El comienzo de su infierno
¿Qué puede suceder cuando en la vida de una joven se cruza un hombre que puede ser el mismísimo diablo?
Lillie Watson es una chica humilde con un carácter fuerte que ha logrado sobresalir de cualquier forma en la vida. A sus 19 años está estudiando en la Facultad de Medicina en una universidad que le ha costado mucho trabajo ingresar, ya que es de bajos recursos y no cuenta con el dinero suficiente para pagar una universidad especializada en Medicina.
Vive con su madre, su hermana mayor y su sobrina. La señora Elena Watson es madre soltera de dos hermosas hijas y abuela de una hermosa pequeña de seis años. La madre de Lillie tuvo que sacar adelante a sus dos hijas cuando Lillie era tan solo una bebé. Ella trabajaba y trabajaba hasta llegar al punto de enfermarse y recaer, pero nunca se dejó caer, hasta que llegó el día en que le diagnosticaron cáncer a causa de un mal golpe que sufrió en su último empleo, una enfermedad que no detectó a tiempo.
Lillie y su hermana se vieron en la necesidad de trabajar. Alexa dejó sus estudios en la universidad y se puso a trabajar en una cafetería de cajera, solo que su vida se complicó más cuando se convirtió en madre por primera vez a los veinte años. Su mundo se vino más abajo cuando su novio, el padre de su hija, la dejó después de saber que estaba embarazada, dejándola por un tiempo destrozada y deprimida. En cambio, la vida para Lillie era algo distinta. Ella odiaba a los hombres, ya que vio cómo le fue en el amor a su hermana. Tenía una meta: llegar a ser una gran médica, pues quería curar a su madre del cáncer. Sabía que era difícil, pero no perdía las esperanzas.
Cursaba el segundo año de Medicina. Como su carrera profesional era muy costosa, se le dificultaba conseguir un buen trabajo para poderla pagar y ayudar a su hermana con los gastos de la casa. Tuvo que elegir un empleo que iba en contra de sus principios. Después de buscar por muchos lugares y viendo lo que le ofrecían de paga, no los aceptaba. Un tiempo, trabajó de mesera en el café donde trabajaba su hermana, pero solo estuvo unos meses, porque allí conoció a una chica que le ofreció un mejor empleo. No era el apropiado, pero era el necesario para ganar lo justo que le alcanzaría para pagar todos sus gastos. Al principio lo pensó durante un mes hasta que aceptó. No iba a hacer nada malo, pero tampoco era muy decente que digamos. Era un club nocturno donde bailaban chicas jóvenes. No era un lugar de mala muerte, sino elegante, donde iba puro hombre adinerado. Ella sabía que en ese lugar iba a ver muy buenas propinas, ya que iría de mesera. Al principio sí atendió mesas y la barra de bebidas, hasta que la dueña le pidió el favor de reemplazar a una bailarina que había enfermado. Lillie no quería hacerlo. Si su madre se enteraba de ello, de que subiría a ese escenario a bailar, la decepcionaría. Sin embargo, no le quedó de otra más que aceptar. «Solo será una semana», pensó. Claro, si no le decía nada a su madre, nunca se enteraría. Pero lo que no se imaginó fue que el público se iba a encaprichar con ella y que la aclamarían.
Su jefa tuvo que pedirle que fuera una bailarina del club. Ella se negó, pero su patrona le ofreció un mejor pago, uno que Lillie no quería dejar ir, ya que con ese dinero le alcanzaría para completar los medicamentos costosos de su madre y poder pagar los siguientes semestres de Medicina. Luego de pensarlo por unos días, aceptó. Desde es momento comenzó lo que se llamaría su calvario. Nunca se imaginó las consecuencias que eso le traería con el tiempo. Bailar con poca ropa era vergonzoso para ella, pero su dignidad siempre la conservó. No obstante, nunca pensó que al bailar en ese lugar conocería a ese hombre oscuro y peligroso que la arrastraría a su infierno. Ese hombre tenía los siete pecados capitales; la avaricia, la gula, la soberbia, la envidia, la ira, la lujuria y, el peor de todos, el orgullo. Con eso se podía describir la clase de persona que era, como ella lo veía. Él sería su tormento e infierno, uno muy ardiente al que caería Lillie Watson.
Dante Mancini era conocido en la mafia como el Diablo. Por sus trabajos en la organización donde él era líder lo conocían como el más cruel y despiadado al vengarse.
El Diablo, como muchos lo conocían, heredó el imperio empresarial y los territorios de la mafia de su padre, el señor Demetrio Mancini. Después de su muerte, Dante tuvo que hacerse cargo por completo de todo, quedando a cargo como la cabeza de todo el territorio italiano y una gran parte del continente europeo y americano. Su padre también le heredó los negocios empresariales. Varios de ellos se encontraban en Estados Unidos. Los más grandes, en realidad, se hallaban en la ciudad de Nueva York, donde solía ir con más frecuencia cada vez que viajaba al país americano. Gran parte de sus negocios y vida estaban en Italia, pero como era dueño de muchos comercios en muchas partes del mundo su deber era viajar el mayor tiempo.
