Ella En la oscuridad de la habitación trasera, Reina nos manda a desnudarnos y luego nos da dos túnicas ásperas que nos ponemos sobre la cabeza, apenas más que unos sacos de papa blanqueados con un cuello suelto y mangas largas. "¿Esto es parte de la ceremonia?", pregunto, curiosa y con desagrado al sentir la tela sobre mi piel. Honestamente si me dieran a escoger preferiría llevar los leotardos y la camisa sencilla con los que llegué. "No", Reina responde, mirándome fijamente, sin un
"¿Qué hacemos ahora?", Cora pregunta, al igual que yo mirando alrededor. Por muy bonito que sea, estamos en un lugar vacío. No hay nada aquí con instrucciones sobre qué hacer después. "Siéntate", Reina dice, quitándose el saco con un elegante movimiento y poniéndolo en el suelo. Luego, dobla las piernas y se sienta pacientemente. "Espera". Arrugo mi nariz ante la idea de esperar. Aunque sé que aquí es donde debo estar y mi loba está calmada dentro de mí, aún así preferiría estar en casa, e
Sinclair Maldita sea, pienso, mirando a mi alrededor el cuartel general improvisado que parece más una mesa dañada llena de lobos ansiosos. Si esto no es el infierno, entonces no sé que es. Hace días que llegamos a las afueras de la capital y nos instalamos aquí, en un depósito abandonado que Damon no se molestó en proteger porque no merecía su tiempo. Un error, creo, uno de los muchos que está cometiendo. La realidad es que Damon cometió un gran error al revelar el secreto de nosotros a l
Mientras el príncipe mira fijamente, la puerta comienza a abrirse. Con ella, su sonrisa crece. "Bienvenido, Kieran", ronronea Damon, mirando rápidamente al grupo que tiene frente a él. "Que bueno verte en esta... importante ocasión". "Mi Príncipe", responde Kieran, haciéndole una profunda reverencia. "Rey, ahora", gruñe Damon, mirando al débil Alfa al que le prometió un reino. ‘Prometido’, piensa Damon, ‘pero aún no entregado’. Sonríe ante su propio ingenio, sabiendo que esto es solo el
3ra persona "¡Ahora!", Kieran grita, justo cuando el cuchillo comienza a sacarle sangre de Sinclair, justo como se lo habían ordenado. La sangre, después de todo, llevarían a los guardias de Damon a un frenesí, dándole a Kieran y sus hombres la leve ventaja que necesitarán para hacer esto con éxito. A su palabra, cada uno de sus guardias entra en acción, volteándose hacia el guardia real más cercano a él y batallando con ellos. Damon no era tonto, claro. A Kieran solo le habían dejado trae
Mientras trabajan, Sinclair salta sobre la mesa, que tiembla bajo su peso. Se arrastra encima del tembloroso y quejumbroso lobo, quien tiene la cara todavía curvada por la furia de un lobo y sus mandíbulas hambrientas de venganza. Bajo él, hay un brillo y, en un abrir y cerrar de ojos, el lobo regresa a su forma humana. El Príncipe es tan chiquito bajo el lobo gigantesco que tiene encima, su pierna torcida de manera horrible bajo él y sus costillas extrañamente planas en lugares donde no deb
Ella Apenas el barco llega al muelle, estoy junto a la rampa de desembarco, esperando ansiosamente que los marineros la bajen. Una de mis manos está en la parte baja de mi vientre hinchado, sosteniendo a mi hijo cerca. El médico que Sinclair nos asignó para acompañarnos me examinó apenas llegamos de nuestra travesía del desierto y confirmó que el latido de Rafe aún estaba ahí, aunque más débil de lo que le gustaría. ‘Tengo que salir de este barco ya’, pienso, con los ojos muy abiertos mientras veo a los marineros apresurarse a bajar la rampa para que pueda bajarme. Tengo un trabajo que hacer, y cuanto antes termine, antes podré descansar. ‘Detente’, mi loba me suplica, una palabra que creo que nunca la he oído decir. Usualmente me dice: ¡Corre!, ¡vuela!, ¡o adelante! Nunca detente, cuidado, espera. Pero hoy la siento paseándose dentro de mí, preocupada. ‘Estamos débiles’, me advierte. ‘El cachorro…’. ‘No puedo’, le gruño, observando impaciente cómo la rampa por fin toc
Ella Corremos por la plaza, mi mano agarrada de la de Cora, la adrenalina moviendo mis piernas por mí a pesar de que no tengo fuerzas para hacerlo. Mientras corremos, los escombros y el humo vuelan alrededor nuestro. Los humanos están sacándole provecho a su ventaja, atacando el centro de la ciudad con desenfreno tras enterarse que el Príncipe está muerto. Saben que Sinclair debe estar reagrupándose, así que están destruyendo tanto como pueden mientras pueden. Mis ojos están puestos en las escaleras del templo que tengo frente, pero por un momento, solo un momento, mi mente regresa a mi pareja. Él es el responsable de la muerte del Príncipe. Lo sé con certeza, sin tener que preguntar. No dejaría que nadie más diera el golpe final, era venganza y era suya. Pero el Príncipe... esa foto de él en la mesa de la sala de juntas... parecía que era el palacio... Mis ojos se mueven hacia el edificio del palacio a mi derecha, ¿eso quiere decir que Sinclair está ahí? Ahora estamos ce