(SARAH MILLER)El apartamento se sentía extrañamente vacío sin Ariana. Su partida a Los Ángeles había dejado un hueco palpable, un silencio que resonaba en cada rincón. Ethan y yo intentábamos llenar ese vacío con nuestras propias conversaciones, con salidas casuales, pero la ausencia de Ariana se sentía como una nota discordante en una melodía que siempre había sonado perfecta.Recuerdo la mañana en que me desperté con un malestar inusual. Náuseas, mareos… síntomas que nunca antes había experimentado. «Será algo que comí», pensé, restándole importancia. Pero los días pasaron y los síntomas persistieron, incluso empeoraron. Finalmente, decidí ir al médico. La sala de espera se me antojó una eternidad. Cada segundo que pasaba aumentaba mi nerviosismo. Finalmente, la doctora me llamó a su consultorio.Recuerdo la frialdad del estetoscopio en mi vientre, el gel frío que se extendió por mi piel. La doctora, una mujer de rostro amable, pero expresión seria, me hacía preguntas rutinarias en
(SARAH MILLER)—Ethan… —comencé, con la voz temblorosa, sintiendo un nudo en la garganta—, ¿alguna vez… has pensado en… ya sabes… en tener hijos?Ethan frunció el ceño, visiblemente desconcertado por mi repentina pregunta. Su mirada se centró en mí, escrutándome como si intentara leer mis pensamientos. —Hijos… —repitió, como si estuviera probando la palabra en su boca, como si fuera un concepto ajeno a su realidad actual—. Bueno… no es algo en lo que haya pensado mucho, la verdad. Supongo que… algún día, tal vez. ¿Por qué preguntas eso ahora?—No, por nada en especial —mentí, intentando sonar casual, aunque mi voz me delataba. Aparté la mirada, sintiendo mis mejillas arder. Recordé la vez que salimos los tres y la mesera nos trajo esa sopa para las náuseas. Ethan incluso bromeó con que deberíamos hacernos una prueba de embarazo, una broma que yo ignoré por completo en ese momento. «Si tan solo hubiera sabido…», pensé con amargura. —Solo… me entró la curiosidad. Me preguntaba cómo te s
(SARAH MILLER)Sus palabras resonaron en la habitación, creando un eco que parecía llenar el vacío que la ausencia de Ariana había dejado. «¿Juntos?», pensé, con el corazón latiendo con fuerza. «¿Se refiere a nosotros dos? ¿O se incluye a Ariana también? ¿Habrá entendido que estoy hablando de mí?». La duda me carcomía por dentro. No me atrevía a preguntarle directamente, pero la incertidumbre me atormentaba.Su declaración, aunque reconfortante, me dejaba con más preguntas que respuestas. ¿Entendía la magnitud de lo que estaba insinuando? ¿Se daba cuenta de que estaba hablando de mí, de mi cuerpo, de mi futuro? ¿O simplemente estaba siendo un apoyo general, un consuelo para cualquier persona que estuviera pasando por una situación similar?«Tal vez solo está siendo amable», pensé, sintiendo un escalofrío recorrer mi espalda. «Tal vez no se da cuenta de que estoy hablando de mí». La idea me hundió en un mar de inseguridad. No quería malinterpretar sus palabras, no quería hacerme falsas
(SARAH MILLER)—Pero… yo nunca planeé esto —dije, con la voz ahogada por el llanto—. Nunca quise ser madre. No sé si… si estoy lista.Ethan me abrazó con fuerza, rodeándome con sus brazos. —Está bien tener miedo, Sarah —susurró en mi oído—. Es normal sentirse abrumada. Pero no tienes que pasar por esto sola. Estamos aquí contigo. Ariana y yo. Te apoyaremos en cada paso del camino, sin importar cuál sea tu decisión. Y si decides seguir adelante con esto… te prometo que seremos los mejores padres que podamos ser. Los tres.—¿Lo prometes? —pregunté, con la voz temblorosa, aferrándome a esa pequeña esperanza como a un salvavidas. Mis ojos se llenaron de lágrimas que se desbordaron en mis mejillas—. ¿De verdad?Ethan me miró con una intensidad que me hizo contener el aliento. Aun sosteniendo mi rostro entre sus manos, secó con delicadeza las lágrimas que ya habían comenzado a caer por mis mejillas.—Sí, Sarah —dijo con voz suave, pero firme, mirándome directamente a los ojos—. Lo prometo.
