POV: Adam.
—En el futuro, creo que solo sabré de mi hijo cuando lo vea en los periódicos —interrumpe la conversación mi madre, lo que provoca que hagamos silencio. Me aguanto las ganas de rodar los ojos—. Si hoy es así, no quiero imaginarme cuando haga su propia familia, si es que eso pasa algún día.
—Marine. —La voz de mi padre suena a advertencia.
Y el hecho de que él intervenga, sorprende a todos, aún más a mi madre que está acostumbrada a salirse con la suya.
—¡Marine, nada, Robert! ¡No lo defiendas! —replica, alzando la voz—. Me prometió que iría a la cena familiar y no se presentó, sin siquiera dar una explicación. ¿Te imaginas la vergüenza que pasé con Lorena y su hija?
Mi padre me había avisado de su objetivo con esa cena, pero se supone que yo no sé na
POV: Amaia. Llego al apartamento de Marge cuando casi amanece. De repente, me llena un sentimiento de culpabilidad; por haber estado ausente toda la madrugada. En cuanto abro la puerta ahí está ella, con su taza de té, sentada junto a la ventana. Gira su cabeza cuando escucha el ruido, me mira con un brillo en sus ojos. Bajo la cabeza y muerdo mi labio inferior, avergonzada. —Marge, yo… —Solo dime que te dejaste llevar y me harás feliz. Sus palabras me hacen alzar la cabeza con sorpresa. Me recibe su sonrisa pícara y debo confesar que en la mía se refleja una de alivio. Corro hasta donde está y me arrodillo a sus pies, me abrazo a sus piernas, apoyando mi cabeza sobre sus muslos. —Fue más que solo dejarme llevar, Marge —confieso. Cierro los ojos cuando pasa su mano entre mis cabellos sueltos—. Fue perfecto. Todo. —¿Y por qué lo dices con ese tono triste? Suspiro, porque es inevitable sentirme así. —Porque fue tan íntimo, tan…especial, que en cualquier momento creo que despert
POV: Amaia.Me miro al espejo y quiero llorar de felicidad. El vestido morado brillante se ajusta a mi cuerpo perfectamente.Escote pronunciado, tirantes finos y ajustado a la cintura, una sola pieza cae abultada y larga hasta el piso. La abertura que deja al descubierto mi pierna derecha completa, hace visibles mis zapatos altos de color dorado. Mi cabello lo llevo en un peinado recogido y mi maquillaje es bien sencillo.Me siento como la Cenicienta, no puedo negarlo. Y quiero pensar que Adam tuvo ayuda para elegir semejante belleza.Doy un último vistazo a mi reflejo y respiro profundo, para infundirme fuerzas. Lo que me espera donde sea que vayamos, sé que no será sencillo. Llevo unos cuantos años experimentando de cerca cómo funcionan las altas esferas de la sociedad y la falsedad que se mueve entre ellos. Los cuchicheos serán lo común de la noche.Pero Adam es importante para mí y si él quiere que yo lo acompañe, no lo defraudaré. Tomo mi pequeño bolso y salgo de la casa un poco
POV: Amaia.Dejamos atrás la locura de reporteros y puedo respirar con alivio. A pesar de que la actitud de Adam me hizo bien y pude relajarme un poco, se siente más normal cuando atravesamos las puertas que dan acceso al museo.—¿Qué se celebra? No te he preguntado —pregunto, con voz baja, cuando siento la mirada de muchos sobre mí y yo quiero buscar algo en lo que enfocarme para obviar ese hecho.Adam se gira un poco para mirarme a los ojos y una bella sonrisa se dibuja en sus labios; una que se refleja en los míos.—Una recaudación de fondos —murmura, mirando otra vez al frente—, en apoyo a una fundación para víctimas de violencia.«La ironía es abrumadora». Y yo solo puedo hacer un rápido asentimiento para disimular lo que sus palabras me provocan.No quiero ser demasiado juiciosa, pero la mayoría de las veces este tipo de fundaciones no llega realmente hasta lo más recóndito. Se mantienen en lo superficial, pero se jactan de ser justas. Pero quiero creer que no es el caso de esta
POV: Amaia.Intento recuperar la felicidad que sentía hace solo unos segundos. Intento olvidar el hecho de que él no me quita los ojos encima. La incomodidad que estoy sintiendo es demasiado evidente y creo que en cualquier momento Adam querrá saber el motivo. Y entonces no podré decir nada, porque, cómo le explico que mi ex y padre de mi hija me observa como si quisiera desaparecerme, sin que se forme todo un escándalo.Es imposible que todo se mantenga tranquilo. Ya sé lo explosivo que es Adam cuando se trata de mí, se atrevió a enfrentar a su madre por mí; no imagino lo que hará de saber que todas las desgracias que han sucedido en mi vida estos últimos años, están ligadas a ese hombre de falsa sociedad detrás nuestro.Pierdo el paso de nuestro suave baile y sin quererlo, pisoteo a Adam, que al instante me mira extrañado. En su rostro está la expresión ya conocida —qué sucede—, porque no se supone que me pase tal cosa. Soy bailarina y esto debería ser tan fácil como respirar. Le d
