Tengo que salir de la oficina, me siento agobiado, con mi suegro pasando cada poco por delante de mi oficina. Le digo a Ivanna, que si me llaman, me la pase al móvil del trabajo. Contacto con un colega, para que me lleve el tema de mi divorcio, no quiero que nadie de mi bufete se haga cargo, todos van a ir a favor de la hija del jefe.
Quedamos en una cafetería del centro de la ciudad. Un sitio espacioso, decorado con mucho gusto, música tranquila y relajada. Una amable camarera, me señala una mesa, justo lo que quería, apartada de la gente, para poder hablar tranquilamente.
Me siento mirando hacia la puerta, esperando ver a Fernando entrar, no debe de tardar, siempre es puntual, el problema soy yo, que vine antes de tiempo. Pido un café expresso, saco el móvil para que el tiempo pase más rápido. Oigo abrirse la puerta, levanto la cabeza, pero no es a quien espero, es algo mejor.
Una preciosidad de mujer, camina con paso firme, segura de sí misma, se acerca a una mesa, con una sonrisa increíblemente encantadora. La chica que está sentada, se levanta para saludarla. Se sienta dejando sus pertenencias en la silla que tiene a su lado. Saca de una maleta una agenda, pero la aparta al igual que el móvil.
La camarera que me trae el café se cruza y dejo por unos segundos de mirarla. La joven va a la barra, no sin antes saludarla y preguntar si quería lo de siempre, lo que ella contesta que sí. Voy a tener que venir más a menudo por este sitio.
Me sigo fijando en ella, en su expresión. Se ve, que hay complicidad entre las dos. Algo le está contando, que de repente, esa sonrisa se borra y la veo limpiarse los ojos, seguramente para que no le estropee su perfecto maquillaje. Sigo fascinado mirándola, si estuviera Marcos aquí, diría que me acabo de enamorar. Es guapísima, preciosa, pero tiene mirada triste.
Veo que se levanta, se acerca a la barra a pedir algo, tiene un cuerpo de escándalo. Viste unos vaqueros apretados, una camisola suelta, que junto a esos zapatos de tacón alto, le hacen resaltar esas piernas. Cuando se dirige a su mesa, algo le hace girar la cabeza y nuestras miradas se encuentran. Tímidamente sonríe y se va con su amiga.
Ahí entra Fernando, puntual como siempre. Y se lo agradezco, porque si sigo mirando a esa morena, va a ponerme una denuncia por acoso visual, me río interiormente, porque si supiera lo que estoy pensando en hacerle a ese cuerpo, no me denuncia, directamente me hace desaparecer.
-Buenos días Juanjo. Esperaba esa llamada tuya desde hace tiempo –me dice mi amigo –hay muchas cosas que hilar, para pedir el divorcio. Ella sabe mucho y estoy seguro que no quieres comprometer a nadie.
-Tú lo has dicho amigo. Es muy difícil enfrentarse a ella, sin que salga herido más gente –mientras hablo, la mirada se me va para la morena, de vez en cuando, a ella también se le escapa la mirada y de paso esa sonrisa, que me cautivó en cuanto la vi.
-Los divorcios nunca son fáciles, tienes que saberlo, estás acostumbrado a lidiar con piezas muy duras –que verdad más grande, para encontrar uno que sea firmar y no tener problemas, te encuentras con litigios largos, exasperantes y complicados –lo primero de todo, tienes que acabar con el bufete y te recuerdo que uno de los socios es tu padre…
Llevo una de mis manos a la cara y luego a la frente, como si la cabeza me fuera a explotar en cualquier momento. Mi padre, mi padre es un tema delicado. Y mi madre, ni os cuento, va a ser la reina de los dramas cuando se entere que me quiero divorciar y poner mi propio bufete.
-Lo sé Fernando, tengo que ponerme a buscar piso para mi oficina, pero un día por otro y no lo hago –noto una mirada constante, miro sobre el hombro de mi colega y veo a la morena, que no me quita ojo, pero al ver que fue pillada, baja la mirada como niña buena, como si no hubiera hecho nada. Necesito saber quien és, necesito conocerla, necesito llevarla a Nuevo Paraiso.
Veo que vuelve a la barra, pero esta vez no pide nada, coge un vaso y agarra la jarra de agua, para echarse un poco. Ahí tengo la excusa, para acercarme a ella. Me levanto y me hago como ella, cojo el vaso y estoy esperando a que deje la jarra. No me ha visto, a ver qué tal el efecto sorpresa.
Se gira y no me doy cuenta de que estoy demasiado cerca, tropieza conmigo y con la mala suerte, que el agua cae sobre su blanca y ahora transparente blusa. La cara de ella, es de enfado, sorpresa, no sé bien como definirla.