Tenía a mucha gente que trabajaba para él, pero de confianza eran pocos. Uno de ellos era su mejor amigo, Iván Rizzo, su mano derecha, al que en ocasiones dejaba a cargo en Italia cuando él salía del país por asuntos importantes y cuando llegaba a necesitar de sus servicios, ya que Iván era un gran sicario. También tenía la confianza de dejar a cargo a sus otros dos amigos, Leo y Enzo. Los demás eran simples empleados, con los que no se arriesgaría a meter las manos al fuego.
Como en todas las mafias, siempre había enemigos, pero ninguno fue tan fuerte para derrotarlo, comenzando por la misma familia, su tío y su primo, pues ellos lo odiaban porque él y su padre se quedaron con todo el territorio de Italia. A como diera lugar lo querían sacar del camino para obtener lo que tanto habían querido: el puesto del líder de la mafia italiana. Sin embargo, Dante era duro como una roca, no se dejaba vencer. Para él no importaba que tuvieran la misma sangre, eran traicioneros y envidiosos que le jugaban sucio a su propia gente. Por esa razón tenían que pagar, al igual que todos los enemigos del Diablo.
Llevaba ocho años a cargo como jefe de la mafia italiana. En esos años él levantó más el imperio, mucho más que su padre. Muchos dudaron de él, creían que no iba a lograr ser como el gran Demetrio, pero calló muchas bocas cuando se dieron cuenta de que era mucho más bueno que su papá en todos los negocios turbios. Su vida no solo se manejaba en negocios y dinero, sino también en diversión, mujeres, carros, peleas y alcohol. Así le gustaba vivir su vida. Además, no tenía a quien darle cuentas y tampoco quería llegar a hacerlo algún día. Le gustaba su soltería y la soledad. Él no creía en el amor, nunca lo había sentido, a excepción con sus padres. Solía decir que eran cursilerías y una m****a que no iba con él. En su vida solo existían los negocios, dinero, placer con mujeres distintas y vicios, como el alcohol y la adrenalina que sentía cuando mataba a alguien a golpes. Por eso lo llamaban el Diablo de Italia.
Ese hombre que destilaba peligro sería la perdición de Lillie Watson.
LILLIE Siempre había sido muy puntual, estaba acostumbrada a llegar temprano a clases y salir a la hora exacta. También planifiqué mi vida. Trataba de mantener el control de todo mi entorno y no me gustaba la improvisación. Sin embargo, a punto de cumplir 20 años y cursando la Facultad de Medicina en dos años me hice un poco más responsable y exigente en mi tiempo. Siempre lo fui, pero ahora lo era más. Cada noche llegaba con tiempo a mi trabajo, ya que nunca me gustaba andar a las prisas y que me presionaran con el plazo. Por eso a donde fuera llegaba antes. Mi vida era común. Todos los días acudía a la universidad y en las noches cinco veces a la semana trabajaba en un club. Llevaba ya un año en ese lugar. Cuando entré allí, fui una mesera, pero mi jefa y el público al verme bailar en el escenario aclamaron mi presencia todos las noches. La verdad era que ya tenía experiencia en el baile. Había practicado ballet desde pequeña, pero cuando mi madre recayó en su enfermedad tuve que
DANTE Sentí el calor de la bala al pasar junto a mi cabeza, quebrando en pedazos el cristal de la ventana que había detrás de mí. Algunos me cayeron encima mientras rodaba para cubrirme aún con el arma en mi mano. Miré hacia el otro lado y busqué a Iván con la mirada. Estaba agachado detrás de un barril enorme de combustible. Lo observé y fruncí el ceño. ¿Qué demonios hacía? Se puso de pie con rapidez para dirigirse a mi lado. Después disparó varias veces hacia el contenido peligroso y se lanzó conmigo al momento que ocasionó una gran explosión. Entretanto, nos cubrimos detrás de unos contenedores grandes de metal. Los rusos nos habían emboscado esa madrugada. No entendía por qué si yo tenía tratos con el jefe de su organización. Por supuesto, luego de este suceso iba a investigar muy bien ese asunto y llegar al problema que originó todo este problema. Tenía varios aliados en la mafia, en casi todo el mundo. Ni a ellos ni a mí les servía que fuéramos enemigos, ya que yo les entregaba
DANTE —Dante, no puedes viajar ahora. No puedes dejar a cargo a otros. Es más necesario que te quedes en Italia. Las cosas se pueden llegar a complicar con los rusos e Iván no está en condiciones para relevarte. —¿Crees que me importa lo complicadas que estén las cosas? Me conoces, y sabes que no te haré caso. Quieras o no, tengo que estar allí. Es mi deber. Los negocios están teniendo problemas de nuevo y esta vez tú solo no podrás con ello. No puedo quedarme de brazos cruzados. —Giré mi mirada hacia la ventanilla. Iba en el avión. Ya había llegado a Italia para que Iván pudiera bajar. Al parecer, a Edgardo no le gustaba que me fuera del país—. Tú tendrás derecho a muchas cosas, pero a decirme lo que tengo que hacer no. —Corté la llama. Sabía que se preocupaba por la organización y las empresas, pero esta vez ocupaba ayuda, ya que siempre hacía todo solo. Él controlaba los negocios empresariales y yo la organización. Lo mío casi nunca fue el negocio de empresas. Llevaba en mí sangr
