Heleanor sentía que se desmayaba ante la oleada de emociones. El sueño la abrazo de forma agradable, como si su alma descansara. Ni siquiera sentía las piernas, era como si estuviera por morir, ante el orgasmo que experimentaba. Sus parpados le pesaban y una sonrisa de satisfacción se dibujó en su cara. Ya no podía vivir sin Hedrick, sin que él la hiciera suya, porque ese joven, era el único que podía llevarla al paraíso, mientras las quemaba en el placer, de las llamas del infierno. Su relación era inmoral, era inaceptable, cuestionable y secreta. Pero si debía ser llevada a juicio, ya sea ante los hombres o los celestiales, jamás declararía que se arrepentía de haber probado del dulce néctar de su único fruto prohibido, porque haber aceptado entregarse a los brazos de Hedrick, era la mejor decisión que había podido tomar en su vida. Junto a Hedrick era feliz, era mujer, era libre, y sobre todo, se sentía viva, como jamás lo había sido.Hedrick sabía que todavía no había finalizado.
Hedrick volvió con sus compañeros de clases. Luego fueron a celebrar el inicio de sus pasantías a una cafetería, pues no podía beber alcohol. Regresó a casa, en la tarde. Saludó a su madre, quien estaba por salir con Harman, al que también le habló. Aprovechó que no estaba Heleanor, para poder repasar sin distracciones, porque tenerla cerca, era su más hermoso distractor. Después de haber terminado de estudiar, gastó su tiempo, nada más pensando y fantaseando de lo que harían, cuando Heleanor llegara. Sin embargo, por más que pasaban las horas, su bella novia, no llegaba. Así, que la llamó. —Heleanor, ¿ha sucedido algo? —preguntó Hedrick, con seriedad y preocupación. —No, todo está bien —contestó Heleanor, con voz neutra—. Me ha surgido un problema de último momento en la empresa. Es posible que no regrese hoy. Avísale a Hanna, por favor. Hedrick se quedó desanimado al oír las palabras de Heleanor. Pero, su relación no tenía por qué ser un peso muerto para su trabajo o estudios. Sus
Estaba un poco enojado con ella, porque era como si lo hubiera estado evitando, pero también se alegraba de poder verla de nuevo. En su torso, percibió un aire de tranquilidad.—Buenas noches —dijo Hedrick, saludando a las dos mujeres—. Madre. Heleanor.—Bienvenido, hija —dijo Hanna, emocionada—. Mira quien está de vuelta. ¿La extrañaste?Hedrick clavó su intensa y sincera mirada en los ojos azules de Heleanor. La melena oscura y su atuendo de empresaria, la hacían ver demasiado hermosa; ese era su distintivo. Sin embargo, Heleanor cambió la expresión en el rostro y apartó la vista, de forma seca, como si lo importara lo que había hecho, o que se hubieran vuelto encontrar, luego de varios días. Esa no era su Heleanor, aquella mujer que lo observaba con igual pasión que él. Era, como si esa chispa, o ese fuego, se hubiera apagado en ella. El ambiente era tenso. ¿Qué tanto podría cambiar alguien en escaso tiempo?—¿Qué dices Hanna? Hedrick ya no es un niño —dijo Heleanor, desviando la c
Hedrick y Heleanor ni siquiera podían inventarse alguna excusa, porque ya todo había sido descubierto. Los dos estaban anonadados, por la manera en que habían sucedido las cosas, por un descuido y una discusión, que pude ser tratada en otro lugar, habían sido descubiertos por Hanna.—Hanna, yo… —Heleanor comenzó a llorar, sin poder detenerlo. Había traicionado a su preciada amiga y maestra, al tener una aventura con el hijo de ella. ¿Qué podía decir? A pesar de todo, no se arrepentía, sino que, quería darle fin a su relación inmoral—. Lo siento —comentó con culpa y agachando la cabeza.—Lo sientes. ¿Qué es lo que sientes? Tú cargaste a Hedrick cuando era un bebé, por el amor de Dios. Estás enferma. —Hanna sollozaba a lágrima viva—. ¿Cómo pudiste meterte con mi niño? Es mi hijo y tu ahijado. —Tensó la mandíbula. Su rostro se puso rojo, por la ira que tenía.—No… —Intentó decir Heleanor, pero fue interrumpida por una estruendosa cachetada, que le quemó la mejilla, como si le hubieran pu