-Se puede ser más patoso! No sabes que hay que tener una distancia? Joder que m****a de lunes –la camarera se acerca con un trapo para que se seque, la cual me da a mí otro –a él no le hace falta, el chaval está seco completamente –se sigue secando, me quedo mirando para la blusa, mejor dicho para el sujetador que se ve perfectamente debido al agua. Madre mía, no solo tiene un cuerpo perfecto, si no unos… -de verdad vas a seguir ahí, mirándome los pechos? Que educación te dieron, mucho traje, mucha cara bonita, pero eres idiota.
-Lo siento, pero no me has dejado articular palabra. Todo lo has dicho tú, pareces una sabelotodo –que alguien me llame al móvil, que Fernando me diga que tenemos que irnos, porque ahora mismo, lo único que me apetece es tenerla entre mis brazos. Pero que me pasa, yo no soy así, pero esta morena, me está volviendo loco –no era mi intención mojarte, de verdad. Sólo vine a…beber un poco de agua.
Se me queda mirando durante un momento, sigue secándose la blusa, la airea como si eso, fuera a secarla más rápido.
-Perdona por gritarte, hoy llevo un día malísimo, mejor me hubiera quedado en casa. Me voy a trabajar, a ver si mejora lo que queda de día –se va a girar, para ir hacia su mesa –hasta luego.
-Si te hubieses quedado en casa, no me hubieras conocido –hasta a mí, me parece una frase cursi y nada apropiada, pero quería seguir hablando con ella.
-Pero allí, estaba a salvo no hubiese enseñado mi ropa interior a un desconocido, en la cafetería –me guiña un ojo y se gira. Llega a su mesa, van recogiendo todas sus pertenencias. Lentamente, me acerco hacia el pasillo donde se encuentra mi amigo, al ver que ella se mueve en dirección a la puerta, giro la cabeza para mirarla, aunque sea por última vez, la veo girarse y me sonríe –la próxima vez que nos veamos, intentaré llevar algo que no trasparente, hasta luego desconocido.
-Vamos a tener un segundo encuentro? –le pregunto plantado en mitad de la cafetería, me da igual la gente, me da igual todo.
-Nunca se sabe –dice sin mirarme y saliendo del local. Fernando pone una mano sobre mi hombro, riéndose.
-Puedo saber que fue eso, Juanjo? –me pregunta –cuando le cuente a Marcos lo que acaba de pasar, le va a doler no a ver podido venir a tomar el café.
Pagamos la consumición, dejamos propina. Le pido perdón a la camarera que está limpiando el agua que yo hice que tirara. Me dice que no pasa nada. Se me acerca otra chica, que debe de ser la dueña de la cafetería, me dice que me acerque. Se pone cerca y me susurra al oído.
-Es clienta habitual, trabaja no muy lejos de aquí. No suele ser tan gruñona, es un cielo de chica, pero la pillaste un mal momento. Las cosas de la vida, no son fáciles. Hasta ahí, puedo decir, desconocido –me guiña un ojo se mete a la cocina, como si no me hubiera dado mucha información.
Salimos de la cafetería, miro hacia los lados, pero estamos en el centro de la ciudad, hay gente por todos lados, me va a ser difícil encontrarla, a no ser, que venga todos los días a tomar el café aquí.
-Fernando, esa morena me va a traer de cabeza –le digo riéndome. Nos dirigimos al coche que lo tenemos aparcado en el parking de enfrente. Mientras sacamos el ticket, no dejo de pensar en esa chica –ni siquiera sé su nombre.
-Ni cuando estabas bien con Marge, tenías esa sonrisa de idiota –dice mi abogado, riéndose de mí –me alegro que alguien saque esa parte de ti. Bueno, seguimos en contacto, desconocido.
Y echando unas carcajadas se va hacia su coche, lo veo entrar, arrancar y cuando pasa a mi lado, me tira un beso a lo que yo le contesto, con la señal del pajarito, como Tom Cruise en Top Gun.
El resto de la mañana pasa tranquila. Vuelvo a llamar a Mónica, por si esta vez, quiere hablar, pero no me lo coge. Un rato más tarde me llegó un mensaje de ella, en el que me dice que necesita unos días, que me promete que el próximo lunes, me llama, que lo promete y que siempre cumple las promesas. Soy consciente de que dar ese paso es complicado y algo me dice, que su caso va a ser muy difícil, como el mío.
Me suena el teléfono, veo que el mi amigo y socio Marcos, está a tres días de la inauguración, de nuestro nuevo local y está de los nervios.
