Cuando Manuel salió corriendo por la ventana del lavabo, Ángel ya estaba esperándole en el aparcamiento de atrás.
No había que ser muy listo para saber que después del ataque saldría corriendo hacia su coche.
Manuel abrió su coche y cuando iba a arrancar, Ángel apareció por detrás de su asiento y con cloroformo lo durmió.
Manuel despertó amarrado al sofá de uno de los moteles donde se hospedaba, con la boca tapada por un calcetín.
A su lado, en una mesa, había una enorme botella de whisky irlandés y tres tabletas de pastillas.
Enfrente de él estaba Ángel, sentado a los pies de la cama y mirándolo con cara de preocupación fingida.
—¡Maldita sea, Manuel! ¿Tienes que aparecer justo ahora? Eres un maldito grano en el culo. Ya me pareció patético lo que intentaste hacer con Débora y ahora vuelves a aparecer para hacer aún más el ridículo. Lo conozco todo sobre ti, Carmen me lo contó. Eres tan
PABLO Y LUCÍA—¡Maldita sea, Pablo, siempre llegando tarde!—Lo siento, cariño, pero ¿tú sabes la de mierdas que tengo en mi apartamento que ahora serán tus mierdas?—Ja, ja, ja, ¡qué gracioso!—Estás preciosa. Te quiero.—Y yo a ti.La velada pasó maravillosamente bien. Rieron, bebieron, charlaron, se besaron y bailaron.Ninguno de los dos estuvo pendiente al teléfono durante la noche. Ya en el coche, de vuelta a casa de Lucía, esta se puso a escuchar sus mensajes en el buzón de voz.Uno de ellos era de Alicia, diciéndole que Manuel se había suicidado.—¡Vaya! ¿Te acuerdas del caso ese del acosador que agredió a una chica en un parking?—Sí.—Pues hoy ha agredido a la hermana en un centro comercial. La chica ha venido aquí bastante nerviosa y asustada, pidiendo más protección. Bueno, pues resulta que el tío se ha suicidado esta tarde. Lo han encontrado en un motel de las afueras. Estaba en un sofá sentado,
MALDITO HIJO DE PUTA. AHORA TODO ENCAJASe sentó a los pies de su cama.En la foto aparecía Pablo mucho más delgado y con el pelo largo, junto a Sara, la chica que se suicidó en San Agustín.Por detrás de la foto ponía Ángel y Sara en Jerez año 2012.Lucía mantuvo la foto en su mano más de quince minutos observando a los dos hermanos.Cogió la carta. Era la carta que Sara le escribió a su hermano el día antes de suicidarse:Querido hermano:No lo aguanto más, no soporto seguir ni un segundo más de mi vida en esta cloaca llena de monstruos de carne y hueso. Tú has sido lo único bueno de mi vida. Jamás podré agradecerte lo que hiciste por mí cuando papá estuvo a punto de matarme. Sé que tuviste que destruir muchas pruebas y engañar a muchos de tus compañeros. Siempre fuiste mi salvador, te quise como hermano y como padre, como amigo y como amor. Lo has sido todo para mí y a ti te debo mi vida, sé que te enfadarás por lo que voy a hacer, pero
ÁNGEL Y PABLO, PABLO Y ÁNGEL—¿Sí? ¿Lucía...? Sí, claro que podemos vernos, ahora mismo estoy en el despacho de mi hermana Elvira, le envío la dirección.—Perfecto, voy para allá.—¿Quién era? —preguntó Elvira.—Es la policía de ayer, Lucía, ¿extraño, verdad? Manuel por fin ha tenido agallas y se ha suicidado de una vez.—Será una visita rutinaria, para informarnos y tal —dijo Elvira.—Pues no sé por qué, pero tengo una mala sensación, Elvi, y ya sabes que yo jamás me equivoco con eso, esta mujer viene a traernos noticias malas. Algo no va bien, Elvi. ¡Carmen!—¿Qué tiene que ver Carmen con todo esto? No seas paranoica, Deb.Al cabo de unos veinte minutos aproximadamente apareció Lucía en el despacho.—Por favor, tome asiento. —Le ofreció Elvira.—Gracias, seré breve. Vuestra hermana pequeña Carmen está en grave peligro.Elvira y Débora se levantaron de sus sillas a la vez.—Acérquense. ¿Reconocen al hombre y
EL PRINCIPIO DEL FINAL. TÚ, YO Y LA MUERTEDos días antes Carmen estaba dando su caminata mañanera por la playa y se encontró con Ángel, su gran amigo del psiquiátrico. Sintió una felicidad enorme al verle, le quería como a un hermano, fue su guía, su confidente, sin él no lo habría logrado.Ángel, siempre tan tímido y tierno, su compañero y su fiel amigo.Cuando lo conoció en San Agustín, le pareció tan frágil, tan bondadoso, se volcaba por Sara. A Carmen le encantaba cómo la miraba y cómo la mimaba. La protegía.Desde el primer día se produjo entre ellos una conexión espiritual, ambos fueron el apoyo del otro. Los tres se volvieron inseparables, se produjo una magia especial. Sin duda, Carmen los adoraba, junto a ellos, no existían las pastillas, las charlas con Roberto, las puertas cerradas..., con ellos todo era libertad. Se sabían todos los secretos de cada uno, o al menos eso creía ella.Y ahora, abrazada a él, todo se desplomaba, el cielo caía
