Capítulo 957
Los ojos de Leonardo no tenían calor, y le miró burlón.

—Tadeo, tú no temías a nada, ¿verdad? ¿Por qué tienes miedo ahora?

Tadeo apretó los dientes y dijo fríamente: —¡Pido que manden a Carlos aquí inmediatamente! ¡Di a tus hombres que paren!

Leonardo lo miró con calma y sonrió: —¿Ahora me suplicas o me ordenas?

Al ver sus ojos llenos de arrogancia, Tadeo sentía que su orgullo era pisoteado por él, y su expresión se tornó seria.

Se le caían los ojos, con odio en la mirada.

En este momento, el secretario de al lado levantó de repente la voz y dijo: —¡Señor Ramos, el mayor accionista de nuestra empresa quiere desinvertir!

¡Una vez que los accionistas desinvirtieran, Gran Félix estaría completamente arruinada!

Tadeo apretó los puños, con los ojos casi inyectados en sangre.

—¡Te lo ruego!

Se mofó Leonardo, —Dentro de diez minutos, quiero ver a Carlos.

Tadeo respiró hondo e inmediatamente llamó a su gente.

—Trae a Carlos aquí ahora mismo. ¡Te doy diez minutos!

—¡Señor Ramos, pero ahora esta
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