Después de un rato, la soltó y le dijo: —He venido a MY para ayudarte, no para causarte problemas.
—Para mí, tú nunca has sido un problema.
Leonardo le dijo en voz baja y impotente: —Lo sé, tengo otras cosas que hacer además de venir a MY, no soy tan frágil.
Natalie frunció los labios, y tras un momento de silencio, asintió: —De acuerdo.
—Bueno, me voy ahora, esta noche te espero en casa.
—De acuerdo.
Después de que Leonardo se fue, Natalie cogió el documento y siguió leyéndolo, pero estaba de un humor irritable y no podía leer nada.
¡Qué terrible ver cómo la gente le malinterpretaba y calumniaba y no podía hacer nada!
—¡Buzz!
Sonó el móvil que había sobre la mesa.
Al ver que era Elián, Natalie se apresuró a contestar.
—Maestro, ¿por qué me llama de repente?
La voz de Elián estaba teñida de ira, —¿Te olvidaste que ya casi un mes y la medicina que te di está casi terminada?
Durante este tiempo, como Natalie tomaba sus pastillas todos los días, podía aguantar el dolor de cada noche.
Pero