Todos estaban ahí reunidos y Aurora no supo que decir, ¿Como podía convencer a Carlos de que eso no solo era un sueño? A ella misma le había costado varios días aceptarlo, e incluso en ese momento podía llegar a creer que estaba loca. — Carlitos — dijo, pero Gio levanto la mano en el aire— Está dormido — dijo y agarró el brazo de Franco que estaba a su lado — ¿Por qué esta dormido? — Franco negó con la cabeza desconcertado.— ¿No debería estarlo? — preguntó Aurora y Gio negó — si lo estoy viendo es porque está dormido, pero en el sueño tambien lo está — la mujer encargada de la comida, o eso pensaba Aurora, se rio un poco.— Pues despiértalo — todos la miraron — cuando el cuerpo y la mente están muy agotados la arena nos deja descansar. Vamos, despiértalo. Gio dio un paso al frente y se arrodilló en el suelo y Aurora contempló todo enmudecida. — Carlos — dijo él y con el dorso de la mano acarició el aire. Aurora estaba desconcertada, era como si el pelirrojo estuviera
Aurora subió al cuarto de Franco para entrar al baño y buscar algo abrigado, pero en las cosas que él le había dado no encontró nada que pudiera cubrirla del frio que estaba haciendo afuera, así que buscó en la ropa del hombre que estaba obsesivamente organizada y encontró un saco de lana muy grueso que le quedaba grande, y por una razón a la que ya no quería darle explicación, sabía que no era de sus favoritos. Cuando bajó a la sala la casa estaba en marcha, varias personas estaban limpiando y organizando y el olor a cena caliente llenó el aire a pesar de la hora. Aurora se recordó preguntarle a Franco el rol que tenía cada persona en la casa y luego salió afuera. Un viento helado se le metió por debajo del saco y se abrazó a sí misma, la niebla ocultaba la luz de la luna y todo se veía oscuro y terrorífico. — ¿Siempre hay niebla? — le preguntó a Franco cuando llegó a su lado y él asintió. — Por eso escogí este lugar, la niebla nos ayuda a esconder — Aurora asintió con la cabeza,
Carlos corrió hacia el muchacho con el objeto en alto y el pelirrojo lo miró con curiosidad, y cuando llegó de un hábil movimiento logró quitarle el atizador y someterlo contra la pared.Carlos sintió rabia y confusión, y por más que intentó liberarse del otro hombre este lo sostuvo bien firme contra la pared.— Espera, por favor — le dijo el pelirrojo — no te enojes, ¿Qué te pasa? Yo no te haré daño — Carlos cerró los ojos y respiró profundo antes de dejar de forcejear y él lo soltó despacio.Cuando lo soltó dio un par de pasos atrás y Carlos se volvió hacia él, se sintió extraño, como si estuviera soñando.— ¿Qué es esto? — preguntó — ¿Estoy soñando? — el pelirrojo negó, pero no pronunció ninguna palabra, parecía que estaba igual de conmocionado que él — Yo te conozco — le dijo — por eso soñé contigo, te he visto antes. ¿Giovanny? — él negó con la cabeza, luego asintió. — Si, me llamo Geovanny, pero no me dicen así, y no me has visto antes nunca, la primera vez fue en mi habitació
Aurora no hubiera querido levantarse esa mañana de la cama, Franco se sentó en el borde y ella le contempló la espalda, era amplia y la piel pálida se le antojó, el cuerpo del hombre era tentadoramente cálido. — ¿Por qué tenemos que irnos? — le preguntó y él no la miró cuando contestó, únicamente dejó escapar un suspiro. — Es por Doménico — le dijo — si logra enterarse de que encontré a mi pareja… con lo que hicimos para rescatar a Carlos prácticamente se lo confirmé, él tratará de acabar conmigo acabando contigo, y no lo voy a permitir. En América estarás más a salvo, allá no tiene poder. Aurora se estiró y se sentó en el borde de la cama a su lado y él estiró la mano para acariciarle la espalda desnuda mientras ella se cubría con las sábanas. De repente la invadió una gran tristeza, pero no era suya, las emociones de Franco en sí misma se sentían diferentes, como un sueño incompleto, una sensación imposible de ocultar. — Lo siento — le dijo él — ante ti no puedo fingir ser el ma
