Sin palabras

En el puesto central de la mesa se encontraba ya sentado Honorato. A su derecha estaba Aarón Miller. Pero lo más sorprendente de todo es que de pie, pero junto al anciano y tomando su mano se encontraba nada más, y nada menos que Ana Miller.

Ahora sí que Viggo se sentía confundido en extremo. Esta es una situación que nunca se vio venir. Su aura fría se enfrió aún más. Sentía una incipiente repulsión por esas personas que estaban en ese lugar. La ambición desmedida se dejaba notar en cada gesto de ambos.

_ Siéntate _ fueron las palabras de Honorato hacia su nieto.

Viggo le dio la mirada más desprovista de emociones que pudiera haber existido y obedeció al anciano. El mayor comprendió que su nieto era aún más destacable de lo que hubiera podido sospechar. Era una pena que se dejará dominar por inútiles sentimientos, más aún, que se uniera a esa mujer.

_ Lo que tengo que decir es breve. Te relevo de tu cargo en esta empresa, ya no tienes permitido siquiera poner un pie en este lugar, ni
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