Piero
Miro hacia mi teléfono con incredulidad, creo que es la primera vez que mi hermana me cuelga sin despedirse, y eso me hace sentirme mal; sé que no he hecho las cosas correctamente. Después de depositar el teléfono en la mesa, me levanto de la silla, y doy vueltas alrededor de mis despacho.
Después de unos minutos pensando en como solucionar la cadena de decisiones poco acertadas que he tomado últimamente, me acerco a la puerta, la abro, y me giro hacia la asustada chica que sustituye a mi secretaria.
- ¿Puedo hacer algo por usted, señor Cardoglia?
La pobre apenas levanta los ojos de la marabunta de papeles que alfombra su escritorio, y me siento mal por el jefe tan pésimo que he sido en las últimas semanas.
- Si, por favor, llama a Anna para que se reincorpore mañana, y después de eso, pasa a mi despacho con mi agenda.
Cierro la puerta de
AbaEs media mañana, y hoy me he levantado un poco cansada, anoche Marcos volvió a venir a verme, y estuvimos viendo la tlevisión hasta bastante tarde, así que hoy, me encuentro cansada, pero aún así, he hecho un esfuerzo, y me he levantado, vestido adecuadamente, y ahora estoy intentando preparar una receta de pollo a la cazuela que ya he probado a cocinar en anteriores ocasiones, y no me queda mal del todo.Mientras yo estoy ensimismada añadiendo ingredientes a la olla, el timbre de la puerta suena, y me desconcentro. Me pregunto quien podrá ser, pues no espero a nadie, y tampoco he pedido ningún paquete. Imagino que será la vecina de enfrente, que es bastante mayor, y en alguna ocasión me ha pedido ayuda para conectar algún aparato, o para que le ayude a cambiar una bombilla.Me acerco a la puerta, y antes de que me dé tiempo a abrir, vuelven a tocar el ti
Piero- Tienes que estar de broma, Aba, ¿quieres decir que llevas dentro de ti a mi hijo y me he enterado por casualidad?- Piero, quise decírtelo, de verdad, pero no creo que entiendas por todo lo que he pasado en estos meses,simplemente no creía que quisieras tener nada que ver en la vida de este hijo que concebimos accidentalmente.- ¿Y no crees que eso es algo que tenía que decidir yo?- No voy a mentirte, ni a darte falsas excusas, sé que no he actuado bien, que tenías derecho a saber que ibas a ser padre, pero no he reunido fuerzas suficientes para hablar contigo, temía que me gritaras que era una caza fortunas que me había quedado encinta a propósito.Me quedo callado con el inmenso peso de sus palabras sobre mis hombros, intuyendo que tal vez esa hubiera sido mi respuesta si ella hubiera llamado, y me hubiera contado lo de su embarazo, pero me callo y dejo q
AbaCuando Piero habla de matrimonio, siento como se me atraganta en la garganta el último bocado que he ingerido.- Piero, no podemos casarnos simplemente porque vayamos a tener un hijo en común, puede que en tu mundo los matrimonios acordados se lleven a cabo, pero en el mio no. El día que camine hacia el altar, quiero que sea para casarme con un hombre que me ame plenamente, y por el que yo sienta lo mismo.Noto como su mandíbula se tensa al escuchar mis palabras, y como su puño cerrado hace una fuerza excesiva sobre la delicada copa de vidrio en la que nos han servido las bebidas.- Camarero, ¿nos trae la cuenta, por favor?- pide Piero sin mirarme siquiera.Tras una corta espera, él se hace cargo de la comida, y me veo de nuevo dentro del coche que nos ha traído hasta aquí, noto que Piero está a punto de estallar, y no entiendo el porqué.- ¿
