CoraTardan algo más de dos horas, pero finalmente el último de los doctores se marcha y la puerta se cierra tras ellos. "Por fin", suspira Roger, dejándose caer sobre las sábanas de la cama recién cambiada. "Ahora solo tenemos que conseguir que nuestra estúpida familia se vaya y podremos dormir un
Y los dos nos inclinamos hacia delante mientras Sinclair sienta a Rafe en la cama, dejando que se incline hacia delante y siga alcanzando al bebé. "Acuéstalos", dice Ella suavemente, con la voz un poco sobrecogida, "uno al lado del otro...". "¿Qué?", pregunta Sinclair. "Por favor", dice Ella, cas
EllaVeo cómo un bostezo se extiende por la cara de Cora y enseguida empiezo a ponerme de pie. "Estás agotada", le digo, "te dejaremos descansar un poco...". "No", dice Roger, de repente un poco frenético de nuevo. "Ustedes no pueden irse… qué pasa si… qué pasa si el bebé llora y Cora se duerme… no
"Bueno, Rafey", digo riéndome mientras levanto al bebé por encima de mi cabeza, haciéndole soltar un pequeño grito de alegría. "Hoy tienes un nuevo primo y un nuevo vínculo. ¿Qué te parece?”. Rafe eructa alegremente como respuesta y yo le sonrío mientras lo llevo al cambiador que preparé hace unas
Ella"¿Cómo que hice que nevara?". Cora frunce el ceño mientras prepara mimosas en la cocina. "Eso es ridículo, te lo habrás imaginado". "¡Claro que sí nevó!", protesto, riendo y negando con la cabeza ante ella, girándome hacia Sinclair en la mesa en busca de apoyo. "Sí nevó", dice, alzando las ce
"Yo cuidaré del bebé durante el día", dice Roger, señalando al bebé acunado en su brazo. "Por la noche, es tu hijo". Todos volvemos a reír, sobre todo porque sabemos que no habla en serio. Roger, al igual que Sinclair, hará sin duda su parte del cuidado del niño sin rechistar, de día o de noche. So
EllaTardamos más de lo que Sinclair preferiría en salir de la casa de Roger y Cora aquella mañana, sobre todo porque Cora se pasó buen rato sorprendida, abrazándome y regañándome por no habérselo dicho inmediatamente. Pero, al final nos dejaron ir; Cora secándose los ojos y Roger dedicándonos una g
"Sí", murmura él, inclinándose para darme otro beso en la boca. "Pero volveré más tarde para ayudarte a bautizar el nido". Luego, da un suspiro, se aleja y me da una tableta de la mesilla de noche. "Pide lo que quieras, pero por favor, Ella, intenta no llevarnos a la quiebra"."¡No prometo nada!", l