"No", responde el primer sacerdote, inclinando la cabeza. "No lo es"."¿Al menos me dirán sus nombres?", pregunto, sintiéndome mucho más valiente que hace unos minutos. "Sigo llamándolos uno y dos en mi cabeza y es confuso"."Soy Silas", me dice el segundo sacerdote con algo parecido a una sonrisa, "y este es Pollux"."Ustedes dos", acuso con voz ronca, sin saber a dónde quiero llegar con esto, ni por qué me sale ahora, "ataron a mi loba y me atormentaron"."También te salvamos la vida", señ
Ella"¿No eres mi madre?", susurro en una voz muy baja. Mirando a Reina, tiene sentido. Es alta y esbelta, tiene el cabello negro, la piel aceitunada y los ojos oscuros, casi mi polo opuesto. Recuerdo que Henry me dijo que no me parecía ni a ella ni a Xavier, así que debería de parecerme a la Diosa, pero hasta ese momento no había comprendido lo grande que era la diferencia. Ahora parece una pregunta tonta; por supuesto que no es mi madre. ¿Cómo podría serlo?El peso de mis esperanzas aplast
"Apareció como si hubiera estado allí todo el tiempo: en un momento estaba sola y llorando, y al siguiente estaba despierta con este ser resplandeciente ante mí. Me dolía físicamente mirarla, como si supiera que estaba contemplando algo que nunca debí ver". Reina vuelve a centrar su atención en mí y me sorprende ver que sonríe. "Te pareces tanto a ella, Ella. Toda la belleza pero nada del dolor"."¿Y qué pasó?", pregunta Cora, inclinándose como si le preocupara que Reina pudiera detener su hist
EllaVolver a ver a la Diosa es como un sueño. Naturalmente, he recuperado los recuerdos de nuestro primer encuentro, pero los acontecimientos que mis sesiones de hipnosis han revelado son ligeramente distintos de mis otros recuerdos: menos sólidos, más maleables e ilusorios. Esto es muy parecido. Hay un ambiente surrealista en el aire cuando se abren las puertas del templo interior, las cuales se intensifican cuando aparece la Diosa.Al principio, solo hay luz. Sale de la entrada en expansión
"Muy bien, entonces", concede la Diosa. "¿Reina?". Dirige su mano hacia el templo interior, y uno a uno vamos entrando. Les presento a Cora, Roger y Philippe, y les agradezco infinitamente que sigan negándose a dejarme a solas con estos misteriosos personajes, por muchas veces que se lo pidan. "¿Por dónde empezamos?", pregunta Reina una vez que estamos todos sentados y con un té recién hecho al alcance. "Yo sé por dónde", declaro yo. He mantenido a la antigua reina en mi mente todo este tiem
Ella"Estoy lista", respondo, enderezando los hombros y sentándome, lejos de mi madre, que también es la Diosa. "¿Qué tengo que hacer?". "Debes irte", me insta, con sus ojos claros e imperturbables a pesar de la agitación en los míos. "Al desierto, más allá de este templo. Allí, puedo comunicarme más claramente, más plenamente. Te guiaré el camino". "¿En serio?", grito, arrugando la nariz con desagrado y mirando por encima del hombro hacia donde seguramente está el desierto. "¿Salir al desi
Todos se ponen de pie, listos para la acción, dispuestos a seguirme hacia el desierto para encontrarnos allí con lo que la Diosa nos depare. … Al final, no vamos todos al desierto. Solo Cora, Reina y yo nos preparamos para adentrarnos en las arenas. Roger es el que más se queja de que lo dejen atrás, por supuesto. "No puedo dejar que vayas sola", me gruñe, aunque sus ojos están fijos en Cora todo el tiempo. "Le prometí a Dominic que te mantendría a salvo...". "No importa lo que prometis
Ella En la oscuridad de la habitación trasera, Reina nos manda a desnudarnos y luego nos da dos túnicas ásperas que nos ponemos sobre la cabeza, apenas más que unos sacos de papa blanqueados con un cuello suelto y mangas largas. "¿Esto es parte de la ceremonia?", pregunto, curiosa y con desagrado al sentir la tela sobre mi piel. Honestamente si me dieran a escoger preferiría llevar los leotardos y la camisa sencilla con los que llegué. "No", Reina responde, mirándome fijamente, sin un