Hedrick permaneció inmóvil en su posición. ¿Así acabaría su romance y su noviazgo? Días, meses de relación. Mañanas, tardes y noches de pasión, en que sus cuerpos se habían convertido en uno solo, nada más para separarse de esta manera tan lamentable. ¿Se iría del país? ¿Por qué? ¿Tantas ganas tenías de dejarlo, que se iba a ir al extranjero? En sus pensamientos revivió la escena en que se conocieron. Había venido a buscar refugio del engaño de su ex prometido, y ahora, se marcharía de nuevo, por algo similar, solo que esta vez, los dos habían engañado a su propia madre. Se asomó por la ventana, observando entre lágrimas, como ella se marchaba en el auto. La vida cambiaba en un segundo, y ni siquiera te daba tiempo de asimilar las cosas. Caminó hasta su cuarto y atrancó la puerta. Su expresión era sería y melancólica, como la de un hombre que había perdido a la mujer que amaba, sin poder hacer nada para evitarlo. Se tumbó sobre la cama, mirando hacia arriba. Se puso su brazo derecho e
Heleanor empezó a llorar, mientras lo veía. Lo mejor era que no hubiera venido, porque la sola presencia del hombre que amaba, le rompía el corazón. Ya había tomado una decisión y no daría marcha atrás.—Lo haces difícil —dijo Heleanor, desde la puerta del jet—. Te dije, que solo fuiste mi despecho. ¿Qué es lo que no quieres entender?—No te creo lo que dijiste. Una mujer que no ama, no se entregaría a un hombre, así como lo hiciste conmigo. Tu boca puede decir una cosa, pero lo que tu cuerpo me contaba, era otra muy distinta. Quizás, si lo hiciste por venganza al principio. Pero, luego, dime, ¿qué nunca llegaste a sentir nada por mí? —Hedrick endureció su expresión—. Si logras mentirme, de tal manera, que yo me lo crea. No te detendré y podrás irte.Heleanor se aguantó de los soportes de la entrada, para no caerse y para no salir corriendo hasta donde estaba Hedrick.—Hicimos todo mal. Engañamos a Hanna. Separarnos, es lo mejor.—Dime, por favor, la razón que te impulsa a marcharte d
—Ha pasado mucho —dijo Heleanor, con añoranza—. Me enteré de que te vas a casar con esa chica.—Hela Hart —dijo Hedrick, con tono severo—. Ese es su nombre. Sí, es mi prometida.—Entiendo… —Heleanor bajó su cabeza.—Te esperé todos estos años. Pero nunca llegaste, jamás volvist. —Las lágrimas, abandonaron los ojos de Hedrick—. ¿Sabes cómo me siento? Quisiera abrazarte, besarte y mostrarte, cuando te he extrañado durante todo este tiempo. Sin embargo, ya es tarde para nosotros. Jamás te traicioné a ti, y tampoco lo haré con Hela. Engañar a la persona que más confía a ti, la que más te ha ayudado, con la que duerme en la misma cama y en el mismo cuarto; eso es lo más cruel y rastrero, que puede hacer un ser humano.—Esta fue una de las razones, por la que me enamoré de ti. Siempre fuiste fiel a tus ideales y a tus sentimientos. En cambio, yo… —Guardó silencio, mientras agachaba la cabeza.—Dudaste al principio, durante nuestra relación y también al final.—Sí —dijo Heleanor, dejando esc
El día en que Heleanor había recibido la llamada en su oficia, luego de la sesión erótica, había sido de la doctora, que le había realizado la prueba de embarazo.—Señora Heleanor —dijo la doctora, preocupada—. ¿Está libre hoy? Es menester, que me reúna con usted.—¿Por qué? ¿Qué ocurre? —preguntó Heleanor. Arrugó el entrecejo. Pensó que sus pendientes habían terminado con ella, al dictar el resultado de la prueba—. ¿Es tan relevante?—Sí, señora Heleanor. Lo que debo contarle, no se lo puedo decir por teléfono y es de carácter urgente.Heleanor no demoró en asistir al consultorio de la doctora, la cual se había expresado de forma inquieta; por lo que ella, también, se había colocado intranquila, con lo que podría estar sucediendo.—¿Cuál es la razón, por la que me hace venir, doctora? —pregunto Heleanor. Se había sentado en la silla, que estaba al frente del escritorio de la especialista de la salud.—Ha ocurrido un error —dijo la médico y agachó la cabeza; era un fallo de las emplea