"Por favor, Ella", dice en voz baja, mirando ansiosamente hacia donde está Sinclair. "Lo siento, quizá no debería habértelo dicho"."No", digo, sacudiendo la cabeza y mirándola con una nueva determinación en el rostro. "Necesito saberlo, Isabel. Estoy mucho mejor, necesito hacer este tipo de trabajo. Si Sinclair quiere liderar a esta gente, yo no pretendo quedarme en casa y ser una feliz ama de casa mientras otros sufren. Quiero ayudar". Ella asiente, comprendiendo mis intenciones. "Sabía que
EllaMis invitados me sorprenden quedándose casi hasta el mediodía. Bueno, al menos, algunos de ellos, sobre todo los que empezaron a darle duro a las mimosas cuando volvimos a la casa y luego pasaron al güisqui. Después de dar de comer al recién despierto bebé, vuelvo bostezando a la parte delantera de la casa, donde sonrío al ver que Sinclair se ha aflojado la corbata y está disfrutando de una pequeña charla con Roger y algunos de los otros Alfas. Isabel y James se han ido a su hotel para
"Ella", dice Cora, agarrándome por los hombros y dándome una pequeña sacudida, aunque puedo ver que sus mejillas se sonrojan. "Déjalo". "Está bien", le miento, aún mirándola con el ceño fruncido.Cora suspira y sacude la cabeza. "Estoy cansada, Ella", dice, mirando hacia la puerta y luego de nuevo a mí. "Me voy a casa, pero no quiero irme así. Ha sido una noche estupenda, muy... especial. ¿Podemos decirnos que nos queremos y luego irnos a tomar unas siestas bien merecidas?". "Sí", suspiro.
SinclairSé que es un poco perverso, pero, mientras observo a mi furiosa parejita, mirando con rabia entre mi hermano y yo, y que supero tres o cuatro veces en peso... Maldita sea, pero me pongo un poco duro. Simplemente es tan apasionada, y cuando se pone así todo lo que quiero es agarrarla, llevarla arriba y redirigir esa ira hacia... "Ella", suspira Roger, mirándose los pies. "No sé qué decir". "Claro que no", gruñe ella, volteándose hacia él y empezando a avanzar de nuevo. "Ya basta", gruño, agarrando su brazo, el que no tiene al bebé, y sujetándola firmemente. Se gira y me mira, con un pequeño gruñido en sus labios carnosos, pero cuando ve la frialdad en mi cara y en mis ojos, Ella vacila, solo un poco. Y entonces, ella resopla, cediendo contra su voluntad y su expresión refleja las palabras que envía directamente a mi mente: ‘Está bien. Pero luego me las vas a pagar’. Le sonrío, dejando que sienta un poco de mi excitación en el vínculo. ‘Ay, nena’, respondo, ‘más
Ella Suspiro y extiendo mi cuerpo sobre el de Sinclair, trazando las líneas de su cuerpo bajo su ropa. Cierro los ojos, relajándome, dejándome llevar por la calidez de su cuerpo, disfrutando de tenerlo sano, salvo y cerca, de saber que nuestro niño duerme al otro lado de la habitación. "Pero estás de acuerdo conmigo, ¿no?", le pregunto en voz baja. "Sin bromas". Sinclair se toma un minuto para pensarlo y entonces asiente, con los ojos aún cerrados. "Creo que deberían arreglarlo ellos mismos", me responde en voz baja. "Pero estoy de acuerdo, Ella. Si él no está dispuesto a aceptarla aunque ella no pueda darle hijos... entonces debería dejarla encontrar a alguien que sí pueda". "Gracias, Dominic", le respondo, mi voz apenas se escucha, enviando un pequeño pulso de agradecimiento sincero por nuestro vínculo. Él me envía amor de vuelta. Y entonces ambos nos relajamos, nuestros cuerpos entran en un ritmo más profundo de respiración que nos lleva al sueño. El sueño de re
Ella Sinclair gira su cara hacia la mía, con alivio en cada centímetro de ella. "Está bien", él dice, su cuerpo temblando por la adrenalina que no ha usado. "Él está... está aquí... aún está dormido...". Un sollozo sale de mi garganta mientras cierro los ojos y me hundo en el suelo, aún agarrada al marco de la puerta, sin poder parar los temblores que pasan por mi cuerpo. Este último minuto, hasta los últimos treinta segundos, han sido de los más horribles de mi vida. La idea, la simple
Se metieron con las personas equivocadas. Mi hijo es lo más preciado que tengo en este mundo. Mi pareja es el Alfa más poderoso del mundo, tal vez el que alguna vez haya nacido. ¿Y yo? Bueno. Digamos que más vale que estén preparados para enfrentar la ira de una Diosa, si alguna vez quieren tomar lo que es mío. Y este bebé es mío. ___________________ Quince minutos después, la casa está llena de guardias. No hablo con ninguno de ellos, dejo que Sinclair se encargue. En ca
Cora Cuando despierto son casi las ocho de la noche y gruño al darme cuenta que mi horario de sueño está totalmente arruinado. Me recuerda de repente a mis años como médico residente cuando este tipo de situación era normal: dormir todo el día, hacer turnos de noche y vivir el momento en vez de tener una vida estable y programada. Y honestamente, ¿ahora mismo? Eso suena realmente maravilloso, comparado con una noche entera de horas vacías en las que no tengo nada que hacer, solo... pensar.