Capítulo 263
Con su gran habilidad, Ricardo saltó al mar y no se ahogó.

Pasaron unos quince minutos antes de que Ricardo trepara de vuelta al barco, muy furioso, y entrara en la habitación.

Ricardo estaba desnudo de la cintura para arriba, completamente mojado, y miraba fijamente a Juan con ira incontenible.

Al ver a Ricardo con las manos vacías, no era difícil imaginar que no había recuperado el Cáliz de la Misericordia.

No se podía culpar a Ricardo por ello. Nadie podría encontrar el Cáliz de la Misericordia en el mar.

Totalmente enfurecido, Ricardo dijo: —Eres un desgraciado. Ramón te entregó el precioso Cáliz de la Misericordia.

—¡Y lo arrojaste al mar!

—Te falta respeto a Ramón, ¡y voy a matarte por ello!

Justo cuando Ricardo estaba a punto de atacar, Ramón salió de su aturdimiento y lo detuvo con fuerza.

Muy enojado, Ramón le preguntó a Juan: —¿Por qué hiciste esto? Sabes lo valioso que es el Cáliz de la Misericordia.

—Puede absorber las emociones negativas de las personas y beneficiar a much
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