-Tienes que relajarte, las aperturas de nuevos locales, acaban con tu vida y si eso ocurre, tu mujer acaba con la mía, entendiste? –le digo sin saludar, sabiendo que es él, claro-
-Sí, te entiendo, desconocido –y se ríe el muy cabrón.
-Ya veo, que hablaste con Fernando. Estoy por apostar, que fue más salir del parking, no perdió tiempo el muy cotilla –oigo como se sigue riendo.
-En serio, te has quedado prendado de una tía, sin conocerla, así sin más…no es tu estilo, aunque llevas fuera de juego unos años, es comprensible –se vuelve a reir –necesito conocer a esa chica, para hacerle la ola. Quedamos para comer y me cuentas.
-Tu mujer no te da de comer? –sabe a que me refiero, a pesar de ser un hombre de la noche, es hogareño, le encanta pasar tiempo con su esposa, a pesar de llevar años casados, yo quiero encontrar algo así. Esa morena, esa morena…
-Mi mujer tiene una comida con su socia y unos constructores, comida de negocios. No quisiera estar en el pellejo de esos tipos, esas dos juntas, en los negocios son dinamita –y tiene razón. He oído hablar de su Agencia Inmobiliaria, es una de las mejores, trabajan con gente muy pudiente, están muy bien preparadas, estudiaron Administración de empresas, tuvieron la oportunidad de negocio y la cogieron, trabajaron duro para hacerse un hueco y ahora, son las mejores –nos vemos donde siempre…desconocido.
-No te aguanto idiota, nos vemos en breve –cuelgo el teléfono, me recuesto en la silla de la oficina y pienso en ella, mientras siga casado con mi arpía personal, no puedo liarme con nadie, nunca lo va a permitir. Necesito verla.
Jueves, un día más y acaba la semana. El domingo he quedado con mis padres, tengo que contarles que me fui de casa de mi marido y que el lunes, empiezo los trámites de separación. Como los conozco, he quedado con ellos para desayunar, en una cafetería cerca de mi casa. Sitio neutro. Sabéis que días es hoy, pues sí, día de inauguración del local de Marcos. Eso significa, que debe de estar de los nervios, lo que Marta por simpatía hacia su marido, estará igual y nos volverá a nosotras locas. Es un ritual de siempre, pero Noemí y yo, ya no la hacemos caso, seguimos a nuestras tareas. Cuando nos dice algo, asentimos con la cabeza, como si le diéramos la razón en lo que habla. No se entera, no se enfada. -Tenéis la ropa para esta noche, chicas? –la miramos por lo loca que nos parece en estos momentos, dejo de escribir en mi ordenador. -No, Marta. Pensamos que la fiesta era de temática y hemos elegido Adam y Eva, vamos desnudas –le digo toda seria, porque sé que no me escucha, oigo a
Veo entrar a Marcos en la oficina del pub, no dice nada, va al mueble bar y sin decir palabra, saca una botella de nuestro mejor ron, echa un par de hielo en los vasos, bien colocados, como todo en este local.Se sienta enfrente de mí, me pone el vaso y echa un chupito, repite la acción en el suyo. Deja la botella sobre la mesa de cristal y me acerca el trago.-Salud socio -dice, haciendo chocar los dos vasos y brindando -la noche ha sido un éxito, pero tu cara dice otra cosa. Mónica? -asiento, bebo un trago -como de jodido estás? -no sé que decirle, porque me encuentro mal, nunca me había pasado esto con una chica, la he visto por primera vez, hace cuatro días y no puedo sacarla de mi cabeza. Le miro a los ojos, pero no sé qué contestarle.-Suena a cursi, pero es posible que me haya enamorado, sin conocerla? Por lo menos, ahora sé como se llama -apuro la bebida y me levanto del c&oacut
-Fran mira, tenemos una hija!! -pongo los ojos en blanco, mientras me acerco a mi padre a darle dos besos -dos semanas, dos semanas sin venir a ver a tus padres. Un poco más y nos encuentras momificados.-Mamá, tengo una vida, tengo un trabajo…en fin, estuve entretenida -la digo para justificarme, porque la verdad es que no estaba preparada, para contarles lo mi separación.-Quieres dejar a la nena tranquila? -me defiende mi padre, guiñándome un ojo -deja de hacer un espectáculo, estamos en público.-Está bien, pero sabes que tengo razón -siempre tuvo que tener, la última palabra en las discusiones.-Pues por este motivo, no quedo contigo, porque haces un drama de una tonteria -la digo, mientras le planto un sonoro beso en su mejilla, de reojo, la veo sonreír -eres peor, que una niña pequeña.Pedí un café solamente, mientras mi madre insi