LILLIE Tuve una semana de locos con todas mis clases y varios exámenes. Siempre terminaba agotada, pero hoy eran más. Siempre que me tocaba algún examen quedaba fatigada por estudiar tantas horas seguidas. Los desvelos me cobraban factura de esas noches de estudio. Todo lo que hacía era una lucha constante. Los sacrificios valían la pena y sabía que en un futuro iba a estar orgullosa de lo que había logrado. Lo más lamentable era que me tocaba trabajar el día de hoy, ya era sábado por la tarde, y aunque quería pasar más tiempo con mi madre, era imposible. Cinco días a la semana trabajaba por las noches, así que no era posible cuidar de ella. El tiempo extra que tenía era poco y lo aprovechaba para pasarlo con ella. Siempre me decía que no me preocupara, que siguiera con lo mío, pero yo no podía quedarme con los brazos cruzados mientras ella se cansaba muy fácil con cualquier esfuerzo que hacía. Desde que empezó con las quimioterapias su cuerpo se fue debilitando y los tantos medicame
LILLIESu vista se desvía hacía mí provocativo escote, y con eso me doy cuenta que mis pechos están muy pegados a su pecho firme, el arquea una de sus cejas, y sonríe elevando la comisura de su labio, sin dejarme reaccionar rápido.— ¡Pero qué está haciendo! — lo empujo hasta lograr alejarme de él, mientras me cubro los pechos con los brazos. No sé quién es este sujeto que se ha quedado idiotizado viendo mis pechos con un descaro y picardía.¡Es un imbécil!Después de que me aparto, él levanta las manos en un modo rendido con una sonrisa burlesca, parecía divertirle algo. Sin dejar de verme se acercó de nuevo hasta mí con una postura arrogante, que lo hace ver más atractivo.Qué tonterías pienso, estoy volviéndome loca.— Molto bello — ladea una sonrisa y en su mejilla se marca un hoyuelo dándole un toque más lindo. Lo observo en silencio, detall
LILLIESeguía de pie, intentando tapar con mis manos algunas partes de mi cuerpo. Se acercó, me agarró bruscamente de la cara sujetándome de la barbilla con una sola mano.Por mi mente pasaron recuerdos con mi familia, pensando en mi madre, mi hermana y mi querida sobrina. Sí iba a hacer violada y después ser asesinada, o lo que fuera hacer conmigo, lo último que quería tener en mi cabeza eran a ellas.¿Cómo pude sentir atracción por alguien así?Me cuestiono mentalmente, era un monstruo alguien que no tenía sentimientos ni remordimiento alguno.Bueno eso era lo de menos ahora, ya lo hecho estaba y me tenía a su merced. En cualquier momento podía hacer lo que quisiera conmigo. Temiendo en que me fuera hacer daño.— Ahora eres mía — aprieta más mis mejillas, mientras me habla al oído en susurros — Me perteneces.¿De qué habla este lunático?—
DANTE No sé que me estaba pasando, pero desde el primer instante en que la vi en ese lugar cuando tropecé con ella, me hechizo su belleza, y solo quería saber quién era. Y cuando la mire bailar en ese escenario quede embrujado por sus movimientos, su sensualidad y lo único que deseé fue tener ese cuerpo exuberante en mi cama, pero cuando la vi desnuda la anhele mucho más. Desde el comienzo me di cuenta que esos ojos esmeralda iban ser mi perdición. Y es que ninguna mujer se había convertido en una obsesión, un delirio, un gran deseo hasta quererla tener de cualquier forma en mi lecho, tenerla para saborear cada parte de ella, hasta saciarme de su exquisito cuerpo de diosa. No me podía quitar de la mente la imagen de esa mujer. Sus labios, sus pechos y sus felinos ojos. Pero sobre todo más sus labios carnosos, después de haberlos probado ya nada era igua
LILLIEHabían pasado dos semanas desde aquel suceso, donde ese tipo pervertido me había raptado en contra de mi voluntad para llevarme a ese hotel. Julie me dijo que era un mafioso muy conocido y demasiado peligroso, que lo llamaban el "Diablo" y que era muy difícil escapar de él sí tenía pensado huir, donde sea me podía encontrar.Llevaba días con pánico a salir, aún así no dejé ir a la universidad, no podía dejar de asistir, ya que estábamos en ultimo semestre del segundo curso. Este tiempo dejé de ir al club, Julie había mandado a que me buscaran para regresar al trabajo, pero me negué hasta que dejaron de insistir, mi miedo era muy grande y no tenía aún el valor para regresar.Eso pensaba hasta que hace dos días atrás mi madre tuvo una recaída muy fuerte, y al llevarla al hospital se quedó internada ya que habían dicho los doctores que era necesario para hacerle e