Capítulo 96
Ana, inflando sus rosadas mejillas, con los ojos del tamaño de almendras, los miraba redondos y dijo: —¿Qué quieres decir? ¿Te molesta que esté sucia?

Juan, viendo la expresión enojada de Ana, tuvo que contener la risa: —Eres una mujer adulta, ¿cómo puedes besar a alguien tan fácilmente?

Esto enfureció aún más a Ana, quien dijo con voz melodramática: —¿Quieres decir que soy una mujer fácil? ¡Aparte de ti, nunca he besado a nadie!

—Eres un tonto, un estúpido, un malvado.

Diciendo esto, Ana golpeó con fuerza el cuerpo de Juan con su puño fragante.

—Te di mi primer beso, y ahora ni siquiera quieres ayudarme.

—¿Tienes miedo de molestar a tu ex esposa?

—¡Ella te trata tan mal y yo te trato tan bien!

Ana se sentía cada vez más agraviada mientras hablaba, y sus ojos se enrojecieron involuntariamente.

Al ver a Ana a punto de llorar, Juan se sorprendió.

Era extraño, la estaba golpeando y ahora la estaba haciendo llorar.

Juan, desconcertado, tuvo que ceder: —Está bien, te ayudaré.

Al oír esto, A
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