Mhia Morshell Un movimiento en la cama me hace removerme, unas suaves caricias en mis brazos me hacen apretarme contra el tacto, conocía esas manos a la perfección. Besan mis labios de manera tierna haciéndome reír. — Buenos días — susurro, mi voz se encontraba ronca por dormir tanto. — Buenas tardes, pequeña ninfa — me pego al cuerpo de Jace y Jared me abraza por detrás. Me impregno del olor de ambos sintiéndome en casa. — Me alegran que estén aquí — el sueño tiraba de mi pero me resistía. — Me pregunto que habrás hecho ayer para estar tan cansada — las manos de Jared descienden por mi vientre erizándome la piel. — Jugué a la cocina con mi regalo de cumpleaños — una risa ronca sale de Jace haciendo vibrar su pecho. — Estoy seguro que es una historia entretenida, pero ahora nosotros te daremos tu regalo de cumpleaños — abro los ojos mirándolo, las caricias de Jared me impedían concentrarme pero quería mas de ese regalo de cumpleaños. — ¿Puedo saber que es? — adopto un tono in
Mhia Morshell Me ardía la cara, debía parecer un tomate en estos momentos. Jace y Jared hablaban entre sí como si no existiera, pero sabía que eran muy conscientes de mi presencia y de mi estado. Estaba recostada en la silla con las piernas levemente abiertas, el mantel me cubría de cualquier mirada curiosa que pudiera caer sobre mí, la velocidad del vibrador era lo suficiente para tenerme con la respiración acelerada, pero no lo suficiente como para darme un orgasmo, así que me encontraba en una montaña rusa de deseo, uno con querer obtener mi orgasmo y otro con parar las vibraciones. Paso por mi cabeza sacarme el vibrador pero existía el riesgo de hacerme daño ya que estaba relativamente adentro. El camero se acerca y casi suspiro de felicidad, casi, lo único que traía en las manos eran tres copas y una botella de vino blanco. Las acomoda sobre la mesa como es debido y llena cada una de ellas. — Il tuo ordine sarà pronto in cinque minuti — «Su pedido estará listo en cinco minutos
Mhia Morshell La tensión en el ambiente era palpable, Jace y Jared estaban a mi espalda con arma en mano. Ninguno se movía, pero el más tranquilo de todos era Leo y me gustaría saber porque. Los engranajes de mi cabeza funcionaban a toda velocidad, buscando una manera de dejarlo fuera de juego, tenía la droga pero un movimiento brusco podría joderlo todo. — Veo que estabas impaciente por nuestro encuentro — digo, tenía que fingir lo más posible y aunque no se lo creyera serviría de distracción. Una sonrisa crispa sus rasgos, tenía cara de ángel pero su mente estaba retorcida. — Quería sorprenderte — mira a mis espalda y me tenso, había venido solo por ellos. — Sabes que estoy fuera de control ahora, no podrías detenerme si quisieras — Biscotto estaba tenso, no le gustaba estar cerca de él. — Es cierto, debo decir que me agrado escucharte torturar a alguien, fue excitante. No puedo evitar la mueca que marca mi rostro, quería atraparlo, pero ahora era él quien llevaba la ventaja,
Mhia Morshell Mi cuerpo temblaba por la anticipación, habíamos tomado las armas que pudimos y nos movimos al centro de la casa, no era un punto muy estratégico pero si queríamos salir vivos, teníamos que luchar los tres juntos. No se escuchaba nada por el acero que aseguraba las ventanas, pero en cuanto intentarán entrar lo sabríamos, mis hombres estaban afuera alertas y los refuerzos venían, quería salir y liderarlos, pero como Darks que son no aceptarían que lo hiciera, su trabajo era protegerme y trabajaban para mi padre. El silencio en la casa era abrumador. — ¿Cómo demonios fue que llegamos aquí? — Pregunto — Cuando llegue a Nueva York solo quería olvidarme de mi pasado, hacer mis pasantías y iniciar la universidad, ahora tengo a mi violador encerrado en el sótano esperando por su muerte y estoy a punto de luchar contra una celópata rusa ¿En qué momento todo se fue al carajo? — Es una buena pregunta — dice Jace mirando hacia la derecha de la estancia, yo miraba al frente y Ja