NinaAcabamos de aterrizar en Milán, y al fin decido encender de nuevo mi móvil y volver a la vida real. El retiro ha estado genial, de hecho, he conseguido perder casi dos kilos, y vuelvo con la piel más tersa que una adolescente. Pero ahora es el momento de enfrentarse de nuevo a la realidad, y estoy deseando hacerlo, porque solo faltan dos semanas para mi increíble boda con Piero Cardoglia.Mi vestido de novia, una creación de cuento de hadas, está ya esperándome en mi habitación de mi casa familiar; mis damas de honor están aún más emocionadas que yo, y no dejan de hablar de todos los planes que haremos hasta el día de la boda;y nuestra idílica luna de miel en Nueva York, está ya confirmada.Al poner el pin en el teléfono, comienzan a parecer cientos de notificaciones, y veo como la pantalla se satura con múltiples pantallas emergente
PieroEscucho mi nombre y levanto automáticamente la cabeza a ver quien me está llamando. Veo a una enfermera con una libreta y un bolígrafo, situada justo en la puerta por la que se han llevado a Aba, y me dirijo hacia donde se encuentra:- ¿Piero Cardoglia?.- pregunta con voz mecánica.- Si, soy yo, ¿cómo está Aba?- Señor, yo no dispongo de información acerca de los pacientes, he venido a buscarlo porque uno de los doctores me lo ha pedido.Me conduce a lo largo de interminables pasillos llenos de azulejos, pasamos decenas de puertas, y finalmente, la enfermera se detiene frente a una de esas puertas, llama a la puerta con un par de toques, y abre la manilla.En el interior está Aba, tendida en una cama, con suero conectado, despeinada y con aspecto cansado. A su lado un doctor que dice ser el ginecólogo de urgencias.- Doctor, ¿
PieroEscucho la voz de Nina antes de que mi secretaria la anuncie, y siento como un nudo se instala en mi garganta y amenaza con estrangularme si no hago algo pronto. Así que salgo yo mismo a recibirla, y la encuentro a pocos metros, tan deslumbrante como siempre, pero con una indescifrable expresión en el rostro.- Acompáñame al despacho, por favor, Nina.- ¿Queréis que os sirva algo? ¿Café? ¿Té?.- Agrga rápidamente mi eficiente secretaria.- No, todo está bien, tranquila, continúe con sus tareas.- le digo yo.Cuando al fin cierro la puerta tras de Nina, me acerco al mueble bar, y sirvo dos copas generosas de bourbon, a ella le gusta, y a mi, me vendrá bien.- ¿Vas a explicarme ya qué ocurre, Piero?Me dice en cuanto dejo su vaso sobre la mesa.- Es comp
Nina- Si es así, habla, por favor.-dice Piero con un tono un tanto desesperado en su voz.- Tu testimonio puede ayudarnos a desentrañar este problema.- Nina colocó su pie delante de los de Aba, yo la vi. Y cuando la pobre tropezó, no intentó en ningún momento ayudarla a recuperar el equilibrio, sino que la dejó rodar.- ¡Serás bastarda! Tú no pudiste ver nada, no estabas en tu mesa, hablas de ese modo porque me odias, y deseas a Piero para ti.- No negaré que eres una persona desagradable, y que a nadie en empresas Cardoglia le gustas; pero no mentiría sobre algo tan grave de no estar segura. Lo vi todo, pero tú no me viste, porque mi sitio está medio oculto, y si no te fijas muy bien, no se ve a la persona sentada en la mesa.Miro a Piero con mi caramás inocente, pero él no se ablanda. Me giro entonces hacia la señor
Aba Me despierto con dolor de cabeza, y trato de enfocar la vista, aunque noto que me cuesta mucho hacerlo. Me noto dolorida, y con poca movilidad, y de repente, aterrada, descubro que mi vientre ha desaparecido, y trato de palparme el abdomen, en el lugar en el que supuestamente debería estar creciendo mi hijo, ahora hay solo un vacío inmenso. - ¿Hola?.- me escucho decir con una voz pastosa y ronca que casi no se parece a mi tono original. Al instante detecto un movimiento, y la cara de Piero se coloca justo enfrente de la mia. - Aba, no puedo creerlo, no puedo creerlo, estás bien, has despertado. - Agua, por favor.- gimoteo yo con una voz, que más parece un graznido que una voz. Él me acerca un vaso con una pajita de un color rosa intenso, y bebo un sorbito, aunque me cuesta mucho tragar el poco agua que he ingerido. - Aba, ¿cómo te sientes? - Fatal, ¿dónde estoy