—¿Acaso no puedo venir por ti para presentarte ante mi familia? —Me observa de arriba abajo—. Sabes… —se acerca y me toma de la cintura— si no fuera por mi promesa, te quitaría este vestido y te haría mía.
Besa mi cuello.
—Su cumplido es un deleite para mí, señor Hoffman. —Echo mi espalda hacia atrás—. Es mejor que salgamos.
Me aparto de él para cerrar la puerta con seguro.
Me ofrece su brazo, el cual acepto con mucho placer.
—No pasa nada —susurra al verme nerviosa.
Llegamos a las escaleras y empezamos a bajarlas. Me sorprendo. Hay mucha gente reunida aquí. Ahora entiendo por qué es tan amplia esta mansión. Todos se vuelven para vernos mientras bajamos. A lo lejos, logro ver a mis padres, a Edmon y a Raquel.
—Hola, Mía. —Estefanía besa mi mejilla.
—Hola —saludo, asombrada.
Según me dijo Gabriel, ella estaba de viaje en París.
—Te ves fantástica. Sabía que te quedaría fenomenal.
Me escruta y camina a mi alr
—Señorita Mía, su hermano pide verla.—Dile que pase —le respondo a mi secretaria y dejo de presionar el botón del teléfono.A los pocos segundos, Edmon entra por la puerta. Me sorprende verlo tan feliz. A mi mente viene la posibilidad de que haya vuelto a su noviazgo con Estefanía.—¿A qué se debe tanta felicidad?Se sienta frente a mi escritorio.—Volví con Estefanía.Esboza media sonrisa y entrelaza sus dedos para sostener su nuca.—Lo supuse, dado que después de tu ruptura siempre estabas molesto.—No es cierto.—Oh, sí. Es lo que nuestros padres me comentaron. También me baso en lo que vi durante mis vacaciones.—¿Tan obvio era? —Arquea una ceja.Me río. Él es el único en la familia que no puede disimular sus sentimientos. Tampoco parece tener sentido del humor, al igual que mi futuro esposo.—Esposo… —musito entre risas.Antes ni siquiera pensaba en esa posibilidad.—¿De q
<MÍA>—¿Segura de que te sientes mejor ahora?Reparte besos en mi cuello.—Lo estoy. Ya suéltame.Me río por las cosquillas que me provocan sus besos.—Y pensar que antes…—¿Antes qué?—No, olvídalo.Lo miro de forma interrogante. No me quiso decir lo que piensa. A lo último no le doy importancia y me alejo de él para terminar de arreglarme para ir a trabajar.—Por cierto, Gabriel.—Dime.—¿Sabías que el 25 de febrero habrá una subasta de joyas?—Estefanía me comentó sobre eso, pero lo olvidé. También me preguntó si nosotros iríamos.—Hace tiempo que no voy a una. ¿Quieres ir? —Agarro mi cartera.—Contigo iría hasta el fin del mundo.Me abre la puerta, muy caballeroso.—Ajá, sí, como no —me burlo.Estoy segura de que oyó esa frase en la televisión.Nuestra relación va mejorando, y es algo que aún no puedo creer. Siempre me imaginé que compartirí
<GABRIEL>Entramos de inmediato a la casa victoriana que nos han regalado para recostar a Mía y hacerla reaccionar. Me preocupa su palidez, ya que ella nunca ha sido así.—Llamemos al médico —suelta mi madre, preocupada.—Lo mejor es llevarla al hospital —acota la mamá de Mía y saca un pequeño bote de alcohol con algodón de su bolsa.Mojo el algodón con el alcohol para luego pasarlo por su nariz. Mía despierta con lentitud.—¿Qué me pasó?Se queja y se sienta.—Te desmayaste afuera, hija. ¿Estás bien? Últimamente te he visto muy pálida. Si quieres, vamos al médico para…—No, no, no, mamá, estoy bien, solo he olvidado tomar mis vitaminas.Esboza una sonrisa para calmarnos.No sé, pero se me hace extraño. Vivimos juntos y jamás la he visto tomar pastillas de ningún tipo.—Bueno, entonces vamos a casa. Ya habrá más tiempo para que conozcas nuestro futuro hogar. —La ayudo a levantarse.Mis
Tenía que averiguar a toda costa si en verdad Antonio hizo lo que dijo. Es la única forma de saber si el hijo que espera Mía es de él o mío. Está también la opción de hacer la prueba durante el embarazo, pero debo esperar hasta los siete u ocho meses y Mía apenas tiene dos mesesA veces Mía está muy distante conmigo. Eso empezó a pasar hace dos semanas cuando salió del hospital. No me gusta su actitud, pero todo es culpa del bastardo de Antonio. Si él no le hubiera dicho nada, ella estaría trabajando como lo hacía antes. Lo peor es que estar encerrada tanto tiempo en el departamento le afecta, ya que ni siquiera quiere jugar sus videojuegos.Hablé con mi hermana. Ella aparta tiempo y la visita. Entretanto, yo trabajo. La acompaña mientras no estoy, aunque no ayuda mucho, de modo que le propongo a Estefanía que le hable a Mía sobre sacar una marca de fragancia con ayuda de Marcelo. Quizás así se ayudará a sí misma—Gabriel, llegaste —articula mi hermana y me mira desde la cocina.—¿Qué
