Habìan pasado dos dìas desde la partida de Miguel, dos dìas que Lorena habìa dormido con su amiga para consolarla y dos dìas que llevaba sintièndose mal entre vòmitos y dèbil del estòmago, aunque para lo poco que comìa en la escuela y en la tarde encerrada en la habitaciòn con su amiga viendo pelis, nadie màs en la casa lo habìa notado. Todos tenìan algo de que preocuparse, ejemplo de ello Elìas que no le bajaba la presiòn ni con los remedios de la abuela, tenìa un humor de mala muerte y a penas se ocupaba de sus negocios por estar encerrado en casa bajo los mimos y los cuidados que Melissa le daba, la cual ya no hallaba que hacer para subirles el ànimo a todos, incluyèndose. Alexa les habìa hecho creer que estaba bien, que Lorena era la que tenìa problemas amorosos y por eso venìa a refugiarse con ella, y tampoco estaba apartada de la realidad, su amiga era todo un caos en el amor, resulta que Christian, despuès de tenerla babeando varios años detràs de èl, por fin decidiò tener un
Nada en la vida sale como lo planeas, incluso la muerte es incierta, escuchaba repetir una y otra vez en casa cuando las cosas no salìan como lo planeaba su abuela, para ella era extremadamente sabia y agradecìa sus consejos y sus charlas, pero esa mañana junto con el dolor la despertò la llamada de esta, pero no para consolarla, ni mucho menos darle una buena noticia, sino para contarle una bastante cruel y desgarradora. -Tienes que ser fuerte Alexa-, le habìa dicho y ella se esperò lo peor.Resultaba que la abuela de Anna la habìa llamado esa madrugada para contarle que habìan encontrado de nuevo a su nieta, pero èsta vez, no estaba ni siquiera en las condiciones que ella la habìa dejado, estaba atada a una cama, ensangrentada hasta los cabellos y con un micro feto a sus pies. La policìa buscaba a Lucas por todos lados y aunque por suerte la habìa dejado viva, dèbil, pero todavìa respirando, la señora Adela no tenìa consuelo y eso la hizo entristecer todavìa màs. Ella no odiaba a
Las semanas pasaban lentamente y como Alexa previó su embarazo se notaba cada vez màs, si no fuera por la ropa holgada y las constantes distracciones de Lorena para que nadie se diera cuenta, de seguro su madre ya la hubiese descubierto.Ambas se imaginaban que ya llegaba el momento de decirle al mundo, pero Alexa se seguía oponiendo por miedo, ¿acaso hay algo peor que eso? Esa semana cumplirìa tres meses exactos y sus dos pequeños bultitos ya comenzaban a notarse bastante en su ya no tan aplanado vientre.Por otro lado nadie en casa tenìa noticias aún de Miguel, y Elìas seguìa destrozado.Por suerte o desgracia esos días había abandonado la cama y casi todo el tiempo salìa, supuestamente a encargarse de los negocios, y estaba bien que lo hiciera y que regresara a la normalidad, pero el problema es que volvía a las tantas de la noche con aliento etìlico y el bolsillo vacìo.Melissa lo consintiò las primeras noches por pena, pero ya luego se cansò. Él había llegado hasta el punto en q
Elìas abrìa los ojos recién a las 12 del medio dìa, no recordaba nada de la noche anterior porque a pesar de haber llegado borracho a la casa, despuès de su discusiòn con Melissa continuò bebiendo para ahogar todavìa màs la poca cordura que le quedaba en el alcohol. Luego de despertarse a parte de eso ni siquiera recordaba como habìa llegado a la cama y por què tenìa la ropa intacta. El sol que se colaba por la ventana le molestaba a tal punto que no lo dejaba a penas despegar los ojos.-Cariño, traème el desayuno a la cama por favor, que me duele la cabeza -En cambio a lo que pensò, nadie a su lado respondiò y luego de unos instantes de pereza, se levantò y viò que el otro lado de la cama estaba vacìo. Saliò de mala gana de la recàmara y se extrañò de que todo estaba cerrado en los pasillos y no habìa olor a cafè como todos los amaneceres¿Acaso Melissa habìa salido a algùn lado sin decirle? Continuò recorriendo la casa y las cosas seguìan intactas a su paso, no se explicaba como
