¿Una pareja?

Virgínia

Miré la pantalla de mi celular, al darme cuenta de que habían llegado nuevos mensajes, y verifiqué de quién se trataba a través de la barra de notificaciones. Comprobé que eran de Murilo, como venía sucediendo desde hace algunos días. Al igual que en otros días, tampoco me importó responder, porque no me sentía nada bien y no estaba en condiciones de prestar atención o incluso agotarme con las expectativas que Murilo parecía tener sobre nosotros.

Pero aunque pensara racionalmente de esa manera, el remitente de esos mensajes no salía de mi cabeza, y pensaba en él en todo momento del día y de la noche. Antes de ir a dormir, siempre era el peor momento, ya que me costaba mucho conciliar el sueño, analizando todas las posibilidades y

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