Ella Suspiro y extiendo mi cuerpo sobre el de Sinclair, trazando las líneas de su cuerpo bajo su ropa. Cierro los ojos, relajándome, dejándome llevar por la calidez de su cuerpo, disfrutando de tenerlo sano, salvo y cerca, de saber que nuestro niño duerme al otro lado de la habitación. "Pero estás de acuerdo conmigo, ¿no?", le pregunto en voz baja. "Sin bromas". Sinclair se toma un minuto para pensarlo y entonces asiente, con los ojos aún cerrados. "Creo que deberían arreglarlo ellos mismos", me responde en voz baja. "Pero estoy de acuerdo, Ella. Si él no está dispuesto a aceptarla aunque ella no pueda darle hijos... entonces debería dejarla encontrar a alguien que sí pueda". "Gracias, Dominic", le respondo, mi voz apenas se escucha, enviando un pequeño pulso de agradecimiento sincero por nuestro vínculo. Él me envía amor de vuelta. Y entonces ambos nos relajamos, nuestros cuerpos entran en un ritmo más profundo de respiración que nos lleva al sueño. El sueño de re
Ella Sinclair gira su cara hacia la mía, con alivio en cada centímetro de ella. "Está bien", él dice, su cuerpo temblando por la adrenalina que no ha usado. "Él está... está aquí... aún está dormido...". Un sollozo sale de mi garganta mientras cierro los ojos y me hundo en el suelo, aún agarrada al marco de la puerta, sin poder parar los temblores que pasan por mi cuerpo. Este último minuto, hasta los últimos treinta segundos, han sido de los más horribles de mi vida. La idea, la simple
Se metieron con las personas equivocadas. Mi hijo es lo más preciado que tengo en este mundo. Mi pareja es el Alfa más poderoso del mundo, tal vez el que alguna vez haya nacido. ¿Y yo? Bueno. Digamos que más vale que estén preparados para enfrentar la ira de una Diosa, si alguna vez quieren tomar lo que es mío. Y este bebé es mío. ___________________ Quince minutos después, la casa está llena de guardias. No hablo con ninguno de ellos, dejo que Sinclair se encargue. En ca
Cora Cuando despierto son casi las ocho de la noche y gruño al darme cuenta que mi horario de sueño está totalmente arruinado. Me recuerda de repente a mis años como médico residente cuando este tipo de situación era normal: dormir todo el día, hacer turnos de noche y vivir el momento en vez de tener una vida estable y programada. Y honestamente, ¿ahora mismo? Eso suena realmente maravilloso, comparado con una noche entera de horas vacías en las que no tengo nada que hacer, solo... pensar.
Aparentemente fue un día ajetreado con algunos casos complicados. Observo a Hank mientras me cuenta su historia, mis ojos recorriendo su guapo y serio rostro, su grueso cabello chocolate, sus manos fuertes y hábiles... Y siento que algo se retuerce en mi estómago mientras lo observo, algo que me hace... bueno, me hace querer saltar sobre el sofá y besarlo... "¿Cora?", me pregunta, haciéndome parpadear y enfocarme en él. "¿Me oíste?". "¿Eh?", pregunto, sacudiéndome y obligándome a escuc
Cora Hank y yo estamos enredados en las sábanas de mi cama, hablando suavemente sobre nada, cuando de repente oigo unos golpes en mi puerta, un sonido peligroso, feroz, intenso. "¿Qué rayos es eso?", Hank jadea, incorporándose y girando su cabeza para mirar a la entrada de mi apartamento. "No… no lo sé…", tartamudeo, el miedo apoderándose de mí. Los golpes paran por un momento y los dos nos quedamos quietos, sin saber qué hacer. Entonces una voz de repente rompe el silencio. "¡Cora!
"¡Cora!", Roger grita, golpeando mi puerta e interrumpiendo una de las lecturas de Hank. "¿¡En serio!? ¿Por qué demoras tanto? ¡Vámonos!". "¡Ya VOY!", grito a la puerta, harta de su impaciencia. "Maldita mierda de Alfa...", murmuro mientras me pongo las zapatillas, sin molestarme en atarme los cordones. Luego, me pongo de pie, recogiéndome el pelo detrás de las orejas mientras Hank camina hacia mí y me da el teléfono, levantando una mano hacia mi cara. "Es un resumen bastante bueno de los
Ella "¡Ella!". Oigo la voz de mi hermana en el mismo momento que oigo la puerta principal de la casa abrirse. Me pongo rápidamente de pie de mi silla en la oficina de Sinclair, con Rafe tranquilo y despierto en mis brazos, y voy hacia la puerta abierta. "¡Cora!", la llamo. La veo alejarse de la sala de estar, donde me estaba buscando, y correr hacia mí por el pasillo. Roger cierra la puerta principal de la casa mientras entra. Cora me agarra los hombros en cuanto se acerca. "¿Estás... estás bien?", jadea, me mira y luego baja la vista hacia el bebé. Puedo ver un poco de alivio en su rostro cuando nos ve sanos y salvos ante ella. "Estamos bien", le digo, sonriéndole. "Por ahora, estamos bien. Gracias por venir tan tarde en la noche". Mi hermana se me queda viendo, frunciendo un poco el ceño. "¿Qué?", le pregunto. "Es que...", dice confundida, mirando a Roger. "No esperaba que estuvieras tan tranquila". "Bueno, pasó hace como once horas", digo, levantando las