(SARAH MILLER)Lentamente, como si un imán invisible nos atrajera, Ethan se acercó a mí. Su mano se deslizó suavemente por mi brazo hasta alcanzar mi mano, entrelazando nuestros dedos. Su tacto era cálido y firme, transmitiéndome una seguridad que necesitaba desesperadamente. Cerré los ojos por un instante, respirando profundamente su aroma, una mezcla de sándalo y un toque sutil de su perfume. Cuando los abrí, su rostro estaba a solo unos centímetros del mío.El beso, suave al principio, se intensificó rápidamente, transmitiendo una ternura profunda. No era solo consuelo, sino una conexión, un reconocimiento mutuo. En el silencio posterior, la cercanía creó un espacio íntimo, donde solo existíamos él y yo, en medio de la ausencia de Ariana y la incertidumbre.La tensión era palpable. No era el primer beso, pero sí el primero con tal intensidad y necesidad. La ausencia de Ariana, paradójicamente, nos había abierto un nuevo espacio. Sus ojos me miraban con un deseo que resonaba en mí.
(SARAH MILLER)Ethan respondió a mi petición con un gruñido bajo, intensificando sus movimientos. Sentí una oleada de calor recorrer mi cuerpo, un escalofrío que me hizo temblar. El clímax se acercaba, una ola de placer que nos arrastraba a ambos. Jadeé, sintiendo que el mundo se reducía a ese momento, a ese contacto, a esa conexión profunda que compartíamos.Finalmente, llegamos juntos al clímax. Una explosión de sensaciones recorrió mi cuerpo, dejándome sin aliento, con el corazón latiendo con fuerza. Sentí los espasmos de Ethan, su cuerpo tensándose y relajándose al mismo tiempo. Nos abrazamos con fuerza, con las respiraciones entrecortadas, con el sudor perlado en la piel. El silencio que siguió fue un silencio cargado de significado, un silencio que hablaba de la intimidad que habíamos compartido, del amor que nos unía.Me recosté en su pecho, sintiendo el latido de su corazón bajo mi oído. Él me abrazó con fuerza, acariciando mi cabello con suavidad. El aire olía a nosotros, a s
(SARAH MILLER)—Ella está feliz —corrigió Ethan, con una seguridad que me contagió—. Y nosotros también lo estamos, ¿verdad?Asentí con la cabeza, sintiendo una oleada de amor y gratitud hacia Ethan y hacia Ariana. Este amor, esta relación, era algo único, algo especial. Y aunque aún había incertidumbre en el futuro, en ese momento, en los brazos de Ethan, sentí que todo estaría bien.La pregunta me surgió de repente, como un relámpago en medio de la calma que habíamos encontrado en los brazos del otro. Me separé un poco de Ethan, mirándolo a los ojos con una expresión de repentina inquietud.—¿Y si Ariana está embarazada también? —pregunté, con la voz apenas audible. La posibilidad, que hasta ese momento no se me había cruzado por la mente, me golpeó con fuerza. La idea de que Ariana también pudiera estar esperando un hijo de Ethan… me dejó sin aliento.Volví a mirar a Ethan, buscando una respuesta en su rostro. Sus ojos se abrieron ligeramente, reflejando una sorpresa similar a la m
(PARK ETHAN)Había pasado un mes desde nuestra tensa reunión con el director. Un mes de relativa calma, durante el cual nos habíamos enfocado en disfrutar de nuestra pequeña burbuja familiar. Los ultrasonidos, las compras de ropa de bebé, las conversaciones sobre nombres… todo se sentía como un dulce paréntesis en medio de la incertidumbre. Apoyábamos a Ariana con sus planes para la marca de maquillaje, viendo como sus ojos brillaban con ilusión al hablar de sus proyectos. La tensión con su madre seguía latente, como una sombra que se alargaba sobre nosotros, pero intentábamos no dejar que nos afectara demasiado. Yo mismo me había encargado de que no les faltara de nada, usando mis contactos y recursos para asegurar su bienestar. Quería protegerlas, a ellas y a los bebés que venían en camino.Sin embargo, la calma antes de la tormenta nunca dura para siempre. Recibimos una nueva citación de la agencia. El director quería vernos de nuevo, y la formalidad del mensaje, transmitido a tra