Capítulo 1750
Emiliano salió de su ensimismamiento y respondió apresuradamente:—¡Claro que tengo tiempo, por supuesto! Dime dónde y voy para allá de inmediato.

Lucía, notando la alegría mal disimulada en su voz, bajó la mirada y dijo:—Bien, encontrémonos en el Hotel Gloria.

—¡Perfecto!

Después de colgar, Lucía paró un taxi que la llevó al restaurante. Apenas se había acomodado junto a una ventana cuando vio llegar a Emiliano todo agitado, con pequeñas gotas de sudor en la frente que evidenciaban que había venido corriendo.

—¿Esperaste mucho? —preguntó él mientras se sentaba frente a ella.

Lucía negó con la cabeza y le sirvió un vaso de agua:—No, acabo de llegar.

—¿Hay algún motivo especial para esta reunión repentina? —preguntó Emiliano mientras tomaba un sorbo de agua.

Lucía asintió:—Sí, quería preguntarte si fuiste tú quien me ayudó a conseguir estos recursos en la compañía.

La expresión de Emiliano se tensó y sus dedos se crisparon alrededor del vaso:—¿Qué recursos? No sé de qué hablas.

—Emiliano
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