigor. En verdad, esta manada era algo diferente, pensaba mientras se ponía de pie.— Ya te acostumbrarás, Héctor —se oyó la voz gruesa del Alfa Supremo, quien dirigía todo—. Ahora, vamos a la cueva de plata. Primero, desbloquearé el poder de mi hermana, y al mismo tiempo, te transmitiremos el poder del rayo y la
Merytnert se acercó despacio a Héctor, percibiendo y compartiendo la confusión que embargaba ahora a su esposo. Con un gesto suave, tomó sus manos, entendiendo que debía explicarle todo lo sucedido. —Así es, todo fue también muy repentino para mí —dijo suavemente con ternura y seriedad mientras continuaba—. Esta mañana apareció el tatuaje de mi loba, mira, este —y, con una pausa, descubrió su hombro para mostrárselo. El dibujo de la loba Nert parecía vibrar con vida propia bajo la luz tenue del lugar—. Cuando se lo mostré a mi hermano, me explicó que era normal. Dijo que nosotros nacemos con este tatuaje por ser de la familia real. Héctor, atento a cada palabra, no pudo ocultar su asombro. Miró el hombro de su pareja donde estaba el tatuaje con fascinación. —¿De veras? &mdash