Capítulo 52

-Señores, en estos eventos, me gusta que los padrinos sean partícipes en todo momento -dice el reverendo, situado al lado de pila bautismal que pusieron especialmente para este día. Juanjo se levanta y viene hacia mí, me ofrece su mano y con una sonrisa acepto -pónganse los dos, es esta parte -nos dice -Marta y Marcos, los habéis elegido como padrinos, para vuestra hija?

Los dos asienten, mi amiga se acerca a mí, ofreciéndome coger en brazos a la pequeña, lo cual acepto encantada. Cuando la tengo en mi regazo, le cojo la manita y se la beso, Juanjo a su vez, se agacha y le besa la frente.

Ese gesto, hace que su perfume me penetre hasta el alma. Mi corazón va a mil por hora, las mariposas de mi estómago revolotean como una quinceañera.

El padre, sigue explicando lo que es ser padrinos, de vez en cuando asentimos, pero ninguno lo escuchamos.

Hace cuatro días que dejé la ciudad, tampoco me he ido muy lejos, pero eso ellos no lo saben. Miro a la pequeña que tengo en brazos, escucho decir,
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