POV: Adam.Audrey no es tu hija, nunca lo fue para ti, si fuiste capaz de abandonarla por una mujer.En cuanto esas palabras salen de la boca de Amaia, Miranda, que escuchaba todo desde fuera, interviene; no aguanta más y decide tomar cartas en el asunto.Yo me quedo al margen, trato de reponer mi compostura y aguantar las ganas de golpear a ese imbécil, entre otras cosas, por abandonar a su hija. No sé cómo una persona puede ser tan baja al punto de amenazar a una madre de esta forma; mucho más a Amaia, que en sus ojos es evidente todo lo que ha pasado en su vida. Aprieto la mandíbula y cierro mis manos en puños, necesito controlar mi temperamento. No escuché la conversación completa, pero lo que pude entender, Amaia supo ponerlo en su lugar, así que lo más seguro es que él se haya sobrepasado con sus reclamos absurdos.Cuando mi guerrera mira en mi dirección, sus ojos son dos pozos de determinación y le da el puntazo final, antes de salir. Y sí, por lo que conozco de Miranda, su mar
POV: Amaia.Es tanto lo que estoy sintiendo que no puedo identificar una emoción que sea superior a las demás. Pero si hay algo que necesito ahora mismo, sí o sí, es su boca, sus labios, sus besos. A él.A pesar de la incomodidad de mi vestido, Adam logra meter sus manos por debajo y calentar mi piel con su solo toque. Su boca se funde con la mía, en un beso duro, desesperado, de abierta necesidad. Mis brazos se enroscan en su cuello a medida que sus manos inquietas avanzan y se encuentran con mi intimidad necesitada.Y cuando rompe mis bragas con un tirón rápido que quema mi piel, mi gemido deseoso muere contra su lengua, cuando esta se mete en mi cavidad sin cuidado, recorriendo cada parte de mí que no sabía sería posible besar.Rodea mi trasero con ambas manos y masajea mis nalgas con un poco más de fuerza de la habitual. Se siente posesivo, hambriento y deseoso. Y yo no quiero esperar más, lo quiero dentro, rápido y duro. Muevo mis manos entre el revoltijo de tela de mi vestido y
POV: Amaia.El miedo que cala mis huesos ya lo reconozco, ha sido mi eterna agonía desde que Audrey llegó a mi vida. No solo por las situaciones y condiciones en las que vivía, sino por el mundo en el que me muevo.Ser bailarina de un club no es lo que se dice sencillo. Aunque sea un club VIP, hay más cerdos ricos que pobres, así que no estoy exenta de riesgos en ese sentido. No sé de qué forma pude sobrevivir hasta ahora, evitar las intenciones de Richard y no dejarme arrastrar por la corriente que se lleva a todas las demás. Tal vez la fuerza de voluntad ha sido siempre mi hija y si ella me necesita, no puedo romperme. No puedo dejar que me rompan.Y ahora, mientras le confieso mi mayor miedo a Adam, al hombre que llegó a mi vida en este mundo que tanto odio, siento como si dejara salir un secreto que nadie sabía.—A Audrey no le pasará nada. Jamás.Me giro para verlo. Su perfil perfecto se ve serio, aterrador incluso. Y una calma me sobrecoge cuando entiendo que siente lo que yo: u
POV: Amaia.Amanecer en los brazos de Adam es lo mejor que me ha sucedido en mucho tiempo. Sentir el calor de su pecho contra mi espalda, su respiración pausada contra mi oreja, definitivamente, es algo digno de querer experimentar a diario. No necesito abrir mis ojos ni mirarme a un espejo para saber que en mi rostro se muestra una de las sonrisas más sinceras, de esas que dictan la felicidad del corazón.–Buenos días, cariño. —Su voz ronca hace cosquillas en mi oreja, hace vibrar mi cuerpo y, además, provoca que su erección matutina se sienta aún más imponente.Me remuevo contra él, siento la presión de su dureza contra mi trasero y no me importa para nada que mi cuerpo duela de mil formas deliciosas. Adam es un espectacular amante y aunque la noche haya sido larga, no me haría mal un poco más de amor matutino.—Buenos días —tartamudeo una respuesta cuando la mano que se apoya en mi vientre, baja hasta zonas escondidas debajo de la sábana que nos cubre a ambos.Sus dedos largos palp