Capítulo 3

Casi suelta un gruñido cuando intentó agarrarse de algo que no fuese las malditas ramas del árbol que daban a la habitación de su amado. Todo lo que tenía que hacer por ese niño que ese día lo miraban con el rostro lleno de tristeza.

Para su suerte, sus padres le creyeron cuando dijo que debía de hacer tareas en casa de uno de sus amigos, las ventajas de tener buenas calificaciones y ser un niño bueno delante de sus padres.

La luz de la habitación de Ángel estaba apagada, pero se podía ver el pequeño bulto en la cama con lo que parecía ser un celular en manos. Dio un salto hacia el balcón cayendo sobre sus pies. Abrió los ojos como platos cuando la puerta de la habitación de Ángel fue abierta dejando ver a su tía Paola con un vaso de leche y galletas, se escondió detrás de la pared apoyándose en la misma para no ser visto y sólo esperó unos cuantos minutos para que todo el lugar quedara en silencio.

Tentó sus bolsillos para sacar su celular de sus bolsillos y mandó un mensaje para que su pequeño pudiese abrir la puerta del balcón y él poder entrar de una buena vez.

Tuvo que esperar unos cuantos minutos para que la puerta del balcón fuese abierta por Ángel, el cual estaba en ropa interior buscándolo con la mirada. Sonrió de lado, y rodeó el cuerpo del menor con sus brazos escuchando un jadeo salir de sus labios rosados.

— Hola, mi pequeño Ángel — dejó un beso en su mejilla — Te extrañé.

— También te extrañé — se dio la vuelta y una ráfaga de viento se coló por su cuerpo — Es mejor entrar a la habitación.

— Ven — comenzó a caminar hacia la habitación aun con sus brazos alrededor.

Ángel se sentó en la cama cuando Oliver fue a cerrar la puerta con seguro tanto de la habitación como la del balcón. Estaba nervioso, y no era precisamente porque estaba en ropa interior sino por las posibles preguntas que este podía llegar a hacerle de lo que había pasado ese día.

Juntó sus manos al frente en el instante que Oliver se colocó de rodillas frente a él y bajó su mirada hacia ellas, como si fuese la cosa más entretenida del mundo en ese momento.

— ¿Por qué te pusiste así en la cafetería? — dijo Oliver, entrelazando sus dedos con los de Ángel.

— Por nada en especial — murmuró, sin atreverse a mirarlo — No tienes por qué preocuparte por mí — mordió su labio.

— Claro que me preocupo por ti — gruñó — Eres mi alma gemela y eso lo sabes, por nada del mundo algo como eso cambiaria.

— No lo soy — ahora si se atrevió a mirarlo — Si en verdad lo fuese no te acostaras con cualquier omega que te pase por las narices.

— ¿Estas celoso? — preguntó, con diversión.

— Si, estaba celoso, todavía lo estoy porque ella estaba cerca de ti — susurró, con las mejillas sonrojadas — Creo que no soy tu alma gemela y que solo buscas diversión porque soy el del mejor amigo de tu papá.

— Nadas de eso — suspiró — Sé que estuvo mal que dejara que Tamara estuviese en mis piernas en el receso, pero no pude hacer nada...

— Si podías — sus ojos se cristalizaron — Podías quitarla y ponerla en su lugar y decirle que ya tenías a tu alma gemela aunque dijeras mi nombre — Oliver se quedó callado ante esas palabras que dijo Ángel.

El pequeño omega tenía razón al decirle eso y más aún cuando un sin número de veces se acostó con personas de ambos sexos para satisfacerse, pero eso fue antes de que sus tíos llegaran a la ciudad con sus hijos y que todo se pusiera de cabeza otra vez.

— Lo lamento mucho — dijo, sincero — Hace un año no sabía lo que era el amor y tampoco lo de tener un alma gemela en mi vida, hasta que llegaste tú y todo cambio. Sé que estuvo mal que dejara que Tamara estuviese en tu lugar en la cafetería, pero tengo miedo de cómo te vean si digo que eres mi alma gemela... eres un niño...

— Voy a cumplir catorce el día siguiente a tu cumpleaños, Oliver — recordó.

— Por eso mismo, yo cumpliré dieciocho.

— Y sólo serán cuatro años, eso no es una gran diferencia de edades, Oliver — hizo un puchero — Eres bueno con las matemáticas — rodó los ojos — Y en verdad deseo que esto dure.

— Yo también lo deseo, Ángel — acarició su rostro con una de sus manos — En dos días le diré a todos que eres mi alma gemela y si se meten contigo habrá serios problemas.

— Eso se escuchó muy psicópata — bromeó — ¿No sé supone que debes de estar en la cena con tu primo perdido?

—Tú eres lo más importante ahora.

Noah jugaba con su comida mientras escuchaba a sus padres platicar con su primo. Tenía unas ganas inmensas de decirles todo lo que este le hacía desde que tuvo conocimiento de las cosas que pasaban en su vida, pero tenía que mantenerse callado para cometer una locura.

Hizo a un lado su plato y se estiró a tomar un poco de jugo para bajar el amargo que sentía en toda su boca por el mal rato que estaba pasando con su primo cerca de él, para ser más específicos Ian estaba a su lado con su mano en su pierna y lo único bueno de la situación era que no hacía ningún movimiento.