Miguel llevaba dìas sin comer a penas, no porque no tuviera hambre, sino porque a Lilith se le habìa ocurrido dejarlo en ayuno para torturarlo, no le bastaba con la droga que inyectaba a diario en sus brazos o la que lo obligaba a inhalar. Era horrible sentirse en el limbo siempre, pero al menos eso le ayudaba a mitigar los dolores de los constantes latigazos que la chica le proporcionaba en los brazos y la espalda con un viejo cinto de cuero. Cada vez que este le tocaba la piel, primero comenzaba a arderle y luego le escocìa, sus heridas eran tantas que creìa que iba a morir a causa de ellas, pero intentaba tener la mente clara la mayor cantidad de tiempo que pudiera, para buscar la forma de poder escapar de aquella tortura, necesitaba desaparecer del mapa, asì tal vez, sin alguien a quien chantajear se olvidarìa de todo lo que tenìa en contra de su padre y los dejarìa en paz. No le importaba ya que quizàs no volverìa a ver a su familia o a Alexa, necesitaba librarse del infierno
Las cosas para Elìas estaban tan complicadas que no sabìa como iba a salir de este embrollo, estaba parado en las afueras de la habitaciòn a la que habìan trasladado a Miguel observando su telèfono, en èl aparecìan dos fotos de dos casas completamente diferentes incendiàndose, màs un video de una tercera, èsta era una pequeña casa en el campo, la misma que donde habìan aprisionado a su hijo y a Alexa. Estaba tan concentrado viendo como todo se quemaba en la pantalla de su telèfono, que dió un pequeño brinco cuando una enfermera bastante joven le tocò el hombro para llamar su atenciòn. -¿Usted es el padre de Miguel? Èl la observò de arriba a abajo, parecìa una de las novatas acabadas de graduar y se dió cuenta de que de una forma u otra le coqueteaba con la mirada, pero aunque pareciera extraño, a èl no le importó- Si, lo soy. -Ya despertò, està un poco confundido, pero quiere hablar con usted, le acosejo que no lo atormente, està muy sencible. El hombre ni siquiera le dió las gra
Todos en su casa se encontraban afuera mirando el panorama, Alexa se desmontò del Audi y lo primero que hizo fue abrazar a su abuela que la esperaba con una expresiòn de tristeza en el rostro, su madre le habìa contado cada detalle de lo que habìa pasado, incluso lo del hospital, se imaginaba por lo que estaba pasando su nieta y màs que regañarla, debìa de darle todo el cariño del mundo, despuès de todo, ella sabìa que por amor se cometen muchas locuras. Elìas veìa tranquilamente como uno por uno de los integrantes de la familia de Melissa abrazaban a Alexa con tristeza, se habìa ido de ahì destrozada y regresò hecha polvo, se sentìa como un mierda porque todo era por èl. Cada noche se culpaba de lo que habìa pasado hasta el punto de que lo recibìa el nuevo dìa culpàndose todavìa. Miguel en cambio se habìa encerrado en su habitaciòn y no querìa saber de nadie, por suerte cuando escuchò de que èl llevarìa a Alexa a casa, Melissa se brindò a cuidarlo, estaba seguro de que eso lo recon
La parte trasera de su cabeza le escocìa y le pesaba abrir los ojos, sentìa una presiòn en sus manos que tampoco las dejaba mover y su boca se encontraba sellada por una especie de papel. Levantò los pàrpados poco a poco y reconociò su cuarto, estaba acostada encima de su cama, atada por las manos y con cinta en los labios. Obvio no podìa hablar y sentìa que los gritos que estaba aguantando la estaban ahogando, porque en esos momentos se morìa del terror. Lucas la miraba mientras le regalaba una sonrisa que ella calificaba como maligna, detràs de èl estaba Lilith, quien observaba todo seria y calculadora, como si no se creyese algo de lo que estaba observando, Alexa callò en cuenta que lo que la distraìa era su barriga. -¿Asì que es verdad? Estàs embarazada -Rompiò el silencio el chico -Yo te iba a proponer que regresàramos ahora que Miguel te habìa dejado y que Anna y su bebè no eran un estorbo, pero me sales con esto -La calma en los sus ojos le decìan que habìa algo en él que no