Le pido a Gabriel que deje las cosas como están sobre la paternidad de mi bebé, que es mejor esperar a que nazca para saber sus rasgos faciales. Él aún se empeña en averiguar si es verdad lo que Antonio dijo, pero le digo que lo olvide y que se dedique más a nuestra relación.Por más que trato de conciliar el sueño en la noche, no logro hacerlo al pensar que todo este tiempo Antonio siempre me vio la cara de estúpida. Aún recuerdo ese día que le grité a Gabriel que elegía a Antonio. En ese entonces era tan joven e ingenua que creí en ese amor falso que el hermano de mi mejor amiga me juraba tener. No dejo de pensar en qué hubiera pasado si hubiera elegido a Gabriel esa vez. Tal vez ahora estuviéramos casados y con hijos. Es imposible dormir si pienso en las decisiones equivocadas que tomé en mi vida por precipitarme. Me doy la vuelta en la cama para ver al hombre que una vez creí que jugó conmigo; su rostro está libre de imperfecciones, a excepción de su barba, la cual le da esa mascu
Llegó el momento de dar a luz. Gracias a los problemas que he tenido, mi embarazo es muy riesgoso. Deben hacerme cesárea porque no siento dolores ni contracciones. Me aterra la idea de que algo salga mal en el proceso.—Todo estará bien.Gabriel logra calmar un poco mis nervios.—Tengo miedo —susurro, aterrada de lo que pasará después.—Verás que cuando despiertes ya todo habrá pasado.Todos tendrán que esperar afuera. Sé que están nerviosos y que esperan que todo salga bien.Quiero que Gabriel se quede conmigo, pero al ser cesárea él debe estar afuera.—Tengamos fe en que pronto te veremos con nuestro hijo.—Ojalá sea así.Sin querer, lloro.Aunque está la posibilidad de que el bebé sea de Antonio, Gabriel tiene la esperanza de que sea suyo.<GABRIEL>Estoy angustiado por Mía. Ya han pasado tres horas. Lo peor es que aún no tenemos noticias de ella o de mi hijo.
Los padres son las únicas personas que nunca dejarán de amarnos y protegernos sin condición alguna, ya que sus instintos los hace protegernos pese a que ellos y nosotros ya seamos mayores de edad. Mis padres no son la excepción. Aunque tengo 27 años, aún me sobreprotegen como si fuese una niñita de cinco años. Aquello me asfixia. Ellos creen que todavía necesito de su cuidado, pero por más que les repito que soy mayorcita para que me cuiden y eso ellos no lo comprenden. Y eso no es todo, pues su sobreprotección no es lo único que me molesta, también desean que formalice un matrimonio con “un buen hombre”, cosa que no creo que exista en este mundo. Prefiero vivir mi vida como hasta ahora lo he hecho. La verdad es que no quiero formar una familia y amararme a un hombre, nunca lo necesité y mucho menos lo necesitaré. ¿La razón? Simple, no creo en el amor y
olor a alcohol combinado con el éxtasis hace que el aire se sienta más fuerte y pesado a cada paso que doy al caminar. Al mismo tiempo, admiro a las bellezas que hay a mi alrededor.Me acerco a mi hermano, pero no le comento nada sobre Mía, pues esta vez mi odiosa rival me dejó sin palabras al haberme dejado en claro que tiene un cuerpo de infarto.—¿Qué pasa con esa cara? —No respondo—. Anda, hermano, quita esa cara y mejor diviértete —grita con emoción y bebe una copa de vodka.—Tienes razón —contesto en el mismo tono y salgo de mis pensamientos.Alex y yo bebemos varias copas, así que gracias a eso él empieza a conversar con una rubia muy hermosa y me deja solo con su amigo, quien en poco tiempo también se aleja con una morena. Empiezo a sentirme algo extraño; mi cuerpo está algo caliente y no creo que sea a causa