Aurora no quiso hablar en un buen rato, el humor de Carlos había regresado a su ternura habitual, pero se había quedado dormido y ella esperó que no estuviera soñando con Gio, de lo contrario se levantaría asustado y ya le había demostrado que era un poco escéptico con el tema.Aurora se puso a pensar en sí misma, y notó que había aceptado tal cosa con estoica motivación, si Franco había nacido para ella ¿qué más podía hacer? Incluso podía ser una buena noticia, ella siempre había sido bastante mala a la hora de encontrar relaciones.Había tenido sexo unas cuantas veces, pero siempre con personas casi que desconocidas y únicamente por que el llamado de la naturaleza se lo pedía, pero ahora, el hecho de imaginar poder tener sexo con el hombre más sexy que hubiera conocido en cualquier momento sin importar en qué parte del mundo esté cada uno le pareció, cuando menos, morbosa.Lo mejor era que nadie podía ver a otra persona, ¿Podía hacerlo en el ascensor? ¿o debajo de su escritorio? Si,
Carlos tenía sueño, Bastante, a decir verdad. Pero tenía mucho trabajo, apenas y había dado una edición superficial a la nueva edición, y tenía que esperar a que le llegara el diseño de la página para ir con la diseñadora y ajustar el texto, pero el nudo que sentía a veces en el estómago al recordar la capucha sobre la cabeza lo desconcentraba.Tal vez Aurora tenía razón y necesitaba descansar, pero para él era peor. Estar en casa sin nada que hacer era una tortura más grande al recordar una y otra vez lo acontecido.Recostó la cabeza en el escritorio y lazó un bostezó grande, pero no podía quedarse dormido, no frente a todos, así se puso de pie y caminó hacia el baño esquivando las miradas curiosas de los compañeros con los que se cruzaba, luego se topó con Liana que lo tomó por los hombros.— Felicidades — le dijo — estamos muy orgullosos todos de ti, la entrevista está genial — Carlos le palmeó el hombro moreno y siguió caminando hacia el baño, pero cuando abrió la puerta se tropez
Aurora estaba en ropa de dormir, pero el frio que llenaba la ciudad europea no se le quedó prendido en la piel. Franco estaba bien vestido, con un traje cálido hecho a medida y una corbata, estaba peinado con todo el cabello hacia atrás y lucía realmente sexy. Entró por una puerta que estaba al lado en el callejón donde tuvo la conversación con Doménico. — Te dormiste en mal momento — le comentó él — no debiste estar en esa conversación — ella estiró la mano y se le agarró del brazo, estaban caminando por un pasillo oscuro y temió tropezar. — ¿No que no hay secretos entre las parejas? — él negó con la cabeza, aunque Aurora no lo vio, lo supo, era extraño. — No es eso, ya te lo dije, Doménico… él, su sangre no esta tan disuelta como la nuestra, tiene más rastros de la gente del bosque, por eso tiene estas habilidades. Él se puede meter en la mente de las personas, si se hubiera metido en mi mente en ese momento te hubiera descubierto. — ¿No hay forma de contrarrestarlo? — preguntó
Aurora despertó en calma, a pesar de las emociones del sueño, había dormido bien cuando su mente se sumergió en la oscuridad y despertó llena de energía, como si de verdad le hubieran recargado las baterías.Llegó temprano a la oficina y allí se encontró con Víctor, el administrador del periódico y Aurora imaginó que casualmente la estaba esperando.Estaba frente al ascensor con un café en cada mano y cuando ella legó le soltó una sonrisa arrogante.— Aurora boreal, ¿Cómo amaneciste hoy? — ella le recibió el café que le ofreció y lo comprobó, se veía delicioso y cuando le dio un sorbo, si, estaba igual.— ¿Qué significa esto? — le preguntó — es la segunda vez que me traes café — él se encogió de hombros y presionó el botón del ascensor.— ¿No puedo ser amable con mi compañera que pronto se quedará sin trabajo? — Aurora blanqueó los ojos y se introdujo dentro del aparto — no es por ser arrogante, mi periódico lleva dos noticias muy importantes mientras tú solo… ah, ninguna.— Hoy sald