Capítulo 130
En este momento, el rostro de Rafael estaba radiante. Sacó un sobre rojo del interior de su saco y, tembloroso, se acercó a Ana.

—Ana, esta invitación es de parte de Don Herman —dijo Rafael. Cuando salió, solo sabía que tenía que entregar la invitación a Ana de la familia Gómez, pero no conocía su aspecto, por lo que no la reconoció.

Ana, emocionada, tomó la invitación y la abrió, confirmando que en efecto estaba dirigida a ella.

—¿Qué tal? Te dije que tenía una invitación —dijo Ana con malicia mirando a Óscar. —¿No dijiste que si tenía una invitación me arrodillaría?

Óscar, al escuchar esto, tragó saliva nerviosamente. En este momento, no se atrevería a ofender a Ana, pero tampoco podía arrodillarse. Balbuceó: —Solo estaba bromeando, ¿cómo lo iba a hacer en serio?

El rostro de Ana cambió al escuchar esto: —¡No cumples tus palabras!

Pero si Óscar no se arrodillaba, ¿qué podía hacer Ana?

En ese momento, Juan intervino: —¿También estabas bromeando las tres veces que hiciste que Ana se ar
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