MAMÁ—Mamá, ¿qué está ocurriendo?—Ay, mi niña, estás en apuros. —Meri estaba sentada en su sofá de siempre de la casa familiar.—Ese hombre quiere hacerme daño, estoy muy asustada. —Carmen estaba sentada junto a ella, abrazada a su pecho.—No tengas miedo, mi niña, eres una mujer muy fuerte, siempre lo has sido. Y mamá está muy orgullosa de ti. Está feliz por esa preciosa nieta que me has dado tan buena y dulce, como eras tú de pequeña. Te preguntas muchas veces si estaré decepcionada contigo por actuar de forma distinta a mí. Pero mi dulce niña, tú no eres yo, mi ángel, y jamás podrás decepcionarme, hagas lo que hagas.—Mamá, te echo muchísimo de menos, tú lo eras todo para mí, estoy perdida sin ti, no sé de qué hablar, cómo actuar, qué decisiones tomar..., tú eras todas esas cosas, ahora estoy perdida, desorientada..., moriste y cambió mi mundo, se desvaneció. Soy feliz con Narciso, pero no me entenderá nunca. Elo es mi razón de ser, pero crecerá y
HANNA—¿En serio creías que estaba enamorada del viejo ese? Mamá, por favor, no seas tan crédula.—Hanna cariño, siempre hemos tenido relación con esa familia, su mujer era una de mis mejores amigas y sufrió mucho por culpa del marido. Tuvo que criar ella solita a sus hijas y su muerte fue muy injusta.»Casarte ahora las va a destrozar. La casa familiar es toda su vida, todos sus recuerdos. Si no estás enamorada de él, déjale y no hagas más daño a esa familia, por favor.—Mamá, por favor, espabila y no seas tan patética. Esa casa, nada más me case con el viejo será para mí. Y en un año como mucho la venderé, me quedaré con mi parte y cuando ya no pueda sacarle más al pervertido este, le mandaré a la mierda como hago con todos; y sus hijas, que se jodan.—Hanna, cariño, nunca me he metido en tus asuntos amorosos, pero a esta familia la quiero y la quiero de verdad. Déjalo, no te cases, ya encontrarás a otro a quién sacarle el dinero, pero no a este que
TU SORPRESA, MI SOPLO DIVINOÁngel y Carmen entraron en la habitación.Carmen observó lo que había en la camilla y sintió que una paz enorme se adueñaba de su cuerpo, sentía que sus pies se alejaban del suelo. Oía voces celestiales en su cabeza. Ahí estaba el demonio.Ángel se ocuparía de ese bicho traído de las profundidades y así el mundo se reestablecería, volvería a brillar y por años reinaría la paz. «Meri, deben de pagar todos, Meri, mi diosa, mi reina. Este sucio, repugnante, decadente mundo con sus decrépitos humanos, volverá a brillar cuando limpiemos de las calles la devastación que acabó contigo».En la camilla estaba atada de pies y manos Hanna, con una cinta adhesiva que le tapaba la boca.Tenía un ojo morado y la mandíbula rota.Carmen se acercó a ella y esta empezó a moverse nerviosa, giraba de un lado a otro la cabeza, intentaba desatarse y hablaba, pero no se le entendía.Carmen acercó su rostro al suyo y con sus manos emp
ELVIRA. DÉBORA. CARMENYa habían pasado diez años de aquella fatídica noche y las hermanas estaban en Noruega de vacaciones.—Esto es precioso, Deb, increíble.—Gracias, Carmen.—Pero te hielas el culo —dijo Elvira.—¿Qué tal Elo? —pregunto Débora.—Pues nada, ahí se ha quedado en España con Narciso, desde que tiene novio no hay quien la aguante. Pero, bueno, Narciso cuidará de ella. Él siempre cuida de las dos.—Bueno, cuéntame, ¿qué tal sienta la vida de casada, señora de Escarlet? —Elvira bromeaba.—Pues genial, Escarlet es mi otra mitad.—¡Oh, qué cursi! —Carmen se echó a reír.—Vale, yo estaré casada, pero tú eres abuela, buahhhhh.—Calla, calla, qué depre —dijo Elvira, haciendo gestos de amargura.—Ya han pasado diez años desde lo de Ángel. ¿Cómo estás tú, Carmen? —preguntó Débora.—Estoy bien, chicas, fue un antes y un después para mí. Ya no tengo nada en mi interior atrapado esperando a salir. Co