— Papá, me iré a d-dormir — murmuró Noah, hacia Jared y éste asintió — G-Gracias.

— Ve, nos veremos mañana para el desayuno — le sonrió, y Noah se levantó de su lugar dejando la mano de Ian en la silla.

Le dio una última mirada a su primo y casi le enseña el dedo de en medio si no fuese porque sus padres miraron en su dirección. Quería estar con su hermano, pero de algo estaba seguro era que este ni estaba haciendo tareas porque dejó todos sus útiles en su habitación.

Sólo esperaba que no se tarde mucho en llegar a la casa porque no quería estar solo. Sería una excusa válida dormir con Oliver esa noche para no tener que estar cerca de Ian. Un rayo le hizo dar un salto en su lugar y supo que en poco tiempo la luz se iría del lugar. Con un pequeño suspiro abrió la puerta de su habitación cerrando la puerta detrás de él.

Fue hacia su closet y buscó muy en el fondo la bolsa que Ian le había dado ese día. Mordió su labio sentándose en el suelo y abriendo la bolsa. Estaba en serios problemas con todo lo que había dentro y más aún con todo lo que quizás debía de hacer con eso.

Con las manos temblorosas, se quitó prenda por prenda de su cuerpo, colocándose de pie hasta que al fin quedó desnudo.

Hace tiempo que no se ponía esa ropa, y no es que no le gustase tenerla en su cuerpo porque era mucho más cómoda y ligera que la ropa interior que usaba todos los días en la escuela, es que se sentía extraño al pensar que alguna vez Ian lo trataría como se merece ser tratado alguien.

Las pantis era negras con dos pequeños moños a los lados y la media eran del mismo color y le llegaban a la parte alta del muslo, casi ocultando su pálida piel.

Se agachó para tomar la corona de flores de colores blancas y no pudo evitar sonreír al ver que eran de sus favoritas, y para que mentir diciendo que ese no era su color favorito. Se la colocó en el mismo instante en el que la luz se fue, al menos los rayos hacían algo de iluminación en la habitación.

Se sentó en la cama a esperar a que la puerta fuese abierta por Ian, y solo tuvo que esperar unos pocos minutos ya que el Ian entró en la habitación vistiendo solamente un pantalón de chándal lo cual dejaba ver su erección.

—Mira qué bonito te ves — murmuró, cerrando la puerta detrás él con seguro — Esa corona hace conjunto con toda la prenda.

Gracias por las flores

— su voz le falló —

Están muy lindas.

Por lo que estoy viendo estas tan nervioso que no puedes hablar — se acercó al menor — Ponte de pie.

Noah suspiró, y se puso de pie sin quitarle la mirada de encima al mayor. No iba a decir que Ian no era hermoso en todo su esplendor y verlo vestido así hacía que todo su cuerpo reaccionara de maneras inexplicables.

— Eres es tan hermoso — dijo Ian, para sí mismo — Toda una belleza la cual es toda para mí — pasó la yema de sus dedos por la piel expuesta del menor.

— ¿P-Puedo p-pedirte un f-favor? — preguntó, tímido e Ian supo que le pediría como las otras veces que habían estado juntos.

— Te has portado bien — respondió, la pregunta no formada —Así que trataré de ser lo más paciente del mundo si haces lo que te diga esta noche sin emitir una sola queja, ¿Esta claro?

—Si — asintió, rápidamente — H-Haré lo que me p-pidas.

— Te faltó la palabra mágica — la respiración de Noah se detuvo — Vamos dila, no es difícil y más para ti, dulce bebé.

— H-Haré lo que me p-pidas, Daddy — Ian no pudo evitar sonreír al escuchar esas palabras y sin más lo besó.

No era un beso delicado como el menor esperaba, pero al menos era pasable.

Con algo de miedo colocó sus brazos alrededor del cuello del alfa y se puso de puntas para besarlo. Se aferró a los hombros de éste, el contacto de sus pieles comenzó a hacer efecto en ambos ya que la entrada de Noah ya estaba siendo lubricada a causa de la excitación en ambos cuerpos.

Ian tomó por la cadera al menor e hizo que este lo rodeara con sus piernas, y después colocándolo en la cama con él encima del pequeño omega.

Sus manos acariciaron el cuerpo del omega de la forma que éste esperaba, con delicadeza. Podía sentir entre sus dedos la excitación fluir entre ellos por lo que decidió dar el siguiente paso y colocar a Noah sobre él y que este tuviese un poco de control.

Quedaron sentados mientras que el menor hacía pequeños movimientos entre ambos cuerpos, causando que el alfa reaccionara inmediatamente ante el deseo y lo besara de forma apasionada.

Con una de sus manos Ian rompió la ropa interior del menor déjenlo en medias y con la corona mal puesta en la cabeza, algo que lo hacía ver adorable. Sólo por unos cuantos segundos dejó al menor aún lado, para quitarse la ropa que tenía puesta.

Hizo todo lo que pudiese estorbar aún lado y fue guiando al menor para que fuese bajando de a poco, hasta que toda su longitud quedara dentro del omega. Los rayos que caían del cielo sólo fueron el comienzo de una intensa noche para los hermanos McDaniel.

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