Hacía tiempo, que no pasaba un fin de semana tan relajado y feliz. Estar con ella, a escasos centímetros de su cuerpo, oler su perfume, oír su risa.No le dije donde iba a ser la cita, por si se negaba. Nadie en su sano juicio, sin conocer a la otra persona, se sube a una embarcación de noche. Pero creo, que los dos hemos perdido el poco juicio que teníamos.Preparé la que iba a ser su habitación, le compré algo de ropa cómoda, para andar por el barco. Un par de bikinis, que en tierra firme, hubiera sido la envidia de muchos, pero esa vista la iba a tener en exclusiva, mis pupilas. Para el aseo, le compré lo imprescindible, pero que no le faltara nada.El catering que contraté, preparó todo para la hora acordada. Vino blanco, estuve investigando y me dijeron cual era su preferido, enfriando. Unos entrantes fríos, ya que estamos en alta mar, pedí para cenar pescado a
Me levanto lentamente, saco dinero de mi bolsillo para pagar el café, le doy las gracias a la camarera, que no deja de sonreírme con cara de tonta. Miro hacia la mesa de Mónica, que ya no me mira, si no, que espera con mucha impaciencia ser rescatada.Los padres miran el periódico, la madre la recrimina algo, pero no llego a entender que es, lo que sí puedo ver, es las fotos de la inauguración del pasado jueves.-Buenos días -quedo en silencio, mientras tres pares de ojos, se me quedan mirando, aunque sólo un par de ellos, me miran de arriba abajo, como si hubiera visto un fantasma -Mónica, espero no llegar demasiado pronto.La dejo unos segundos pensativa, no puedo apartar los ojos de ella, me tiene totalmente hipnotizado.-Te acordabas que habíamos quedado hoy, para ir a comer y hablar de tu separación -le digo, para que me siga la corriente, miro hacia los padres -lo siento se
Tengo que ser sincera con Juanjo, debería decirle que Carlos me va a complicar la separación. Pero el miedo se apodera de mí, sólo de pensar en sacar a la luz, ciertas situaciones, con las que me amenaza en revelar.Me abre la puerta del coche, para que salga. Mientras lo hago, me quedo asombrada de las vistas. Estamos en la falda de una montaña, rodeados de altos árboles, que cubren los caminos que dan a la casa.Subiendo las escaleras del porche, me giro para admirar las montañas, que nos dan la bienvenida. Al entrar en la casa, veo a mi abogado abrir las ventanas. Si no estuviera despierta, diría que esa casa, es de película.Esta maravilla, es de piedra por fuera, pero por dentro, está revestida de madera de roble, color claro que hace más amplia las estancias. Las ventanas tienen doble acristalamiento, en invierno debe de hacer frío.Más entrar, nos encontramos
Estoy en la calle, en el portal del bufete de Fernando, esperando a que llegue Mónica, me dio una mediocre excusa, para no ir a buscarla a su oficina. No le dí más importancia, pero yo quería verla antes, abrazarla y besarla. Ayer, fui un poco seco y tanjante.Pero tenía miedo, de que ella me empezara a preguntar sobre mi matrimonio y no estoy preparado para contarla, que me gustaría tenerla a mis pies, atada, a mi servicio, siendo mi sumisa.Mis pensamientos se desvanecen, cuando le lejos la veo acercarse, preciosa, subida en esos tacones de infarto, con un traje falda y americana ceñido a su espectacular cuerpo. Lleva la chaqueta abierta, lo que me deja ver, una camiseta en pico, resaltando su escote perfecto. Esa melena, esos rizos.Lleva un bolso, que parece similar al de Mary Poppins, móvil en mano. Da pasos firmes, segura de sí misma, nada que ver, con la Mónica que vi junto a su madre.
Veo a salir a Juanjo de la oficina, dando un portazo, solamente saludó a su amigo, a mí un simple hasta luego. Me cuesta respirar, Fernando me trae un vaso de agua.-Respira despacio, Mónica. Tranquilízate, por favor -bebo un sorbo de agua, hace una llamada, habla muy bajo y no puedo entenderle, solamente me mira mientras la otra persona de la línea escucha, cuelga el teléfono -te invito a comer, te aseguro que es un sitio discreto y estaremos solos, para poder hablar -no le contesto, sólo me encojo de hombros.Me dice que coja mi bolso, él hace lo mismo con sus cosas. Mete unos papeles en su maletín de cuero color marrón, por su estado, diría que es viejísima, pero sigue oliendo a cuero, como si fuera nueva.-Regalo de mi pareja, cuando salí de la universidad como abogado -me dice sonriendo, sé que está quitando hierro al asunto, quiere que me relaje -vamos a comer, necesitas coger fuerzas, para contarme lo que acaba de pasar aquí.Me paro en seco, no puedo contarle todo, es amigo de