Jace Salvatore Mhia estaba inerte entre mis brazos cuando llego su padre, casi parecía que no respiraba, su rostro estaba pálido y veía como la vida iba dejándola lentamente. No podía permitir que eso sucediera. Me pongo de pie con ella en brazos y Jared a mi lado, Ray corre hacia nosotros y palidece en cuanto ve a su hija. — Tenemos que ir a un hospital. Ahora. Avanzo hacia una de las camionetas y nos subimos a ella, Ray acelera tomando la vía principal para llegar más rápido. — ¿Que sucedió? — el miedo se encontraba a tope en todos nosotros, el ambiente era tenso y yo no hacía más que mirarla para asegurarme que seguía viva. — Ray acelera, su pulso se esta debilitando — acaricio su rostro, estaba lleno de sangre, al igual que mis manos — Atrapó a Leo y su padre debe estar muerto — susurro. — ¿Que? ¿Pero...? — Lo explicaremos todo después — dice Jared apretando una de las manos de Mhia — Está helada. La ciudad pasa a toda velocidad mientras llegamos al hospital, en cuanto ll
Mhia Morshell Los efectos del sedante ya habían pasado cuando me desperté, suponía que tuvieron un error a la hora de administrármelo, era de madrugada quizás un poco más de las tres, lo único que se escuchaba en la habitación eran los pitidos de la maquina que monitoreaba mi corazón, Jace dormía a mi izquierda y Jared a mi derecha. La respiración de ambos era lo único que me mantenía distraída, acariciar el dorso de sus manos era una buena manera de centrar mis pensamientos en algo. Los recuerdos de la noche anterior eran borrosos, había sido igual que en mi cumpleaños, hace tres años, era como si algo se apoderara de mí y tomara el control de mi cuerpo, la única diferencia ahora es que el impulso había sido más intenso y la única razón por la que me detuve fue por Jace y Jared. Y la herida en mi estomago. Estuve tan cegada que ni siquiera sentí el dolor de un cuchillo rasgando mi piel, eso me demostraba una vez más, que era un peligro para los demás y para mí misma. Comenzaría a
Mhia Morshell Estábamos de regreso en Nueva York, estuve cuatro días en el hospital hasta que decidieron que me encontraba en condiciones para viajar, la herida en mi estómago aún dolía y tenía cero dudas de que quedaría una gran cicatriz. Mi padre, Jace y Jared iban a mi lado en el jet, papá no le había dicho nada a mi madre y simplemente porque se lo había pedido. Me contó que el encargado de mi seguridad lo contacto en cuanto llegaron los rusos, lo que me hacía dudar de su mensaje y cito "Estamos fuera de su alcance". No se había ido de Italia, solo había mandado a mamá a casa. Se encontraba recostado en el asiento durmiendo, ninguno de los tres había pegado ojo en estos cuatro días cuidándome. Jace y Jared también se encontraban dormidos, así que éramos solo yo y mis pensamientos. No había vuelto a tener pesadillas, pero sabía que sería cuestión de tiempo para que regresaran, el sueño se repetía constantemente como una película y mientras más tiempo pasaba, más segura me sentí
Jared Salvatore Una semana después de que Mhia se marchara le pedimos a su padre que nos enviara a Leonardo, el además de Mhia era el único que tenía el código de ese sótano. La extrañaba con cada fibra de mi ser y sabia que Jace igual, pero él era mejor ocultando sus emociones, lo último que nos habían informado nuestra gente es que había iniciado la quimioterapia y visitaba un psicólogo. Como se lo habíamos prometido, la cuidábamos desde las sombras, aunque ciertamente ella no lo necesitaba. Llegar a la empresa y no verla en su oficina era extraño, me había acostumbrado a la calidez que le daba al lugar, el sonido de su risa era una de las cosas que más extrañaba. Sé que en cuanto se subió en ese auto para irse pudimos haberla detenido, ella se hubiera quedado, pero nos era más fácil lidiar con el hecho de no tenerla, que estuviera con nosotros y fuera infeliz, eso era algo que no podríamos soportar. Ella era una guerrera, valiente y fuerte, pero no importaría cuantas veces se l